barcelona. La aventura copera del Lagun Aro GBC empezó y terminó ayer. El equipo de Sito Alonso, que ya hizo historia en el mismo momento en el que pisó el parqué del espectacular Palau Sant Jordi, no estuvo lejos de hacer crecer su leyenda y lograr el pase a las semifinales, pero el naufragio general tras el descanso, que desencadenó un escandaloso parcial de 23-3 en ocho minutos, le hizo quedarse a las puertas de escribir otro capítulo en esta inolvidable temporada. La derrota por 72-65 dejó esa amarga sensación de oportunidad perdida, porque el GBC no pareció inferior a su rival; fue más bien un inevitable peaje en su primera participación en la Copa, en su primera incursión entre la elite de la ACB. Desde luego, tras ver cómo puso contra las cuerdas al Baskonia durante muchos minutos, pocos pensarán que su presencia en la Copa es casualidad; pensarán que su bajón fue consecuencia de la inexperiencia tanto del club como de la mayor parte de sus jugadores en una cita de este calibre y que los hombres de Sito están listos para seguir aspirando a cosas importantes.
Y eso que el Lagun Aro mantuvo el tipo en los primeros minutos, uno de los principales temores que tenía Sito, sabedor de que el Baskonia, habitual en estos compromisos de alto copete, iba a salir a por todas desde el salto inicial, a tratar de intimidar a su rival. Papamakarios y Panko hicieron dos faltas muy pronto, pero eso no provocó que el equipo guipuzcoano le perdiera la cara al partido. El primer cuarto fue de tanteo, de nervios. La tensión se podía notar en cada jugada. Estaba claro que la de ayer no era una cita normal. El 8-12 que puso Prigioni con un triple hizo temer que el Caja Laboral diera el primer estirón al marcador, pero una canasta de Panko y la irrupción de Baron y Neto lo impidieron. La mínima desventaja con la que el GBC acabó el primer cuarto (17-16) confirmó que los jugadores habían superado su primera prueba, la de los minutos iniciales, y con nota.
El paso de los minutos hizo que los jugadores de Sito Alonso comenzaran a tomarle la medida al partido, al ambiente, a la magnitud del acontecimiento. La igualdad predominó hasta que surgió la figura de Baron, que se crece donde otros se encogen. El escolta de Rhode Island demostró, además, que es un tipo listo, que aprende de sus tropiezos. En el duelo liguero ante el Caja Laboral, estuvo maniatado por Ribas y Oleson, dos grandes defensores. Ayer demostró su categoría con diez puntos consecutivos -dos triples y dos penetraciones que rompieron la defensa rival y dieron seis tantos de ventaja a su equipo (26-32)-. Dos canastas de Neto, que a sus 19 años se comportó como un veterano en ese segundo cuarto, y otra acción positiva de Lorant, magistral en su defensa sobre Teletovic, dieron la máxima renta del choque al Lagun Aro, que se fue al descanso diez puntos arriba (28-38) tras un segundo parcial para enmarcar, que hizo soñar a su afición con las semifinales. Todo sucedió, además, con Panko en el banquillo. El americano no tenía su día y Sito Alonso no dudó en tirar de sus hombres de banquillo, que respondieron a su llamada.
El Caja Laboral salió a morder en la reanudación, algo esperado porque el conjunto baskonista no podía permitirse la derrota. Lo que le pasó al Lagun Aro, sin embargo, no era previsible. El escenario, la tensión, la presión del rival… todo se le vino encima al equipo de Sito en el tercer cuarto. Los jugadores habían aguantado hasta entonces, pero se desmoronaron a la vuelta de vestuarios. Un parcial de 12-3 para el Baskonia en cuatro minutos y medio obligaron a pedir un tiempo muerto a Sito, pero el parón no consiguió el efecto deseado. Al contrario. Su equipo, desbordado, perdió hasta seis balones seguidos en ataque, se desmoronó, dejó de defender y el parcial se fue hasta el 23-3. El esfuerzo de los dos primeros cuartos se fue al traste en ocho minutos de pesadilla, en los que los errores se sucedieron sin freno. Es difícil explicar una pájara tan monumental. Solo cabe achacarla a que el peso de la Copa cayó sobre el equipo como una losa. El GBC no encajaba un parcial así desde el 30-10 que recibió en Valladolid, y eso fue a principios de octubre. El caso es que el marcador pasó del 28-38 al descanso a un desolador 51-41 en el minuto 28.
Un triple de Panko, dos tiros libres de Doblas y otro triple de Vidal sirvieron para parar el chaparrón y cerrar el tercer cuarto con algo de esperanza (55-49). Como siempre, cuando peor se le ponen las cosas, este equipo es capaz de aferrarse a los partidos como una lapa pese a que juegue tan rematadamente mal como lo hizo ayer en el tercer cuarto. Vidal, que se echó el equipo a las espaldas en los momentos más duros, convirtió en el inicio del último acto un 2+1 que inspiró a sus compañeros Baron y Panko, desaparecidos en el tercer cuarto pero que anotaron sendos triples para casi igualar el tanteador (59-58). Está claro que, cuando los dos americanos anotan, este equipo puede aspirar a todo lo que se proponga.
esperanza A seis minutos del final, el partido volvía a empezar. Pero, a la hora de la verdad, el Caja Laboral supo manejarse mejor que el Lagun Aro. El maestro en estas situaciones, Prigioni, tuvo mucha culpa en el resultado final. El argentino se hizo dueño y señor del partido y dirigió con un enorme acierto a sus compañeros. Su actuación en esos últimos seis minutos fue una lección de cómo jugar en los momentos de máxima tensión. Enfrente, al equipo guipuzcoano le faltó precisamente esa pausa para poder dar réplica al Caja Laboral. Sus ataques fueron precipitados, desordenados. Pese a todo, un triple de Baron, que no paró de intentarlo, puso un esperanzador 68-63 para el Lagun Aro, que volvió a hacer un último esfuerzo para dar la vuelta al partido. Vidal robó un balón y el triple de Baron lo escupió el aro, que se llevó también las últimas esperanzas de remontada del GBC. Se echó en falta un mayor acierto de Panko, el líder de este equipo.
Esas malas decisiones al final, unidas al fatal tercer cuarto, llevaron a los hombres de Sito a la derrota. Una derrota que pone punto final al sueño y a una apasionante primera mitad de la temporada, que culminó ayer en el Sant Jordi. Una cita histórica que da grandeza al club. La victoria no estuvo lejos y es evidente que la sensación era de cierta decepción, pero el Lagun Aro compitió y se hizo notar en su primera Copa. El orgullo sigue intacto y la capacidad competitiva del equipo sigue vigente. Salir maldiciendo una derrota en la Copa ante el tercer clasificado demuestra que estos jugadores siguen teniendo hambre. El espectáculo continúa en el Sant Jordi, pero luego, cuando la liga regrese, el Lagun Aro tendrá mucho que decir.