- El presidente saliente de Francia, el liberal Emmanuel Macron, aventajó en cinco puntos a su máxima contendiente, la extremista de derechas Marine Le Pen, en las elecciones presidenciales francesas al obtener un 28% de sufragios frente al 23% de la aspirante de la Agrupación Nacional. Francia, que ha vivido semanas de una campaña electoral atípica para dirimir su futuro -y por ende, el de Europa-, con la guerra de Ucrania copando los principales titulares y la desafección de los electores que llevó a que la abstención de disparara en las urnas, ha apostado por los dos principales candidatos para pasar a la siguiente vuelta, fechada el 24 de abril, dejando de lado otras opciones como la del candidato izquierdista Jean-Luc Mélenchon, en tercera posición con el 20% de los votos, la conservadora Valérie Pécresse o el ultraderechista Éric Zemmour, que obtuvieron el 7% y el 5%, respectivamente.

Tal y como se vaticinaba, las elecciones presidenciales cumplieron el guion prestablecido a rajatabla. Estaban llamados un total de casi 49 millones de votantes. Con semejante censo, había ciertas cuestiones que se barruntaban de antemano. Y se cumplieron. La primera de ellas es la solvencia mostrada por Macron, que ha conseguido hacer frente al desgaste manteniendo el tipo. Asimismo, destaca el auge de Le Pen, que como en otras ocasiones ha logrado pasar el corte. Otra cuestión que se cumplió fue la anunciada -y finalmente certificada- irrupción de Zemmour, que no obstante se quedó fuera de la pugna por el Eliseo. Y tampoco se puede pasar por alto el descalabro sufrido por el antaño poderoso partido socialista de Anne Hidalgo -incluso ha tenido responsabilidades en el Gobierno galo no hace tantos años-, que consigue unos paupérrimos resultados con solo el 2% de los votos. Resultó todo un batacazo histórico para la alcaldesa de París, que ve menguado su capital político. También quedó fuera de juego Pécresse, desinflada pese al impulso que vivió a comienzos de campaña. La aspirante de Los Republicanos, de la derecha francesa, no consiguió convencer a sus votantes. La sombra del expresidente Nicolas Sarkozy fue demasiado alargada.

Tampoco lograron superar la barrera inicial de la carrera por la presidencia francesa el ecologista Yannick Jadot, que rondó el 5% de los votos. Ni Jean Lassalle, que obtuvo el 3% de los sufragios, al igual que el comunista Fabien Roussel o el soberanista Nicolas Dupont-Aignan. Quedaron eliminados a las primeras de cambio y ya hay algunas que dejaron bien a las claras la posición que adoptarán de cara a la segunda vuelta de las presidenciales, que se antoja fundamental para conocer los derroteros del futuro del país galo. Cabe resaltar que dos años de crisis sanitaria, sumada a la guerra abierta en Ucrania, ha mermado la capacidad económica de los franceses. Y que ha reflejado una debilidad nunca vista hasta la fecha en el Hexágono. La pérdida del papel preponderante en el contexto europeo ha sido palpable.

La jornada, en todo caso, discurrió con total normalidad y sin apenas incidentes que reseñar. Hubo momentos en los que parecían que se iban a registrar mínimos históricos en la participación. Pero finalmente no fue así. Lo que quedó bien claro fue la confirmación de que Macron y Le Pen pasan a la siguiente ronda. Protagonizarán un nuevo choque el 24 de abril con una distancia solventable y numerosas opciones a tejar alianzas, tanto de compañeros de viaje sospechados como insospechados. La segunda vuelta llega apasionante. Lo cierto es que el incremento del apoyo a la ultraderecha, resumido en las cuotas de voto cosechadas por Le Pen y Zemmour, hacen más que posible que ambos movimientos puedan confluir en una misma dirección. Enfrente tendrán a la izquierda, que podría cristalizar una unión en torno al actual presidente de la República Macron como método para frenar la citada irrupción de la Agrupación Nacional.

La abstención fue una de las principales claves de las elecciones presidenciales. No en vano, fue precisamente esa circunstancia lo que permitió a Le Pen pasar el corte. Para muestra un botón: la movilización resultó baja. A las cinco de la tarde había votado el 65% de los franceses, frente al 69,4% registrado en 2017 a esa misma hora, y también por debajo de las cifras de 2012, según los primeros datos facilitados por el Ministerio del Interior.

En todo caso, los movimientos que se puedan dar durante los próximos días y próximas semanas resultan del todo impredecibles. Y no sería la primera vez que la segunda vuelta depare profundas sorpresas a la hora da dar apoyos a los candidatos. Por lo pronto, ya ha comenzado el baile de sillas entre los pretendientes. Es el caso de Pécresse, que ya ha anunciado que votará a Macron. Lo hizo apelando al voto útil. Acto seguido, la candidata del centroderecha censuró a Le Pen. Aun así, dos semanas de partido abierto son demasiado tiempo a la hora de conocer quién llevará las riendas del Eliseo durante los cinco próximos años.