- El 29 de diciembre de 1991 entró en vigor la ley gracias a la cual 3,37 millones de exciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) pudieron averiguar hasta qué punto sus vidas eran observadas por la Stasi, la temida policía secreta. La Alemania unificada existía desde poco más de un año cuando el Bundestag aprobó la apertura de las actas gracias a los esfuerzos de activistas como Joachim Jauck, más tarde presidente de Alemania, aunque los primeros afectados tuvieron que esperar al 2 de enero de 1992 para tener acceso al archivo.

Los detractores del paso, único en Europa, de abrir las actas de la policía secreta, temían que pusiera en peligro la paz social tras la reunificación, pero 30 años más tarde, y a pesar de que cada uno de los afectados ha procesado la información de forma distinta, Alemania es un país que conoce mejor su historia.

Los problemas para la familia del escritor Hans Joachim Schädlich comenzaron en 1976, cuando el intelectual firmó, como otros muchos, un manifiesto contra la retirada de la nacionalidad al cantautor Wolf Biermann: perdió su trabajo y se le prohibió seguir publicando.

Según rememora su hija Susanne, que entonces contaba 11 años de edad, en conversación telefónica con Efe, el acoso de la Stasi llegó hasta el punto de que llamaban al timbre en medio de la noche cuando sus padres estaban fuera de casa para intimidar a la familia, que al año siguiente abandonó la RDA.

Cuando a finales de 1989 cayó el Gobierno comunista encabezado por Egon Krenz, la Stasi contaba con 91.000 funcionarios y con por lo menos 180.000 informantes, según estimaciones actuales. En aquellos meses caóticos, las fuerzas de seguridad de la RDA trataron de eliminar todo tipo de documentos incriminatorios, y en muchos casos fueron los activistas que ocupaban los edificios públicos los que consiguieron salvarlos de la destrucción.

En 1990, el primer y último parlamento democráticamente elegido de la RDA aprobó abrir las actas, pero la unión con Alemania occidental frenó temporalmente la medida.

Según explicó Joachim Jauck, que se convertiría en el primer director del archivo, en un evento para conmemorar el 30 aniversario de la ley, fue preciso convencer de nuevo al recién nacido parlamento de que “poner un punto final” y barrer bajo la alfombra lo ocurrido era “bueno para los que estaban arriba y malo para los oprimidos”.

Schädlich fue uno de los primeros en consultar su acta, con un pequeño grupo de intelectuales amigos. Según rememora su hija, también escritora, se topaba una y otra vez con informes firmados con el alias “Schäfer”, y hasta que en ellos no apareció un paseo, sin testigos, con su hermano, no cayó en la cuenta de que el confidente era su hermano. Para la familia supuso “una completa catástrofe” y un “dolor terrible”, pero la Susanne afirma que no se arrepiente de haber conocido la verdad, aunque todavía le duele que su tío, que se suicidó en 2007, no aprovechara el tiempo tras la caída de la RDA para sincerarse antes de ser descubierto. Ni ella ni su padre pudieron jamás perdonarle, pero Schädlich reconoce que se trata de una decisión individual y que también depende de las circunstancias en las que alguien se convertía en informante, puesto que muchos eran chantajeados.

Para ella, la apertura de las actas fue un arma de doble filo para la sociedad alemana, puesto que su efecto fue beneficioso para los que sufrieron en la RDA pero también contribuyó a ensuciar su imagen, por lo que a día de hoy hay habitantes del este se sienten “ciudadanos de segunda”.

En cualquier caso, sin la posibilidad de consultar las actas, no hubiera sido posible saber hasta qué punto “se ceñía” en torno a cada individuo “la tela de araña” de la Stasi, afirma la escritora.

Actas destruidas. Pese a que se han cumplido ya treinta años desde la promulgación de la ley que sacaba a la luz los arhivos secretos de la Stasi todavía hay unos 15.500 sacos con fragmentos de actas destruidas que aguardan a ser restauradas -de momento solo ha sido posible reconstruir el contenido de unos 500- por lo que el proceso único de asimilación del pasado al que se dio inicio en diciembre de 1991 todavía no ha concluido.