Síguenos en redes sociales:

"Por nuestro club han pasado más de 3.000 jugadoras"

Nieves Alza, fundadora y expresidenta del club hondarribiarra, recuerda los duros inicios que vivió el equipo femenino, allá por los años 70, y repasa su trayectoria como jugadora y como directiva del Txingudi Saskibaloi Kirol Elkartea

"Por nuestro club han pasado más de 3.000 jugadoras"I. Azurmendi

hondarribia. Con once equipos federados y una escuela de baloncesto a la que asisten 120 niñas, Txingudi Saskibaloi KE es uno de los referentes más importantes del baloncesto femenino actual. Sin embargo, su creación, hace ya más de 40 años, no estuvo exenta de dificultades.

¿Cómo se le ocurrió formar un equipo de baloncesto?

Jugaba en el club Bidasoa y en 1974 la Gimnástica Ulia nos fichó a tres jugadoras. Nos marchamos a Donostia, pero para nosotras era difícil compaginar los viajes a la capital con nuestros estudios. Así, se nos ocurrió formar un equipo en Hondarribia. Empezamos de cero y tuvimos que convencer a amigas y familiares.

¿Tuvieron que luchar contra muchos incrédulos?

Los inicios no fueron duros, fueron durísimos. Nosotras éramos reivindicativas porque no teníamos más remedio, y pedíamos disponer de unas instalaciones. Llegamos incluso a organizar una encerrona en el polideportivo. Muchos opinaban que era un capricho de cuatro jovencitas y apenas nos hacían caso, pero a fuerza de trabajar y ser perseverantes fuimos ganando terreno. Hoy es el día que muchas de las personas que no nos apoyaron en su momento se sienten muy arrepentidas porque ahora sus nietas juegan en nuestro club.

¿Dónde entrenaban?

Al principio entrenábamos en el patio del Colegio San José, pero no era reglamentario y para competir nos dejaban el polideportivo. Fueron concediéndonos más horas y logramos hacernos un hueco allí.

Desde entonces han cambiado mucho las cosas y ahora las niñas hacen tanto deporte como los niños. ¿Cómo ve la evolución del deporte femenino?

En cinco años hemos conseguido avanzar 20 gracias al trabajo de muchas personas. Nuestro lema siempre ha sido: el mismo balón tiene que servir tanto para una niña como para un niño.Ahora nos queda dar otro paso: que las mujeres se den cuenta de que pueden compaginar perfectamente el deporte con la universidad o con la maternidad.

Al contrario que muchas mujeres, ser madre no supuso un impedimento para usted.

Cuando mi hija era un bebé la llevaba conmigo a los partidos y le daba de mamar en los descansos. Mucha gente lo veía extraño, pero para mi era muy natural.

Desde niña le gustaba jugar al baloncesto. ¿De dónde le venía la afición?

Por mis características físicas, creo que hubiera sido muy buena en atletismo, pero opté por el baloncesto porque una monja nos enseñó a jugar. Desde entonces siempre he estado vinculada a este deporte, como jugadora hasta 1992 y después como presidenta del club. Hace cuatro años acabé cansada de pelear en despachos y preferí seguir trabajando en la sombra, con la escuela de baloncesto en la que tenemos 120 niñas.

¿Se ha sentido apoyada por su familia?

El apoyo de la familia y de mi marido ha sido imprescindible, sobre todo en los momentos duros. En las canchas es donde siempre me he sentido cómoda, porque los despachos y los políticos nunca se me han dado bien. A veces hubiera arrojado la toalla y mi marido siempre ha estado ahí, empujándome hacia adelante.

Txingudi ha vivido muchos momentos importantes. ¿Cuál destacaría?

Hace nueve años conseguimos el ascenso a la máxima categoría. Fue un gran logro porque lo conseguimos trabajando en la propia cancha, y no comprando plazas en despachos.

¿Y de qué se siente más orgullosa?

De que ya tengamos la tercera generación de mujeres jugando y que hayan pasado más de 3.000 jugadoras por nuestro club. Me siento orgullosa de saber que cualquier niña de la comarca ha tenido la oportunidad de jugar al baloncesto.

¿Le ha ilusionado el premio?

Me ha hecho mucha ilusión, sobre todo porque en este momento mi trabajo es más discreto que nunca.