La huella que el covid-19 ha ido dejando el covid-19 a su paso ha sido terrible. Además del dramático coste en vidas, también ha provocado que numerosas personas que enfermaron, pese a superarlo, quedaran muy tocadas. Las secuelas del coronavirus son distintas casi en cada caso, pero es evidente que quienes sufren de covid persistente ven muy condicionada su vida.

“El complejo sintomático multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido covid-19 (con diagnóstico confirmado o sin él) y que permanecen con sintomatología tras la considerada fase aguda de la enfermedad, persistiendo los mismos en el tiempo”. De este modo define la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) el covid persistente.

Las personas afectadas piden, entre otras medidas, que se afine en el diagnóstico y que el sistema sanitario reconozca el covid persistente como enfermedad, una afección con síntomas diferentes según la persona.

Porque al hablar de covid persistente no se está haciendo referencia a las secuelas que puede dejar la enfermedad, sino a la permanencia en el tiempo de la sintomatología covid.

Lo reconocía ya en marzo a este periódico Oier Ateka, del departamento de Medicina Interna del Hospital Donostia: “En torno al 25% de los pacientes afectados por covid siguen con síntomas después de tres meses”.

La portavoz de Long Covid Euskal Herria, Isabelle Delgado, destaca que, más allá de que la OMS haya reconocido el covid persistente como enfermedad, lo que realmente tiene importancia es que reconozca que esta enfermedad se da entre personas que pueden acreditar haberla pasado por contar con una PCR y en aquellas otras que no cuentan con el aval de esta prueba diagnóstica.

Porque, recuerda Delgado, muchas de las personas que siguen presentando sintomatología covid sufrieron la enfermedad en la primera ola, “cuando apenas había PCR” y en un momeno en el que si se presentaban síntomas no tan graves se mandaba permanecer en el hogar. “La mayoría de los pacientes con long covid, al menos en Euskal Herria, somos de la primera ola”, abunda.

“Quizá ha habido algo de confusión sobre lo que ha dicho la OMS. Lo más novedoso es que ha incluido a los pacientes con infección sospechada, probable, no solo a los de la infección confirmada”, destaca Delgado que recuerda que “la mayoría” de los pacientes “no da anticuerpos cuando se les hace una prueba serológica”.

“Hay mucha gente que no puede confirmar que sufrió la infección y en este tercer seminario que hace la OMS para hablar de lo que llama condición poscovid aguda, es instar a que se tome en cuenta a todos los pacientes que por sintomatología responden a esta patología”, explica.

de la fase aguda a la crónica

Y es que, puntualiza Delgado, “la OMS no ha dado una definición nueva”. El último pronunciamiento del organismo internacional ha “dado más importancia a la enfermedad”, insistiendo en la necesidad de tomarla en cuenta.

La portavoz de Long Covid Euskal Herria aboga porque cuando se haga referencia a esta patología “se la nombre como condición poscovid aguda”, porque así queda en evidencia que lo que “se ha acabado es la fase aguda pero sigue la crónica”.

Sin todavía tener una cuantificación exacta de las personas enfermas con covid persistente, se sigue trabajando sobre la base de que entre el 10 y el 20%” de quienes han sido contagiadas “desarrollarán la enfermedad crónica”.

A diferencia de la mayoría de casos llegados a las UCI, con un importante peso de hombres con patologías previas, las enfermas de long covid, principalmente, “son mujeres, entre 35 y 55 años, sin patologías previas y que venían de tener una vida activa”.

La dificultad de contar con un diagnóstico, al no existir herramientas específicas para ello, ha obligado a muchas pacientes a “volver a sus trabajos” pese a seguir enfermas. “Otras han llegado a perder sus empleos”, constata.

Además, al afectar fundamentalmente a mujeres no es raro que tengan que escuchar que son problemas vinculados a la menopausia, al estrés o a la depresión: “Eso es duro y a los hombres no les ocurre”.

“Yo he pasado por la inspección de la Seguridad Social y porque yo tenía anticuerpos. Si no llego a tener una forma de confirmar la infección, no sé. Hay compañeras a las que no dan crédito, porque todavía no ha salido el código de la enfermedad. Nos han dicho que quizá salga para enero de 2022”, apunta.

Delgado expresó su confianza en que el reconocimiento de la OMS acabe teniendo su reflejo en el sistema sanitario más próximo y se facilite un recorrido que actualmente resulta exhaustivo. “Pedimos que haya profesionales preparados específicamente para tratar esta enfermedad, que nos traten de la cabeza a los pies, porque en la actualidad tenemos que andar de un especialista a otro”, añade.

Este ir de un lado para otro en nada beneficia a personas que, además, pueden tener sintomatología diversa. “Hay algo que sí es coincidente en casi todos los casos, el cansancio extremo de la mañana a la noche”, explica Delgado. “Yo antes iba a gasolina y ahora voy a diesel”, ilustra.

sintomatología diversa

Otro síntoma que se presenta reiteradamente es “la niebla mental”, una sensación como “de borrachera mental”. Pero, más allá, la sintomatología es diversa. Algunas personas presentan cuadros más vinculados a problemas respiratorios y otras musculares, dermatológicos, endocrinos o una combinación de varias.

Entre los síntomas que persisten se hallan los de carácter dermatológico, como urticaria, alopecia y rash; respiratorio, como disnea, tos seca y opresión torácica; de coagulación, hematomas, microtrombosis y acras: oftalmológicos, caso de la diplopia, ojo seco y visión borrosa; osteomusculares, como artralgias, mialgias y calambres musculares; otorrionolaringológicos, como odinofagia, disfagia, disfonía y acúfenos; cardiacos, como palpitaciones, taquicardia, síncope, hipertensión y bradicardia; neurológicos, como mareo, déficit de memoria y falta de concentración; digestivos, como abdominalgia, flatulencia, diarrea, pirosis y dispepsia; psicológicos, como ansiedad, apatía, TOC y trastornos del sueño, y otros muchos como febrícula, escalofríos, anorexia y malestar general.

Mientras no lleguen las herramientas diagnósticas específicas, los profesionales formados en long covid y el reconocimiento de la enfermedad en el sistema sanitario, las personas con covid persistente siguen sufriendo. En muchas ocasiones con el agravante de la incomprensión y la falta de apoyo. “Seguimos moviéndonos pero está costando dar pasos”, concluye.

“La mayoría de pacientes no dan anticuerpos cuando se les hace la prueba serológica”

“Muchas enfermas han tenido que volver a sus trabajos por no tener un diagnóstico confirmado”

Portavoz de Long Covid Euskal Herria