- Euskadi ha entrado en una preocupante dinámica en la pandemia del COVID-19, con muchos días rondando o superando los 1.000 casos diarios, tendencia que, no solo no baja, sino que aumenta con un último boletín que indica que el viernes hubo hasta 1.500 nuevos contagios en la CAV, récord diario. "Cuando hay una transmisión comunitaria y se pasa cierto umbral, es muy difícil volver atrás", asegura un experto en la materia como es el vizcaino Javier Garaizar, catedrático de Microbiología de la UPV/EHU que explica por qué se están produciendo tantos positivos: "Cuando hay miles de casos y estos a su vez tienen otros miles de contactos, la cosa se complica enormemente". Y describe de forma contundente la situación epidemiológica actual: "La infección es exponencial y sin control. Cuando hay pocos casos y un control férreo sobre ellos, se puede controlar... pero ahora el virus está fuera del control de los rastreadores. Es lo que se denomina transmisión comunitaria".

Según Garaizar, la dificultad para controlar la expansión del coronavirus está principalmente motivada porque "hay muchas personas asintomáticas, esa es la pega fundamental": "Hay un porcentaje muy elevado de personas asintomáticas, que no saben que tienen la enfermedad, y que sin embargo transmiten la infección si no cumplen las medidas, por ejemplo, ponerse en todo momento la mascarilla". Así que toca hacer "un esfuerzo muy importante para romper esta cadena de transmisión". Sin excepciones: "Muchas personas son asintomáticas y hacen vida normal, sobre todo los jóvenes, aunque también algunos adultos. Están en grupo, se quitan la mascarilla y luego llevan el virus a casa y lo transmiten. No se puede estar en una terraza tres horas con un café con leche, la mascarilla quitada y no respetando las distancias. Hay que estar con la mascarilla puesta".

Con un número elevado de contagios, como sucede ahora tanto en Euskadi como en todo el Estado, "el virus se transmite de forma exponencial. El índice reproductivo básico debería ser inferior a uno, y los últimos días está siendo de 1,1 o 1,2, lo que significa que cada persona lo transmite a más de una persona, y por tanto hay más posibilidades de que llegue a gente mayor y gente con patologías con son las que acaban en los hospitales".

Dice Garaizar que hay que "bajar la cifra de contagios y volver a aplanar la curva". Para ello no cabe otra solución que "limitar al máximo" nuestra vida social: "Con mucho daño para la sociedad, tenemos que aislarnos, prescindir del tema social: bares, restaurantes, cines, etc. Hay que hacer ese esfuerzo durante unos meses y limitar al máximo la vida social si no queremos prolongar esta agonía durante más tiempo. Y eso significa quedarse en casa. Este virus se transmite a través de la cercanía con las personas, no es como otros virus que tienen una transmisión aérea muy clara. El asunto es reducir el contacto con las personas".

pedagogía necesaria

El profesor de la UPV cree que hay que hacer "mucha pedagogía" con la población, "desde los quince años para arriba, que es la gente que hace vida social. Los niños se ha visto que no son problema porque son los que están más concienciados": "Hay que decir que las restricciones no son un tema de privación de libertad ni nada de eso, sino un tema de prevención de salud pensando en las personas más vulnerables, y eso se consigue dejando de estar juntos durante una temporada. No es cuestión de que queramos cerrar los bares, sino de que hay que salvar vidas, eso hay que explicárselo bien a la gente". Y matiza Garaizar que "por supuesto que los hosteleros tienen derecho a pedir ayudas económicas y por supuesto que el Gobierno debe dárselas".

El catedrático en Microbiología considera que las medidas impuestas por el Gobierno Vasco "son correctas", aunque llegan "algo tarde, porque ya hay transmisión comunitaria". En este contexto de necesidad de aislamiento y de prescindir de la vida social, considera que hay aspectos de la vida "muy valiosos que hay que proteger, que son el trabajo y la educación". "Hay que seguir trabajando, pero todo lo que sea teletrabajo, adelante. Aquí estamos en un 5% de teletrabajo y en algunos países nórdicos, en el 30%. Y la educación primaria y secundaria, y parte de la universitaria, tiene que ser presencial, se necesita ese contacto. Mantener eso es fundamental. Y la parte social, sacrificarla. No queda otra".

El transporte público es otro de los puntos polémicos dentro de la situación creada por el COVID-19, ya que son habituales las quejas de la gente que ve cómo el autobús, el topo o el metro van más llenos de lo recomendable. "Dijo el otro día el consejero de Transportes (Iñaki Arriola) que no se asocian brotes con el transporte, supongo que tiene los datos". Eso sí, Garaizar recomienda "usar la mascarilla FFP2 si eres usuario de trayectos largos en el transporte público. A lo mejor la mascarilla de tela está bien para pasear, pero en lugares cerrados animo a la gente a que se ponga la FFP2. Y en el ambiente externo, que se mantengan las distancias de seguridad, que no nos tenemos que acumular todos ahí aunque estamos al aire libre".

la solución: el aislamiento

Una vez analizado el momento actual de la pandemia, insiste el microbiólogo en que no ve "más solución" que "aislarse y no hacer vida social". Si no, tocará regresar al confinamiento "como han hecho en Israel, cuando la cosa se ha desbocado han vuelto a casa y han conseguido bajar la curva". Por tanto, ¿estaríamos aquí también abocados al confinamiento? "Sí, yo creo que sí", admite Garaizar: "Si seguimos sin entender cómo se contagia el COVID-19 y no se controla la transmisión, habrá que tomar esa medida. Tenemos que interiorizar lo del tema social".

Avisa el catedrático de la UPV que, sean cuales sean las medidas y restricciones que se adopten, "esto va para largo": "Hay que entender que, incluso si hoy hubiera un confinamiento total, no se verían resultados hasta diez días después, así que estaríamos en casa viendo cómo se mantienen o incluso aumentan las cifras". Admite que la gente esté "harta y cansada", pero asegura que "no hay más solución que tomar medidas y tirar para adelante. Es un tema de responsabilidad individual y colectiva. No puede ser que el virus entre como un elefante en una cacharrería en residencias y hospitales. Hay que pensar que estamos salvando vidas de gente que ha dado todo por nosotros".

Para Javier Garaizar, el ejemplo a seguir es el modelo de Japón: "Es un país que conozco bien. Mi hija ha vivido ahí 18 meses, seis de ellos con la pandemia. Al principio de todo esto, la gobernadora de Tokio, una ciudad de once millones de habitantes, dijo: Es recomendable que disminuyamos los contactos sociales. Y eso fue suficiente. Así han mantenido el COVID-19 a raya, con mucha disciplina social. Lo que pasa es que aquí pensamos que las normas no son para nosotros, sino para los otros". Aprovecha el microbiólogo para insistir en que "no hay recetas mágicas ni trucos ni atajos. Tenemos que ser respetuosos con las normas que nos dicta el Gobierno, asesorado por los científicos. El virus es un enemigo oculto, muy listo y muy contagioso. Tenemos que dejar de mirar nuestro ombligo y mirar también el de los demás".

Garaizar advierte de que esta situación "va para largo", ya que todavía se desconocen muchas cosas sobre el comportamiento del virus

"Tenemos que aislarnos, prescindir del tema social: bares, restaurantes, cines, etc."

Catedrático de Microbiología de la UPV