La investigación policial del suceso que obligó al encierro y posterior desalojo de más de 600 alumnos del colegio Aturri de Hiriburu, próximo a Baiona, no ha hallado ningún indicio de criminalidad. Todo lo contrario: las personas que varios alumnos aseguraron que habían entrado en el colegio tras realizar unos rezos eran en realidad unos obreros que, sí, tras su oración del comienzo de la jornada, se montaron en un coche compartido para ir a trabajar.

Así lo ha asegurado el fiscal de Baiona, Jerôme Bourrier, que ha dado por concluida la investigación. Los tres hombres llegaron a la zona, apartada del centro de la localidad de unos 5.000 habitantes en la periferia de Baiona, aparcaron sus vehículos y tras realizar la primera oración del día, se metieron en un mismo vehículo para dirigirse a su lugar de trabajo.

"Estas tres personas no tienen ningún antecedente penal y no son conocidos para nuestros servicios de inteligencia especializados", ha dicho Bourrier, que ha añadido, contradiciendo la versión inicial de tres alumnos, que ha quedado demostrado que "ninguno ingresó ilegalmente a la escuela".

"Había que reabrir el colegio", ha proclamado el subprefecto de Baiona, Philippe Le Moing Surzur, en declaraciones a France Bleu Pays Basque. "Es lo que recomiendan los expertos", ha añadido, antes de explicar que el regreso a las aulas ha sido con una ligera presencia policial de una patrulla en la puerta y apoyo de un gabinete psicológico. El propio subprefecto ha justificado el regreso también en que el alumnado dispone ahora de dos semanas de vacaciones en el calendario escolar, con motivo de Todos los Santos.

Mañana de incertidumbre

Los hechos sucedieron a media mañana del jueves, cuando varios alumnos dieron la voz de alarma de haber visto a dos personas entrar en el recinto escolar tras rezar en el exterior. En pleno primer aniversario por el asesinato de Samuel Paty, el profesor asesinado por mostrar dibujos de Mahoma, Francia se encuentra en el nivel antiterrorista más elevado, lo que llevó a activar el Plan de Seguridad Especial (Plan Particulier de Mise en Sûreté) tras la alerta.

La Policía francesa, con el apoyo de los militares, fijó un perímetro de seguridad en torno al centro de secundaria, donde había 607 alumnos que fueron encerrados en un punto del instituto por seguridad. Mientras tanto, fuerzas policiales especiales peinaron las instalaciones, sin encontrar a nadie ni nada sospechoso. En ese proceso se produjeron dos pequeñas deflagraciones de dos coches sospechosos, que resultaron falsa alarma.

Pasadas las 15:00 horas y garantizada la zona, la Policía procedió a desalojar a los jóvenes, primero, al frontón de la localidad, y después, ya con sus familias, que se habían congregado en buena medida en el próximo del Ikea próximo.