- "Expectación e ilusión". Esas eran las sensaciones ayer por la mañana en la residencia Caser Betharram de Hondarribia, que fue la elegida por el Gobierno Vasco en Gipuzkoa para comenzar con la vacunación contra el COVID-19. Era una jornada histórica y se notaba. Sus residentes y trabajadores iban a ser los primeros guipuzcoanos en recibir los preparados de Pfizer, en lo que supone un punto de inflexión en la lucha contra una pandemia que comenzó hace casi diez meses. El principio del fin de la pesadilla. Así que es normal que las personas mayores que viven en Betharram estuvieran "expectantes" ante la llegada de las dosis correspondientes. "Los residentes estaban muy contentos y esperando en la ventana a que llegaran las vacunas", relataba a este periódico Laura Rodríguez, directora del centro.

Fue a las 11.55 horas cuando llegó a la residencia Caser Betharram de Hondarribia la furgoneta de la Distribuidora Farmacéutica de Gipuzkoa (DFG), escoltada por un vehículo de la Ertzaintza, con las 180 dosis de la vacuna que correspondían al centro guipuzcoano, momento que fue recibido con aplausos por el personal sanitario que se encontraba en el interior y ante la expectación no solo de las personas usuarias, sino de los fotógrafos y cámaras que se encontraban en el exterior dispuestos a inmortalizar este importante momento.

Un operario de DFG entregó la caja con los preparados a las cuatro sanitarias de la OSI de Bidasoa desplazadas a la residencia para llevar a cabo la vacunación y sobre las 12.06 horas Bernardina Escudero, de 87 años y natural de Oiartzun, la persona elegida para ser la primera guipuzcoana en recibir la vacuna, apareció en la sala, caminando con la ayuda de una muleta y acompañada de una trabajadora del centro, para ser vacunada. Bernardina se sentó en la silla y tuvo que esperar hasta las 12.15 para recibir la primera dosis del preparado de Pfizer, ya que esa era la hora prevista para aplicar la vacuna en las residencias de los tres territorios vascos: Betharram, Ajuria (Araba) y Elorrio (Bizkaia). Fue Ainara Sarasola, profesional de Osakidetza, quien suministró esa primera dosis.

"Con esto se acaba todo. Estoy muy bien", señaló Bernardina después de recibir el pinchazo. "No me ha dolido nada", añadió la residente, que se mostraba "tranquila y contenta". "Voy a ser la más famosa de Euskadi", dijo ante la presencia de numerosos medios, a los que saludó antes de mantener en una sala los 20 minutos de observación que requiere el protocolo.

Después de Bernardina Escudero llegó el turno de una de las trabajadoras del centro, Ana Aginagalde, auxiliar de geriatría que señaló que era un día "feliz" y animó a la ciudadanía "a vacunarse sin duda" porque es la solución "para poder volver a la normalidad". Una vez transcurridos los quince minutos que estuvo en observación, reconoció que estaba "más nerviosa" por la presencia de medios que por la vacuna: "Ni he notado el pinchazo".

Las siguientes en recibir la vacuna fueron una residente, Modesta Aranzasti, de 83 años, y la auxiliar de geriatría Irati Figueroa. Así hasta completar las 180 dosis que correspondían ayer a la residencia Betharram. 116 vacunas fueron para las personas usuarias, ya que del total de 118 que hay en el centro solo dos rechazaron recibir la vacuna. El resto correspondieron al personal que trabajaba ayer.

"Es un día histórico", decía Laura Rodríguez, la directora del centro, en medio de una jornada muy ajetreada para ella, ya que, además de procurar que todo funcionara de forma correcta, atendió a los medios de comunicación. "Hay mucha ilusión porque al fin y al cabo es algo que toda la sociedad estaba esperando, nosotros también. Había también nervios, pero no por la vacuna en sí, sino por la presencia mediática desde la mañana". La jornada marchó sin sobresaltos: "Han venido cuatro personas de la OSI Bidasoa que ya conocíamos y junto con nuestro personal sanitario se han encargado de la vacunación. Es una vacuna como cualquier otra, es un proceso sencillo. Todo ha ido bien".

La diferencia con otras vacunaciones es que esta puede suponer "el principio del fin de la pandemia", que ha afectado a toda la sociedad, aunque con especial crudeza a las residencias, donde el COVID-19 se ha cobrado muchas vidas desde marzo. Reconocía la directora del centro Betharram de Hondarribia que los últimos meses "no han sido nada fáciles": "Aquí hay una concentración de personas frágiles, con riesgo de contraer la enfermedad y que puede tener un desenlace fatal. Hemos aplicado unos protocolos muy estrictos y eso en el día a día pesa, es agotador, porque además tienes la incertidumbre y el miedo a cometer algún error y que entre el virus".

Explicó Laura Rodríguez que se vacunaron "todos los residentes salvo dos": "La mayoría ni se han planteado no vacunarse. Para ellos es una oportunidad de poder volver a vivir como antes y están muy contentos". Son 118 las personas usuarias en Betharram, con una media de edad superior a los 80 años y "muchas con más de 90". La directora del centro reconoce que los residentes "esperan" que se alivien las medidas, pero eso no es todavía posible: "Esperamos que la vacunación sea el principio del fin, pero aún van a seguir siendo meses complicados. Mantenemos todas las medidas. Seguiremos las indicaciones de Sanidad y de la Diputación de Gipuzkoa, tal y como hemos hecho desde el principio de la pandemia. Nos hemos sentido súper apoyados por Osakidetza, la Diputación, por OSI Bidasoa...".

Una vez recibida ayer la primera dosis, dentro de 21 días se suministrará la segunda vacuna y luego son necesarios siete días más "para que la persona, en teoría, esté inmunizada", explica Laura Rodríguez, que indica que, en todo caso, será entonces, "cuando se verá si se relaja alguna medida, siempre con el consenso de las instituciones".

"Para los residentes la vacuna es la oportunidad de poder volver a vivir como antes"

Directora Betharram Hondarribia