l cerebro humano está dotado de un mecanismo que le permite poner a media luz o borrar los recuerdos traumatizantes. Es el propio cerebro el que trata de olvidar los malos recuerdos. Por ello, suelen cobrar relevancia los actos de memoria y homenajes, pues hay hechos injustos que nunca han de olvidarse para así evitar que se repitan en el futuro.

Recientemente he conocido la situación por la que pasa y ha pasado Onkologikoa debido a la falta de derivación de pacientes por parte del Departamento de Salud, a pesar de su integración en la red pública en enero de 2019. Un centro con 40 habitaciones y 80 camas, cuatro quirófanos, camas de URPA, hospital de día de Oncología Médica y 25 locales de consulta, amén de sus tecnologías y servicios centrales.

Tengo en mi recuerdo la situación por la que pasaron nuestros ancianos con sospecha de covid-19 en las residencias y en sus domicilios en aquellos meses del inicio de la pandemia en los que se les impedía ingresar en los hospitales por la falta de camas, según decían, con lo que se impidió que se utilizasen con ellos los medios de diagnóstico y tratamiento existentes en los hospitales. Lamentablemente, muchos fallecieron en unas condiciones deplorables.

Fue la gestión la que, a mi juicio, falló, pues tenían un hospital casi vacío, según su diseño para la hospitalización de pacientes, pues se introdujeron modificaciones retirando camas y convirtiendo las habitaciones en despachos médicos, o en consultas cuando en el área correspondiente no estaban todas ocupadas, o en habitaciones con camas desocupadas.

Fue un fallo grave de gestión, en mi opinión, no haber destinado Onkologikoa a la atención de la totalidad del cáncer (PCR-) de Gipuzkoa, concentrando toda la atención del cáncer en él, recuperando la totalidad de habitaciones para la hospitalización y abriendo también las más de 17 consultas durante las tardes, así como instaurando la jornada de tardes en el hospital de día. El Hospital Universitario Donostia (HUD) cerró quirófanos para convertirlos en camas de UCI. Ese mismo gesto de excepcionalidad tendría que haberse planificado para la atención oncológica en Onkologikoa, donde se disponía de espacio suficiente para hacerlo.

La buena gestión, en mi opinión, debió haber significado el traslado del tratamiento del cáncer a Onkologikoa, dejando 60-80 camas libres en el Hospital Donostia y atender así en régimen de hospitalización a una parte importante de los más de 300 ancianos que fallecieron sin poder acudir a un hospital. Esto ha sucedido en Gipuzkoa y esto me duele especialmente como guipuzcoano que ha trabajado en la gestión sanitaria y apertura de algunos hospitales de este territorio durante 24 años.

Envío este escrito porque en la Universidad Libre de Bruselas, donde finalicé mis estudios de Medicina e hice dos años de internado, nos enseñaban que la sanidad no solo era cuestión de la administración y los profesionales, también lo era de los ciudadanos. Ahora, en calidad de tal, envío estas reflexiones. Lo hago porque me formaron para que me importase sobremanera lo que les sucede a mis conciudadanos en materia de sanidad.

Tanto esta actuación, que aunque pudiera tener otros calificativos la considero como fallo de gestión, y la derivación de pacientes a un hospital privado mientras Onkologikoa permanecía casi vacío y sin pacientes, donde tampoco quiero entrar en otros calificativos, me hace pensar que pudiera existir un plan que no terminan de comunicarnos a los ciudadanos. Los ciudadanos queremos saber cuál es el futuro de nuestra Obra Social emblemática y el de la oncología de Gipuzkoa. Háganlo público de una vez.

Quiero finalizar manifestando mi adhesión al acto de homenaje a nuestros ancianos fallecidos en las residencias, protagonizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa en febrero de este año, pues mis principios éticos así lo exigen y en la esperanza de que mis reflexiones expuestas contribuyan a la verdad, y se cuestionen e incluso paralicen proyectos de obras cuya finalidad sea disminuir las camas hospitalarias en estos tiempos de pandemia, o seguir generando vacíos en los recursos hospitalarios que construimos en años pretéritos.

Ex director general del Instituto Oncológico