- José Luis de la Cuesta es el presidente de la Fundación Hurkoa, que cumple 30 años de existencia trabajando en la defensa de los derechos y la calidad de vida de las personas mayores o con enfermedad mental que se encuentren en situación de fragilidad, dependencia o desprotección. De la Cuesta explica a NOTICIAS DE GIPUZKOA cuál ha sido la evolución de Hurkoa y como ha afectado el COVID a su día a día.

¿Quién y por qué se creó Hurkoa?

-Hurkoa se creó en el seno de Cáritas y la creó José María Segura, que era su director. Segura era notario y, cuando se realizó una reforma del Código Civil que permitía que las entidades jurídicas pudieran asumir tutelas, consideró que era importante que Cáritas tuviera una entidad que pudiera tutelar a personas que necesitaban ser atendidas con plena legalidad, lo que en ocasiones pasaba por la incapacidad y el nombramiento de un tutor.

Y Hurkoa comenzó a ejercer esa tutela.

-Había que generar un instrumento para responder bien a unas personas que Cáritas atendía y que estaban mejor asistidas desde el punto de vista jurídico si se hacía con una tutela. A finales de la década de los 90 Cáritas decidió que la fundación también llevara sus centros de día. De alguna manera, Hurkoa empieza a desarrollar la intervención de Cáritas con la tercera edad.

¿Muchos cambios desde entonces?

-Con la llegada del siglo XXI se produce una extensión muy importante de las demandas de atención de las personas de la tercera edad, en especial de las que están desprotegidas, y en la utilización de la figura de la tutela para atenderlas. Ahí empieza nuestra expansión. La Diputación, en vez de hacer lo que se hizo en otros territorios, que es crear una estructura foral dedicada a la tutela, consideró que Atzegi y nosotros podíamos trabajar con ellos y empezamos a colaborar de forma más estrecha. En realidad, la Ley estipula que es la Diputación la que debe ocuparse y asumir la tutela de las personas que se hallan desprotegidas y no tienen a nadie a su alrededor. Pero aquí se entendió que Atzegi y nosotros lo podíamos hacer.

Y se dio el paso.

-A finales de la primera década del siglo XXI se realizó un congreso en el que participaron especialistas llegados de Catalunya, donde ya tenían modelos de atención. No existía aquí un criterio para establecer cuánto costaba una tutela y fue a partir de ese congreso cuando se comenzó a trabajar con bases más firmes. Todavía no está perfectamente afinado lo que es el apoyo de la Diputación, aunque estamos ya muy cerca.

¿Cómo se establece la tutela?

-Nosotros ya entonces empezamos a observar que la tutela, a veces, llegaba demasiado tarde, cuando el juez incapacita a una persona. Pero para eso tiene que verse que efectivamente no tiene capacidad y eso conlleva un proceso. Nos pareció que para poder atender bien a quienes podrían llegar luego a ser personas tuteladas por incapacidad, era bueno que empezáramos a trabajar antes. Ahí comenzamos a formar el programa de fragilidad, Hauskor. Estamos en una primera fase de trabajo con algunos ayuntamientos y sus servicios sociales para detectar a las personas que por su edad, por estar solas o por distintas circunstancias están en situación de fragilidad para así acercarnos a ellas y prestarles apoyo. Se trata de acompañarles y hacer un seguimiento de su evolución.

¿Es esa detección la parte más complicada del trabajo de Hurkoa?

-Hemos concebido el programa Hauskor para desarrollarlo en alianza con quien tenga más cercanía a esas personas. Los servicios sociales de los ayuntamientos deben ser los más capacitados para conocer la realidad de sus propios municipios. Trabajamos con Arrasate, Azkoitia, Pasaia y tuvimos un programa piloto con Irun. Eso nos permite hacer un mapa con las personas que se hallan en estado de fragilidad y desplegar ayudas que los servicios sociales no alcanzan a dar.

¿Cuándo se da el paso de asumir la tutela de una persona?

-Hasta hace unos pocos años la información nos llegaba de los servicios sociales. Nosotros hacíamos un informe de esa persona, que poníamos a disposición de la Fiscalía para la incapacitación en el caso de que considerara que era lo correcto. Entonces asumíamos la tutela. Siempre buscamos que la tutela sea asumida por una persona de su entorno, si es posible. Ocurre que, a veces, da un poco de vértigo, pero cuando hay una familia o un entorno dispuesto a tutelar, nosotros les prestamos el apoyo necesario. En ocasiones no cuenta con un entorno cercano o este no se atreve a asumir la tutela, y en Gipuzkoa es frecuente que la asumamos nosotros,

¿Es un proceso complejo?

-Desde hace unos años está más ordenado, porque en la actualidad es la Diputación la que, en colaboración con nosotros y la Fiscalía, se ocupa de analizar esas situaciones. Nosotros estamos a la espera de que se nos diga a quién tenemos que tutelar. Si tenemos conocimiento de algún caso, lo comunicamos a Diputación para que siga el procedimiento adecuado para adoptar las medidas necesarias.

¿En 30 años, qué cambios se han producido en esta materia?

-Estamos ante una realidad creciente, que requiere de nuevas inversiones y nuevos recursos. Entre los hitos en cuanto al abordaje de esta situación se halla el congreso al que he hecho referencia, donde se aportaron experiencias que nos han servido de modelo para organizar el proceso de tutela. Como Hurkoa, hitos importantes son los acuerdos logrados con Diputación sobre cómo deben valorarse los elementos que están en el marco de la tutela, como la última decisión foral de afinar la subvención que se nos concede.

Y llega el COVID-19. ¿Cómo está viviendo Hurkoa esta complicada situación?

-Pues un poco como todos, como podemos. El covid nos afecta a todos y, lógicamente, tenemos tutelados infectados. En la primera ola tuvimos 21 personas tuteladas contagiadas y fallecieron cuatro de ellas. En esta segunda ola estamos con una veintena de personas que han dado positivo en los centros y, por primera vez, tenemos una persona contagiada por el covid en su domicilio. En esta segunda ola han fallecido tres personas. Es una situación muy dolorosa.

¿Tiene también la pandemia afección en la tutela?

-En el tema de la tutela nos ha obligado a intentar estar más cerca, con todas las dificultades que existen y en un momento en el que se pide que se aumenten las distancias. Pero con nuestros 150 voluntarios, gracias a los cuales podemos desarrollar nuestra labor, hemos tratado de intensificar los contactos.

¿Y en los centros de día?

-En el Centro de Día de las Mercedes hemos tenido también afección por covid. En la primera ola los centros de día tuvieron que ser cerrados y el personal que estuvo dispuesto a ello acudió a residencias para reforzar la atención ante una situación muy dura. Hicieron un gran esfuerzo, muy apreciado en las residencias, pero difícil para nuestros trabajadores. Para la segunda ola hemos tenido que reestructurar el centro para evitar que haya contacto entre los distintos grupos. De este modo, si hay un contagio no nos vemos obligados a cerrar y mandar a todas las personas a casa, sino que está delimitado el número de personas que deben confinarse. Respecto a esas personas, nuestro compromiso es no dejar de atenderlas aunque estén en su domicilio. Que no vengan al centro de día creemos que no es una razón para dejar de estar presentes. Las familias tienen otras cargas, trabajo... y si llevan a estas personas al centro de día es porque no las pueden atender las 24 horas. Nuestro cometido es ir a los domicilios, hacer seguimientos y prestar apoyo a las familias

"Siempre buscamos que la tutela de una persona incapacitada la asuma su entorno, pero a veces no pueden o no se atreven"

"En la primera ola del covid fallecieron cuatro de las personas tuteladas y en esta segunda ola han perdido la vida otras tres"