Sebas Linazasoro charla acodado en la barra junto a Txaro Arruti. Ambos son clientes habituales del bar Beorlegi, en el barrio donostiarra de Gros. Euskadi plantea ya "la vida de otra manera" y la imagen que ambos ofrecen no había sido posible desde hace más de un año. "Se nos hace raro consumir apoyados en la barra", sonríen ambos.

Este jueves se ha levantado por fin la emergencia sanitaria, por lo que han quedado sin vigencia las restricciones establecidas hasta ahora, como la prohibición de consumir en barra o de pie en los bares. Han vuelto las conversaciones sin necesidad de estar pegando gritos con la clientela que se colocaba sentada a cierta distancia. "La verdad es que después de todo este tiempo se me hace raro estar tomando un café y tener a gente en el cogote", reconoce Arruti, que apura la consumición "con una sensación extraña".

Después de tantos meses de restricciones, muchos clientes se mostraban un tanto desconcertados. "Lo primero que ha hecho Sebas al entrar, por ejemplo, ha sido preguntar dónde se tenía que sentar", revela Nahiara, Nahi, como le conoce todo el mundo a esta camarera en el barrio de Gros. "Es que nos hemos pasado todo el año en un rincón", le responde este cliente habitual, que ha pedido una cerveza sentado a la barra.

El reecuentro ha sido celebrado, como reconoce Cintia Salas, del bar Tximista. "Estoy que ni me lo creo. En cuanto he llegado, he quitado las mesas de separación y con los primeros cafés servidos cara a cara en la barra se me han puesto hasta los pelos de punta", señala emocionada la camarera, que ya está pensando en la celebración de Nochevieja en el establecimiento.

Frente a ella, acodada en la barra, Sonia Amenedo sorbe el café. "Se echaba de menos todo esto. Hasta ahora no ha sido posible hablar tranquilamente. Entrabas al bar, y siempre pendiente de si hacíamos algo mal. ¿Puedo ir al baño? ¿A qué distancia me coloco de la barra? Ya era hora de acabar con tanta separación, a partir de ahora la relación va a cambiar un montón. Hay necesidad de contacto", asegura Amenedo.

A VUELTAS CON LA MASCARILLA

Hoy se ha publicado la orden en la que se recuerda que, a pesar de la nueva fase, la normativa estatal exige el uso obligatorio de la mascarilla para mayores de seis años en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público. Algunos clientes no lo tenían muy claro. "¿Nos la podemos quitar o no?", pregunta Iñaki Les poco después de entrar al bar Tximista para pedir un café con un compañero de trabajo. "No, con el bozal nos tienen todavía", le responden.

En la orden se insiste en que el uso de la mascarilla es obligatorio "en todo momento" tanto en interiores como en las terrazas, salvo en el momento de comer o beber. Unax De Miguel, del bar Oroipen, cree que se avecina cierto jaleo. "Me da la sensación de que vamos a estar a palos con los clientes a cuenta del uso de la mascarilla. Ayer me lo decía uno sin rodeos: voy a estar en todo momento con el vaso en la mano, y si alguien me dice algo le digo que estoy consumiendo".

Otros establecimientos han optado por echar el freno y mantenerse cautos en esta nueva fase. En el bar La Plata, del barrio de Gros, continúan las mesas de separación junto a la barra. "Me parece que lo mejor es seguir así, es mucho más limpio y ordenado", reconoce Jorge Menéndez, el propietario, que se muestra un tanto cabreado con un nuevo escenario que invita a una normalidad que él no acaba de ver asentada. "¿Después de todo lo que ha pasado, ponernos a celebrar ahora pintxo pote? ¿Y si viene de nuevo la vuelta? ¿Vamos a empezar a contratar a personal para volver a las andadas? Prefiero pecar de prudencia y esperar, porque aquí las cosas se han hecho muy mal".