- Grandes superficies preparadas para miles de clientes pero atrapadas en pueblos pequeños, confinados perimetralmente, como todos los municipios de Gipuzkoa. El panorama es desolador desde el lunes y los responsables de algunos de estos centros ya han empezado a alzar la voz y solicitar al Gobierno Vasco que haga una excepción con ellos. Pasillos vacíos, parkings para cientos de vehículos convertidos en explanadas, negocios con luces, pero sin clientes. “Estamos de brazos cruzados”, reconocía ayer a este periódico una trabajadora de una de estas grandes superficies.

Mamut, en Oiartzun, una superficie enorme por la que a diario pasan miles de personas, con un hipermercado (Alcampo) de los más concurridos de Gipuzkoa, y medio centenar de establecimientos de ocio, moda, hogar, restauración y todo tipo de servicios. Demasiado para un pueblo de apenas 10.300 habitantes; una ruina si no se deja acceder ahí a los clientes de los municipios cercanos, como sí sucedía en anteriores periodos de confinamiento. “Solo con el público de Oiartzun no podemos vivir”, dice a NOTICIAS DE GIPUZKOA el gerente de Mamut, Jaime Sagastibeltza.

En Olaberria, un municipio con poco más de 950 habitantes (no está en zona roja), junto a la N-I, se encuentra uno de las principales puntos de abastecimiento de Goierri. Un millar de plazas de aparcamiento para los visitantes del hipermercado Lidl, tiendas como Forum Sport y otros establecimientos de deportes, calzado, electrodomésticos, perfumería...

Allí está Carrefour Goierri, una superficie comercial de casi 9.000 metros cuadrados y unas 750 plazas de aparcamiento para sus clientes, con gasolinera incluida. Un monstruo: 26 cajas repartidas en dos plantas de hipermercado y solo tres operativas ayer por la tarde, a las 18.00 horas de un jueves. Tres clientes atendidos y ninguno más haciendo cola en este gigante de la alimentación que da empleo a más de 150 personas.

A la misma hora, un control policial controla el paso entre Beasain y Olaberria, precisamente. Justificante para entrar y salir. La mayoría de los clientes de estas grandes superficies situadas en Olaberria son de Beasain, un municipio con 14.000 habitantes, el más poblado de la comarca. “En la salida de Beasain hay controles cada dos por tres”, lamenta el encargado de uno de estos establecimientos asentados junto a la N-I, en Olaberria: “Ya ves cómo está esto; llevamos así desde el lunes”.

En otro pequeño pueblo pegado a Olaberria, Idiazabal, con 2.300 habitantes, desde el Ayuntamiento se ha divulgado un mensaje por redes sociales a sus vecinos aclarando en qué circunstancias pueden acceder a estas zonas comerciales. “La Ertzaintza nos ha comunicado que será posible acudir a otros municipios a recibir servicios que no haya en Idiazabal. Asimismo, en el caso de Idiazabal, también estará permitido acudir a zonas comerciales más cercanas”. Pero todos son dudas entre los vecinos. Y entre tanto, los pasillos vacíos.

20 días eternos: “que pase pronto”

“A ver si pasan pronto los 20 días”, reconoce a este periódico la dependienta de uno de los establecimientos ubicados junto a Carrefour Goierri. Otros se preguntan si no era “mejor que no nos dejasen abrir”. El panorama era desolador ayer. Alguna tienda incluso ha decidido no abrir durante estos días. “Y así hasta el 14 de febrero, al menos”, lamentan.

Oiartzun es más grande, pero también lo es Mamut. Su nombre ya indica tamaño. Centenares de plazas de aparcamiento, unos 50 locales comerciales de todo tipo: moda, hogar, viajes, bares, hostelería, servicios varios… “Con el público de Oiartzun (no está en zona roja) no podemos vivir. Esta semana la afluencia de clientes ha bajado a un 10% de lo que tenemos habitualmente”, asegura el gerente del centro comercial, Jaime Sagastibeltza. La mayor parte de los visitantes son clientes del hiper.

En el resto de tiendas y negocios de ocio el panorama es desolador. “Aquí, a diferencia de marzo, que se cerró la galería comercial y los trabajadores entraron en ERTE, ahora tenemos todos los comercios abiertos, una afluencia del 10%, con el mismo personal, el mismo gasto en iluminación, escaleras mecánicas… Esto es insostenible”, incide Sagastibeltza.

Y todo de la noche a la mañana. “El sábado se trabajó bien, pero el lunes cayó de forma radical. Si al menos se pudiera acceder al municipio colindante, se nos abriría la puerta de Astigarraga, Lezo y Errenteria. Pero seguir así es inviable”, concluye.