Donostia
"LA parte más importante de la profesión reside en la pista de entrenamiento, no en el partido. Llegados a un cierto punto, has de confiar en los jugadores para traducir a la acción lo que han aprendido en los entrenamientos". Un legado del mayúsculo Phil Jackson, gurú del baloncesto y hasta ayer técnico de Los Angeles Lakers. Hoy está jubilado de los banquillos. Un adiós abrumador, para desvelar muchos sueños venideros. Quizás el preparador depositó en sus pupilos, campeones de las dos últimas ediciones, la mayor de las confianzas, pero estos se comportaron como chicos malos en las semifinales de la NBA que les midió a los Mavericks. El 4-0 habla por sí solo.
Y es que Jackson deja la profesión amargamente, ya que jamás en sus 21 años de participaciones en la fase final, con los Chicago Bulls y Los Angeles Lakers, en dos etapas, cedió en una eliminatoria con tanto aplomo, sin ganar un solo partido. El 122-86 definitivo, el resultado decisivo que se dio en el American Airlines Center, fue sonrojante, pero aún más el hecho de que dos jugadores fueran expulsados por comportamientos violentos alimentados por la frustración del bando angelino. Fueron los casos de Lamar Odom y de Andrew Bynum, la imagen de la prepotencia, como también lo fueron los gestos tras el encuentro, cuando Jackson se quedó solo en la cancha, con la soledad de la derrota y asumiendo su retirada. Un triste final para una leyenda que podría haber escogido cualquier otro momento para su despedida. "Es más que una derrota. Es el bochorno que debemos sentir por lo que no hicimos por él", valoraba Derek Fisher.
Tras este varapalo, Los Ángeles está que arde, pues pocos podían imaginar a los angelinos mordiendo el polvo tan pronto. Así, los más radicales exigen, incluso, el traspaso de Pau Gasol, el jugador que, como se dijo, aupó al equipo del notable al sobresaliente, que permitió alcanzar los dos últimos anillos y que anotó diez puntos en la liza final. Mientras, Kobe Bryant fue el mejor, con 17. Pero sobre la Mamba Negra también llueven las dudas, pues su edad, 32 años, es una incertidumbre versando sobre una superstar, como también ocurre con, por ejemplo, Fisher, de 36 primaveras. Otro al que se le aproxima su ocaso y como también podría suceder con ya veteranos como Odom o Ron Artest, ambos de 31. Todo ello sumado a la marcha de Jackson hace que tiemblen los pilares de un equipo que sufrirá una drástica remodelación de cara a la próxima campaña.
"Es muy difícil para mí pensar lo que va a suceder el año próximo", desvelaba Bryant. Un nuevo ciclo seguro, aires renovados para encarar la siguiente etapa, porque la presente está ya quemada. Así lo entiende el respetable. "Todos sabemos que ellos (los Lakers) siempre regresan y vuelven a ser competitivos", apostillaba Jackson sacando a relucir un halo de esperanza. "A pesar de esta derrota, los Lakers van a sobrevivir", remataba cuasi mesiánico el Maestro Zen, consiente de que dejará un vacío importante en seno de un equipo que mutará. Lo que no se sabe es cómo.
los números de phil jackson A pesar de lo ocurrido en la fase final de 2011, Jackson, de 65 años, deja los banquillos con la mejor marca de títulos (once anillos: seis con los Bulls y cinco con los Lakers) y con 1.640 partidos dirigidos en la temporada regular, con 1.155 victorias y habiendo cedido 332 compromisos. Por otro lado, en los play-offs, el Maestro Zen se va con 333 encuentros dirigidos, 229 triunfos y 104 derrotas. Unos registros envidiables. Pero esa ya es otra historia. Ahora toca ejercicio de supervivencia en Los Ángeles.