Tengo simpatía por los funcionarios interinos y su lucha para conseguir la merecida y excepcional fijeza en su puesto de trabajo. Con gran despliegue de medios el ministro, antes de cambiar de cartera, nos dice que ya ha resuelto el tema y que serán indemnizados si causaran baja por no obtener la plaza. Un decreto-ley que no ha contentado ni a la Administración Vasca, a la que parece hurta competencias, ni a los propios interinos porque no se alinea con la sentencia europea. Parece una tomadura de pelo del catalán bailón.

Yo por mi hija mato. Exclamó Arancha, una gaditana, al aterrizar en Palma dispuesta a rescatar a su niña de aquella lóbrega mazmorra donde la Armengol le tenía recluida, comiendo lentejas y albóndigas, a pesar de haber dado negativo a una PCR. Ni cuarentena, ni leches, gritaba a quien deseara escucharle. Conocedora la jueza de cómo se las gastan en Cádiz y defendiendo el derecho a la libre circulación, mal asesorada y sin consultar, creyendo erróneamente que los no positivos no pueden contagiar, dictó un auto judicial liberando a casi todos los niñatos, expandiendo la infección con generosidad por el solar patrio. La madre coraje pudo fundirse en un abrazo conmovedor con la criatura de sus entrañas, antes de llevársela a casa a hacerle unos tirabuzones. Pero es difícil acertar con todos.

La parejita que, en los momentos de reposo del contacto estrecho, se asomaba al balcón, ella con un top muy arrugado color teja, él con aspecto exánime, y eran fotografiados por los medios, también solicitó el hábeas corpus, pero para evitar ser desalojados de la habitación, deseando cumplir una cuarentena estricta. Conducta ejemplar y solidaria, que no fue estimada. Ella, cordobesa, al barco por PCR negativo y él, al hospital. Que les quiten lo bailao.

En algún momento, parece que nuestro comité técnico científico de palo valoró la intervención de una unidad especializada en rescates con helicóptero, para liberar a los adolescentes vascos y tranquilizar así a sus preocupados padres, trasladándolos hasta un atunero bermeano en alta mar para repatriarlos. Se desestimó el operativo por los riesgos que suponía y los posibles traumas para los jóvenes inmaduros. El caso es que todos los malcriados ya han regresado a sus hogares, para poder seguir contagiando a familiares, amigos y vecinos. A las estadísticas me remito.

Así, las nueve niñas de Getxo injustamente retenidas por los pérfidos sanitarios mallorquines, hicieron el viaje de regreso en avión a costa de sus padres, ¡que se note de dónde somos!, siendo recibidas en Loiu con emotivas muestras de cariño y entusiasmo, gritos y aplausos incluidos, por parte de sus sinsorgos progenitores a quienes les temblaba el lagrimón después de tanto sufrimiento. Acudieron, como no podía ser de otra manera, las cámaras de la televisión pública. A veces pienso que no somos un país tan serio como presumimos serlo.

El resto de los jóvenes liberados, en barco burbuja Freixenet a Valencia y luego, en bus rebujito a Andalucía, Galicia y Madrid. Algunos, aprendices de señorito andaluz, se despedían de Palma amenazando con las acciones judiciales que emprenderán los abogados de sus papás. Ya será menos. Al llegar a Valencia, en plan estrellas del rock, se había incrementado el número de positivos a la prueba PCR que les habían hecho al embarcar. Obviamente, al llegar a destino habría más. Los contactos estrechos sin mascarilla. Como es costumbre, esta juerga la pagamos entre todos. Que no falte de nada. Seguimos sin vacuna frente a la estupidez.

Sin ir tan lejos, la negativa a asumir sus responsabilidades, a veces impopulares, del alcalde de Hernani e impedir aglomeraciones, sitúa a la localidad guipuzcoana en una situación grave. Ahora, lo fácil es culpabilizar a Osakidetza y exigir cribados. Esta táctica se repetirá este verano en ciertas localidades. Lo veremos.

El Ministerio de Sanidad deberá procurar la necesaria reforma para armonizar los derechos ciudadanos con las actuaciones motivadas por razones de salud pública que permitan gestionar las cuarentenas sanitarias con más eficacia para evitar la transmisión de enfermedades. Quizás estas disfunciones tengan algo que ver con el levantamiento prematuro del estado de alarma. Ya se ha asentado entre nosotros la variante delta, conocida popularmente como la india porque es un 64% más trasmisible que la variante alfa (británica), mayoritaria en los últimos meses, según una estimación realizada por la Agencia de Salud Pública Inglesa (Public Health England), con datos de Inglaterra y Escocia.

Después de Reino Unido, Rusia y Portugal, España es el estado con mayor número de positivos a esta variante en el continente. El riesgo de que una persona tenga que ser hospitalizada por covid es el doble, si contrae la variante delta que, con la alfa, en colectivos no vacunados, según The Lancet. La pauta completa de las vacunas Pfizer o AZ, reducen el riesgo de covid sintomática en un 80% y el de hospitalización en un 94%, lo que invita a pensar que, en las próximas semanas, aunque las muchachadas en Mallorca y en Hernani hayan acelerado el proceso, al ritmo que va la vacunación, afectará mucho más a los jóvenes, que, por lo general, precisan de menor hospitalización.

También cambian algunos síntomas. De la alfa que, según el Estudio de Síntomas de Covid ZOE del Reino Unido se caracteriza por dolor de cabeza, de garganta, como si de un resfriado común se tratara y pérdida del olfato (anosmia), pasamos a la delta que también cursa con dolor de cabeza y de garganta, abundante mucosidad nasal, fiebre, dolor de estómago, pérdida del apetito, vómito, náusea, dolor en las articulaciones y pérdida de la audición, pero sin anosmia. También se describen diarreas y microtrombosis.

Hoy domingo, crema de calabacín con virutas de ibérico. Bonito con tomate. Melón. Tinto crianza Don Jacobo. Escocés The Glenrothes de diez años. Ya no hay tele. Han sustituido las policíacas por otras pelis insufribles.