Tomar las medidas adecuadas para proteger la salud de las personas residentes en los centros ha sido durante este casi último año que está a punto de terminar el gran reto tanto de la dirección de los propias residencias como de la Diputación. Una labor en la que asesoró el personal del Hospital Aita Menni, entre ellos el director, Mikel Tellaetxe, que cuenta a este periódico cómo fue este proceso y qué espera del futuro inmediato.

“Nos desplazamos a la residencia San Andrés de Eibar porque había un positivo para que nos contaran qué problemas había, qué hacían, y ver qué podíamos aportar. Fuimos más como compañeros que como inspectores a afrontar la situación y tratar de ayudar”, explica: “Quedaron satisfechos, la Diputación nos pidió ir a alguna residencia más y al final hicimos una inspección de todas las residencias de Gipuzkoa”. Dice Tellaetxe que fue “un mes de abril bastante intenso”: “Nos tuvimos que repartir entre cuatro personas. Fue un trabajo exigente, pero necesario desde un punto de vista de colaboración. Trasladábamos experiencias que se habían dado en algunas residencias. En algunos centros el impacto del covid era mayor que en otros, pero la casuística era muy parecida: qué hacer cuando entraba el virus”.

Las medidas pensadas entre las propias residencias y la Diputación, con el asesoramiento de Aita Menni, se basaron en cómo aislar a los residentes afectados por el covid: “Eran temas relacionados con la sectorización, tanto de los internos como del personal, qué hacer cuando había un caso sospechoso, si generar una zona covid... Las residencias son distintas entre sí, las clasificábamos según el tamaño, cuanto más grandes, más fácil era la sectorización. A esto había que sumarle que también había trabajadores contagiados. Las residencias estaban cerradas, pero los trabajadores vivimos en sociedad, y aun siendo cuidadoso no estás exento de poder contagiarte por lo que sea”.

Dice Mikel Tellaetxe que los últimos once meses -casi doce- ha sido “una labor de aprendizaje entre todos a partir de la experiencia”: “Hemos ido aprendiendo cómo ha ido evolucionando la pandemia y qué podíamos hacer en materia de seguridad. Sabíamos que el virus podría entrar en la residencia, lo que había que hacer era contenerlo, dejarlo en unos pocos casos”.

Defiende el director de Aita Menni que “las residencias no estaban abandonadas” y que era “difícil” llevar a los residentes a los hospitales porque estos estaban “desbordados”: “Hay que tener en cuenta que la mortalidad de los mayores en la primera ola estuvo en torno al 30%. Todo eso en mayo fue descendiendo, aunque sabíamos que tarde o temprano iba a haber un repunte, una segunda ola”. Ha sido, por tanto, “un año complejo” en las residencias, y Tellaetxe destaca “la labor de auxiliares, enfermeras, médicos, gente de limpieza, trabajadoras sociales... Han trabajado siete días a la semana y doce horas al día. Eso ha pesado y se habla del cansancio de los profesionales. Afortunadamente, ahora vemos la luz”.

El aislamiento de los residentes ha provocado durante todo este tiempo que hayan visto menos a sus seres queridos: “Ha habido meses con una visita a la semana de familiares o ninguna. En el debate entre seguridad y flexibilización de medidas, la respuesta es fácil porque si flexibilizas, pones en riesgo la salud. La mayor parte de las familias lo han entendido perfectamente y su mensaje ha sido de agradecimiento. Se han hecho muchas llamadas y videollamadas, y en situaciones complicadas se ha flexibilizado ese contacto con la familia”.

De cara a estas próximas semanas, Mikel Tellaetxe dibuja un escenario favorable: “Podrán darse casos, pero no deberían generarse complicaciones. Se está trabajando entre Sanidad y las tres diputaciones en un documento para flexibilizar visitas y comenzar a hacer algún tipo de actividades. Se ha estado observando la fiabilidad de las vacunas que, puede convertir las residencias en sitios seguros”.