Todo marchaba a las mil maravillas hasta el descanso. El Lagun Aro había hecho bien su trabajo. Primero, había logrado controlar sus nervios para estar en el partido sin sobresaltos y luego, impulsado por las acciones de Baron, había dado un estirón al marcador hasta alcanzar el descanso con una renta de diez puntos (28-38), una ventaja con la que no contaban ni los más optimistas. El equipo de Sito Alonso lo estaba bordando. Gipuzkoa soñaba con una nueva machada del equipo.

El escenario cambió por completo en la reanudación. El Caja Laboral apretó y logró un parcial de 7-0 que puso el 35-38 ante un Lagun Aro que empezaba a dar síntomas preocupantes. Un triple de Vidal dio a su equipo seis puntos de renta (35-41) que debería haber servido para calmar los ánimos guipuzcoanos. Por desgracia, no fue así. A partir de entonces empezó el cúmulo de despropósitos por parte de los guipuzcoanos, que acumularon hasta nueve ataques sin ningún beneficio. Dos pérdidas consecutivas de Salgado, aprovechadas por su rival (40-41) obligaron a Sito a pedir un tiempo muerto que tampoco frenó el desastre.

En los dos siguientes ataques, Panko perdió un balón en una penetración y erró un triple lanzado cuando aún quedaba mucha posesión. El de Harrisburg se empeñó en ocasiones en forzar tiros sin buscar otras opciones, aunque su condición de máximo anotador le da licencia para asumir responsabilidades en la faceta atacante. Otros días sus lanzamientos entran, ayer no. Luego se sucedieron otras tres pérdidas. El desconcierto era total. A Sito no le quedaban tiempos muertos y, pese a sus rotaciones, no lograba capear el temporal. Sus jugadores estaban perdidos y los hombres de Ivanovic se aprovechaban para hurgar en la herida a base de contraataques. Además de atacar mal, el Lagun Aro se olvidó de defender. Doble error. El marcador se disparó hasta el 49-41 en un abrir y cerrar de ojos.

En el siguiente ataque, el GBC al menos logró tirar a canasta. Un triple de Baron que no entró. Sí anotó, sin embargo, el Caja Laboral, que puso el 51-41 gracias a un parcial de 23-3, que fue de 16-0 a partir del triple de Vidal. Dos ataques fallados, uno por cada conjunto, dieron paso a un triple de Panko que detuvo de forma momentánea la hemorragia. Pero el daño estaba hecho. Nueve ataques, cero puntos. Ese fue el fatídico balance de unos minutos que tuvieron buena parte de culpa en la derrota. 23-3 en ocho minutos, 16-0 en cinco.

Las pérdidas, siete en ese periodo de tiempo y 16 en el total del partido, fueron una de las principales causas de la derrota. En el bando contrario, el Caja Laboral solo perdió cinco balones. Una diferencia sustancial entre un equipo que debutaba en la Copa y otro que está más que acostumbrado a jugarla.