- La experiencia ha demostrado que la estabilización de la pandemia no es fácil. Al contrario, es frágil, cambiante e inestable, con esos famosos dientes de sierra que tanto cuesta aplanar. Y en esas anda Euskadi, tratando de equilibrar los indicadores que cada día dibujan el parte clínico del COVID-19. En el último, las hospitalizaciones bajan tanto en planta como en las UCI aunque la tasa de positividad, por contra, ha subido hasta el 4,9% y se sitúa solo una décima por debajo del límite de contagio comunitario fijado por las autoridades sanitarias.

Esta actual fase de contrapeso entre unos medidores y otros se afianza y prolonga en el tiempo pero lo hace en una situación delicada, coincidiendo además con las fechas navideñas y ante la amenaza real de una tercera ola en enero. A favor, que se mantiene una evolución positiva del número reproductivo básico -el que establece a cuántas personas puede contagiar un enfermo- que baja hasta 0,87.

También mejora la presión asistencial. Si el lunes había ingresadas 415 personas, el día siguiente solo 391 permanecían en los hospitales vascos: 305 en planta (18 menos) y 86 en cuidados intensivos (6 menos). No había menos personas ingresadas en unidades de cuidados intensivos desde el 29 de octubre pasado. A lo largo del martes ingresaron 38 personas por complicaciones por el coronavirus, una cifra sensiblemente inferior a las 53 que tuvieron que ser hospitalizadas el lunes.

La peor noticia es que esta última semana -del 14 al 20 de diciembre- el COVID-19 se ha llevado por delante las vidas de 93 personas, seis menos que la semana anterior, aunque una de las peores cifras de la segunda ola en Euskadi. Tampoco deja buenas noticias la tasa acumulada en catorce días, que ha subido un poco (282,7 casos por 100.000 habitantes) con respecto a la del lunes: 281,7. El reparto territorial de la carga vírica apenas muestra cambios en estas últimas horas. Araba continúa siendo la circunscripción más afectada por el patógeno; de hecho, ha vuelto a empeorar sus registros en las últimas horas al pasar de 373,8 a 376,6 del último boletín epidemiológico. También Gipuzkoa empeora sus registros y sube de 306 a 311,7.

El único territorio histórico que parece recuperarse es Bizkaia, donde el indicador cae de los 236,1 a los 233,9, muy lejos en cualquier caso de los 50 que marca el nivel de bajo riesgo que sería deseable para enfrentar un periodo tan complicado como el navideño. De momento, la alerta roja (por encima de 500) se mantiene en siete localidades después de que Azkoitia se haya sumado a Aretxabaleta, Arrasate, Azpeitia, Beasain, Ordizia y Arrigorriaga. Y aproximándose a ese umbral peligroso la capital alavesa, donde este pasado martes la incidencia acumulada era ya de 420.

Según los datos facilitados por el Departamento de Salud, este martes se efectuaron en la CAV 9.579 pruebas diagnósticas PCR y test de antígenos (casi dos mil más que el lunes), de las que 473 resultaron ser positivas, lo que arroja un 4,9% de positividad. El 42,8% de las pruebas se agrupan bajo el epígrafe de contacto de personas con COVID y el 31,8% por presentar síntomas. Por edades, el mayor número de nuevos contagios registrados se corresponde con el colectivo de personas de entre 40 y 64 años (172 positivos) seguido por el segmento de población de entre 19 y 39 años (115 contagios) y los menores de 18 años (82 expedientes). Los mayores de 65 años suman 103 casos, de los que 51 son de octogenarios.

Azkoitia ha vuelto a superar la tasa de 500, situación en la que también están Aretxabaleta, Arrasate, Azpeitia, Beasain y Ordizia