- José Manuel Ugarte, más conocido como “Dous”, está adscrito a la sección de Investigación de la Ertzain Etxea de Hernani. Se puso el uniforme por primera vez en 1994, y tras más de 28 años desempeñando diversas funciones en la Ertzaintza, afirma haber “visto de todo”. Hoy, precisamente, se cumple un año de la declaración del Estado de Alarma; un año, que en palabras de “Dous”, “se está haciendo demasiado largo, lo cual provoca frustración y crispación en la calle”.

Llevar correctamente la mascarilla, no superar el cupo de cuatro personas en las reuniones, llegar a casa antes de las 10.00 horas, salvo justificante… En general, ¿diría que cumplimos las normas?

-A nivel general la gente cumple, pero sí es cierto que en contra de lo que a menudo se dice, vemos más incumplimiento por parte de personas de mediana edad, que por parte de los jóvenes, que han asumido muy bien el tema de las mascarillas, por ejemplo. sí es cierto que detectamos más incumplimientos en cuanto al máximo de personas por grupo, que ahora son cuatro. Es comprensible, de todas maneras, que a esas edades tiendan a juntarse a pesar de las limitaciones, todos hemos tenido esa edad y lo que queríamos era estar con nuestros amigos.

¿Qué infracciones están detectando más habitualmente?

-Lo más habitual es el uso incorrecto de la mascarilla, con la nariz o la boca sin proteger, e incluso vemos gente que ni siquiera la lleva. Vemos un poco de relajación en las terrazas de los bares, en cuanto a quitarse la mascarilla no solo en el momento de consumir. También con respecto al tabaco o al vapeo, hay muchos que fuman en las mesas, cuando está comprobado que los aerosoles promueven el contagio. No obstante, llevamos ya un año de pandemia y es comprensible que la gente tienda a relajarse. Nuestra labor en este sentido está pedagógica, porque el objetivo es que la gente cumpla las normas, no sancionar. Ahora, si reitera en el incumplimiento no tienes más remedio que denunciar.

Tras un año de pandemia, ¿cómo perciben el ambiente de la calle?

-El ambiente en la calle se nota más crispado, la gente está frustrada por no poder hacer las cosas que hacíamos antes. Yo también me incluyo. A todos nos apetece volver a la vida de antes.

¿Son los altercados, fiestas ilegales o las pintadas aparecidas hace una semana en Arrasate y Hondarribia fruto de la crispación?

-Creo que se trata de ser consecuentes con lo que proclamamos, es decir, si nos quejamos de que nos criminalizan por el hecho de ser jóvenes, no hagamos un botellón. Creo, no obstante, que este tipo de actitudes son fruto, como te decía, de la frustración.

¿La pandemia ha influido en el desempeño de su trabajo? ¿Han cambiado las prioridades?

-Las prioridades no han cambiado, lo que ha cambiado es el hecho de incluir equipos de protección para evitar contagios, sobre todo en el momento de la detención o cuando atendemos una víctima, en la que nos ponemos los EPIs disponibles para estar protegidos al máximo, tanto nosotros como el propio detenido. En el caso de la atención a las víctimas es cierto que la pandemia es un obstáculo a la hora de ofrecer una atención más cercana.

¿Cuál ha sido la situación más dura que le ha tocado vivir?

-Personalmente, en mi familia no hemos tenido ningún caso. Además, soy diabético y por tanto pertenezco a un grupo de riesgo, por lo que en casa hemos sido muy estrictos con el cumplimiento de las medidas para evitar contagios. Mis hijos, adolescentes, se lo han tomado muy en serio y no hemos tenido que insistirles ni en la mascarilla, ni en horarios, ni en nada. Al revés, no entienden que haya gente que no cumpla. A nivel profesional, lo más duro ha sido el fallecimiento del compañero de Donostia, con quien coincidí hace años. Me ha tocado bastante.