s evidente que tiene un conflicto interior que no ha sabido gestionar, y ha pensado que haciéndola desaparecer se iba a sentir mejor, equivocándose irremediablemente. La clave está en la prevención". Julia Rodríguez es psicóloga. Trabaja con adolescentes en esa fase previa a explosiones de ira como la que ha tenido lugar esta semana, con la agresión con arma blanca de una menor de 17 años a su madre en el barrio donostiarra de Egia, hechos en los que también participó el novio de la chica, de 16.

El suceso pone de manifiesto el enorme resentimiento y malestar que puede llegar a anidar en el seno familiar, hasta tal punto, que una menor llegue a perpetrar a sangre fría un plan para dar muerte a su propia madre. "Ante este tipo de situaciones extremas, creen que la culpable de ese dolor es la persona que tienen enfrente, y cuando ese dolor es tan intenso, solo ven una salida: hacerla desaparecer. Como no se atreve a hacerlo sola, pide la colaboración del novio. Algo le tiene muy dolida, y el resultado es el que hemos visto. Pero la realidad es que ese malestar no solo se mantiene sino que aumenta", advierte esta psicóloga que trabaja en Agipase, la Asociación guipuzcoana para la Resolución de Conflictos Familiares.

El Departamento vasco de Seguridad confirmó que el suceso ocurrió en torno a las 20.20 horas del lunes, en el interior de un domicilio del barrio donostiarra de Egia. La agresión se produjo con un arma blanca. El martes por la tarde la víctima fue trasladada a planta después de haber sufrido una herida sangrante tras el ataque en la zona del abdomen y varios cortes en otras partes del cuerpo que inicialmente requirieron su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Donostia.

el silencio como agresión

Los episodios de violencia crecen exponencialmente en el hogar. Es una realidad que la psicóloga viene observando desde hace años entre muchos adolescentes incómodos con sus padres y madres.

Una relación en la que hay muchos silencios, que pueden doler tanto como una agresión física. Lo más importante, recalca Rodríguez, es atender los episodios previos. "Hace falta terapia para adolescentes. El mecanismo que tienen es el siguiente: mi madre es una pesada, me amarga la vida, ojalá se muera. Es el sentir que tienen habitualmente. Por eso hace falta desgranar, ir eliminando una a una todas esas capas de resentimiento que se han ido acumulando para ver dónde nace tanto dolor. Hay que conocer cómo ha ido creciendo ese malestar para ayudarles en el proceso, actuando cuanto antes". Durante ese itinerario hace falta orientar a los padres y madres, "porque, si se comportan como lo hacen sus hijos, no se les dan las herramientas que están buscando".

¿Qué es lo que expresan estos adolescentes en las terapias? "Son de poco hablar, pero lo que entiendo cuando les miro es que se sienten muy mal y no terminan de entender cómo ni por qué. Reaccionan así porque los padres son los que intentan poner normas y frenar su comportamiento. Están muy perdidos por algo que les ha pasado, bien en la infancia o durante la adolescencia".

Estas conductas también están muy relacionadas con las adicciones y los comportamientos compulsivos. Actualmente existe "una alarma social" por el avance del ocio digital y el mal uso de las nuevas tecnologías y sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. La solución final, observan los expertos, involucra a las autoridades, que deben regular el sector y su publicidad para proteger a los menores de edad. Mientras esto no sucede, conviene que los padres conozcan los mecanismos y fases iniciales de la ludopatía para prevenirla o detectarla a tiempo, antes de que se convierta en un problema familiar grave.

"Casi siempre suele haber consumos de drogas y un uso desmedido de las nuevas tecnologías. Los padres se sienten muy perdidos cuando las cosas han ido demasiado lejos porque si no les han puesto límites de niños, luego es muy tarde", explica Julia Rodríguez.

Desde hace años, añade la psicóloga, venimos observando "un grupo muy grande de adolescentes enganchados a la Play y fumando porros, un grupo a valorar que hay que tener en cuenta. Desarrollan su vida en casa, apenas salen a la calle y suelen utilizar mucho las redes sociales. Me parece un grupo muy preocupante. Hay que estar muy atentos porque si estas prácticas ocupan buena parte de la vida de los hijos, el desenlace puede ser imprevisible".

"Casi siempre suele haber consumos de drogas y uso abusivo de las nuevas tecnologías"

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