n reciente estudio de Amazon, la empresa que suministra y conoce las demandas de medio mundo, asegura que el 52% de los ciudadanos del Estado español que tiene animales de compañía prefiere a sus mascotas antes que a los seres humanos. Incluso dos tercios de los encuestados se refieren a sus animales de compañía como bebé o hijo. ¿Son las mascotas los nuevos bebés de una sociedad que toca fondo en cuanto a índices de natalidad?

Diferentes profesionales y expertos consultados por NOTICIAS DE GIPUZKOA corroboran dos aspectos: por un lado, que con la pandemia de covid-19 se ha producido “un “boom” y, por otro, que se están fortaleciendo los lazos afectivos entre las personas y sus animales domésticos y ello se está trasladando a los cuidados que les dispensamos, “como a uno más de la familia”.

Maitane Sarriegi, encargada de la tienda Maskotxoko de Donostia, cree que estamos ante “una especie de baby boom” de los animales y confía en que no sea algo pasajero y que muchos de estos animales no sean abandonados cuando terminen las restricciones y la gente perciba que su mascota le limita en vacaciones. “Con el confinamiento, mucha gente ha traído animales para entretener a los niños. Lo que veo, por clientes, es mucha gente nueva con cachorritos; no lo digo solo yo, sino que a nivel nacional, lo comentan los comerciales”, afirma.

En su establecimiento del centro de Donostia ofrece peluquería para perros y gatos, además de un servicio de urgencia veterinaria y todo tipo de productos de alimentación “delicatessen” y ropa para animales. La gama es amplia y reflejo del enorme mercado que se ha creado para el cuidado de las mascotas. “No sé si hay más cosas para inventar, desde ropa, la higiene ya no es el champú corriente, ahora hablamos de cosmética para perros. El mundo de peluquería canina es increíble, no solo estética. Se les trata como a uno más de la familia”, afirma.

El boom comenzó, en su opinión, hace unos diez años, pero considera que “aún queda camino por recorrer” y para ello no hay más que mirar a Europa: “El chubasquero es lo más típico. Hace unos diez años se pasó de vender muy poquitos chubasqueros a un montón. A la gente le gusta vestir al perro cuando llueve, mínimamente con un impermeable. Es como tener un paraguas. Hace años no se ponía, muchos por vergüenza, pero se está quitando y ahora ya es algo superinteriorizado”, explica.

El mimo con el que se trata a las mascotas es evidente, especialmente en las ciudades, pero estas tendencias van llegando al resto de núcleos urbanos más pequeños con el tiempo y la gente está “muy concienciada” con el cuidado de sus animales.

“Sobre todo se trata del perro, pero en otras mascotas también se ve: el conejo, los roedores..., de cómo se les cuidaba antes a ahora hay un mundo: en plan gourmet, alimentos de muy buena calidad, cuidados de calidad al conejito. Yo veo conejos que llegan a 13 años, cuando antes igual vivían cinco”, dice Sarriegi.

Admite que en algunos casos, el “gran fallo es que se está humanizando mucho, sobre todo el perro y el gato. El perro es el mejor amigo del hombre, existe una compenetración y unos lazos muy fuertes. Puedes llegar a crear una amistad muy fuerte con tu perro, porque te puede entender muy bien, no te juzga y la satisfacción que sientes es enorme, pero está mal humanizarlo”, aclara, porque “podemos provocarle problemas de ansiedad”.

Paula Calvo es especialista en antrozoología, una ciencia multidisciplinar que estudia las interacciones y el vínculo entre los animales y los seres humanos. Asegura que estos lazos de afecto vienen de lejos. “En el antiguo Egipto se encontraron perros y gatos momificados, en posición cariñosa y de vínculo”, señala. Y añade que esta relación de afecto es “algo intrínseco del ser humano desde que comenzó la domesticación de animales -el lobo fue el primer animal domesticado-, entre hace 15.000 y 40.000 años”.

“Lo que sí estamos viendo es que se comprende de una forma diferente lo que son las necesidades de los animales. Antes decíamos: yo quiero al perro, pero si se muere es lo que le tocaba; y ahora sí hay una preocupación mayor por el bienestar y la salud del animal”, asegura.

Cree Paula Calvo que es fruto de “una evolución cultural”: “Cuanto más desarrollada es una civilización, más se produce este efecto; es un signo de evolución de las sociedades”, esgrime, hasta el punto que los animales de compañía (prefiere llamarlos así) son ya “individuos que forman parte de esta sociedad”.

No tiene nada de malo. “Es adaptativo. No tiene nada que ver con cubrir una carencia, ni con que tengas un trastorno”, asegura. “Evidentemente, hay relaciones insanas y patológicas, como las hay entre personas. Hay un caso típico, los llamados síndromes de Noé, equiparable al síndrome de Diógenes, pero en este caso por acumulación de animales”.

Según Calvo, “es necesario saber poner límites a la humanización, reconocer que cada especie tiene sus necesidades y no aplicar necesidades nuestras a los animales. Si obligamos, por ejemplo, a que siempre vaya en brazos, porque es mi bebé, le estás haciendo un flaco favor. Pero el hecho de decir: ay, mi bebé, no supone nada malo; le puedes llamar lo que te dé la gana”, precisa. Todo ese afecto es posible, dice, porque los seres humanos somos “capaces de humanizar, de empatizar con otras especies”.

Alexander Muela es psicólogo de la UPV/EHU y lleva más de diez años investigando con perros en determinados tratamientos psicológicos, en programas con niños que han sido víctimas de violencia de género e incluso un programa para prevenir suicidios. Conoce bien lo que pueden aportar los animales a las personas. “Todo esto está basado en el efecto que tiene un animal. Hay que tener en cuenta que a nivel evolutivo, los perros han sido muy importantes para el ser humano. ¿Por qué un día un perro es domesticado por un hombre? Porque se pueden ayudar mutuamente para la caza y mejorar la supervivencia”, explica.

Pero si fue así, cómo hemos llegado a establecer una conexión emocional tan fuerte con ellos. Muela es claro. Los animales “no te van a juzgar nunca, te dan un amor incondicional y te van a hacer superar dificultades emocionales”.

Lo explica la teoría de la biofilia, que habla de una atracción especial, innata, de los seres humanos hacia la naturaleza y los animales. “¿Por qué crees que llega el covid y vemos más animales en casa? Cuando la gente ha tenido que pasar mucho tiempo en casa, ha adoptado animales y perros; y es porque sientes mucha ansiedad, hay una permanente amenaza, y quieres sentir el contacto físico, y el hecho de cuidarlo te va a dar la sensación de que eres cuidado. Es como un bebé, la mera contemplación de un bebé o de un animal..., son tan espontáneos, que te llenan. Tiene todos los elementos vitales que hacen que necesites estar cerca de ellos”, concluye.

30%

Según datos del sociómetro vasco de marzo de 2020, justo antes de la pandemia de covid-19, tres de cada diez vascos aseguraron convivir con alguna mascota en casa. Dos tercios son perros, y uno de cada cuatro, gatos. El 70% de los encuestados aseguran no convivir con mascotas. El trabajo de campo se realizó antes de la pandemia, entre el 18 y el 26 de febrero de 2020. Y el porcentaje actualmente seguramente sea mayor al citado 30%. Diversos estudios a nivel estatal sitúan la presencia de mascotas entre el 43% y el 49% de hogares. Y en países como EEUU o Australia ronda el 80%.

No le gustan al 20%. La principal causa para descartar la adquisición de una mascota, con un 24%, es la falta de tiempo, mientras que el 20%, una de cada cinco personas aseguran que no les gustan lo suficiente como para tener una mascota. Un 18% asegura no tener suficiente espacio en casa y suponen un 9% quienes lo descartan porque da mucho trabajo y otro tanto porque su familia no quiere. Un 5% no se lo ha planteado nunca y un 4% cree que sale caro.

El 85% busca “cariño”. El 85% de las personas encuestadas aseguraron las mascotas les aportan “cariño o compañía”, siendo esta la principal causa para su adquisición. Un 8% destacó que le aportan “seguridad o tranquilidad” y solo un 1% los tiene para la caza y otro tanto para trabajos de granja.

Más de la mitad, adoptaría. El 58% de los encuestados asegura que optaría por la adopción para hacerse con una mascota. Un 14% asegura que intentaría conseguirla a través de amigos o conocidos y solo un 4% se plantea comprarla.

Buena calidad de vida. Un 59% de los encuestados considera que la calidad de vida de los perros y gatos en Euskadi es buena y un 24% que muy buena. Solo un 5% creen que es mala o muy mala.

Buena convivencia. Aunque la gran mayoría de los encuestados considera que la convivencia entre perros y personas es buena (68%) o muy buena (13%), una de cada diez personas la califica de mala. Un 85% se muestra preocupada con el maltrato animal.

Los excrementos de perro. El principal problema para la convivencia entre personas y animales es, según un 36% de los encuestados, los excrementos de los perros, mientras que un 10% lamenta que “no van atados o no llevan bozal” y un 9% asegura que los dueños no tienen suficiente control, no respetan las normas o tienen una tolerancia excesiva hacia sus mascotas.

“No te juzgan, te dan un amor incondicional y te van a ayudar a superar dificultades emocionales”

Psicólogo de la UPV/EHU

“En momentos de ansiedad, el hecho de cuidar a un animal te da la sensación de ser cuidado”

“Lo que sí vemos es que ahora se comprende de una manera diferente el bienestar animal”

Especialista en antrozoología

“Es necesario poner límites a la humanización de los animales, pero decirle, ‘ay mi bebé’’, no es nada malo”

“La alimentación ha mejorado mucho: en plan gourmet. He visto conejos de 13 años, cuando antes vivían 5”

Propietaria de Maskotxoko

“La gente está muy concienciada con el cuidado de sus mascotas, sobre todo de los perros”