El timo del asfalto ha llegado a Gipuzkoa tras su paso por Navarra y varias empresas han interpuesto denuncia este año víctimas de un grupo criminal que ofrece trabajos de pavimentación que no llega a realizar. "Todo comienza con buenas palabras. Se presentan diciendo que es un servicio de asfaltado rápido, poco menos que un favor, y se acaba convirtiendo en una pesadilla", asegura un empresario guipuzcoano que prefiere mantenerse en el anonimato.

La conocida como 'banda irlandesa', liderada por personas de nacionalidad británica, ha intentado estafar a varias empresas de Gipuzkoa. Esta práctica fraudulenta ha afectado, al menos, a un hotel guipuzcoano, una estación de servicio, una sidrería y varios caseríos. Por lo general, la banda criminal emite facturas de 2.000 euros aunque en el caso del empresario que presta su testimonio a este periódico el fraude ascendió a 12.000 euros. "Yo he hecho todo el recorrido judicial y por eso he podido conocer la trastienda, pero en la mayor parte de casos se abonan pequeñas cantidades que no llegan a los tribunales", asegura.

Confiesa haber pasado "mucho miedo". Habitualmente es una persona aparentemente bien educada y culta de nacionalidad anglosajona la que entra en contacto con empresas para ofrecer trabajos muy económicos. Por lo general, se presenta diciendo que les sobra algo de asfalto con el que se puede arreglar algún acceso deteriorado próximo a la empresa que tratan de estafar. Es habitual que indique que el asfalto está caliente y que si no se aprovecha será necesario tirarlo.

"Así me lo dijeron. Llegaron en un coche. Me explicaron que podían aprovechar ese material sobrante para tapar unos baches que había frente a la empresa. Les di el visto bueno con la mejor intención pero pronto todo empezó a ser muy raro", detalla. "Iban a tapar un agujero y acabaron entrando doce tíos que pedían 12.000 euros".

Para cuando se quiso dar cuenta ya se habían presentado con maquinaria: un camión, dos apisonadoras y un remolque de asfalto. Ofrecían por la obra un precio muy por debajo del mercado. La única condición es que se abonara por adelantado la cantidad estipulada.

EXMILITARES ALBANOKOSOVARES

Los trabajos comenzaron de inmediato, apenas unas horas después de que la víctima hiciera un anticipo. A partir de ahí los integrantes de la banda, que se hacen pasar por trabajadores, tratan de abandonar el lugar de forma precipitada sin rematar la labor acordada. "Luego he sabido que siempre ocurre lo mismo. Los primeros que vienen cuidan la imagen. Se presentan con su chaleco amarillo para dar total verosimilitud pero una vez que está hecho el adelanto los cabecillas se largan y los trabajadores dicen no saber nada. Entre ellos había exmilitares albanokosovares", relata la víctima de este grupo criminal que ha operado en diferentes comunidades del Estado.

Se tiene constancia de que la banda ha operado durante los últimos meses en la provincia de Huesca. La Guardia Civil también tiene constancia de su paso por Galicia. Los afectados por este grupo criminal se reparten por varios países. "Les dije que se marcharan", revela el empresario guipuzcoano, "pero poco después entraron en la oficina dos tíos de casi dos metros de altura exigiendo una transferencia inmediata". Fuentes policiales indican que esta modalidad de pago es la que habitualmente exigen como vía para hacer llegar al instante el importe transferido.

Se valen de este sistema porque la transacción se cierra en tan solo diez segundos y no existe la posibilidad de anular la transferencia. "Los cabecillas de la banda eran irlandeses. Pronto se marcharon, y ahí me quedé frente a aquella situación, sin que hicieran el trabajo al que se habían comprometido", rememora.

Este empresario reaccionó a tiempo. "No estaba dispuesto a que quedaran así las cosas y crucé mi coche antes de que se dieran a la fuga. La Ertzaintza se personó y precintó el camión, que fue con el tiempo el aval para recuperar el dinero adelantado. La víctima acabó llevando a los integrantes de la banda a los tribunales.

"El día del juicio por supuesto que no aparecieron, pero sí se personó su abogado, un letrado de Burgos al que habían contratado los cabecillas, unos clientes irlandeses. Yo le preguntaba, ¿pero a quién estás representando?". Este empresario admite que no comenzó a respirar algo más tranquilo hasta que no vio el dinero recuperado en la cuenta bancaria.