n la misma semana se han juntado el cambio de hora, el clima invernal y el toque de queda. Una combinación "terrible" para la hostelería guipuzcoana que ha tenido que adaptarse a las nuevas restricciones adelantando su horario de cocina o incorporando el servicio a domicilio. Un esfuerzo que, no obstante, ven insuficiente ante el temor de la población al COVID -"la gente solo quiere comer en terrazas y el tiempo no acompaña"- y que les ha obligado a reajustar sus plantillas.

"Ha sido la peor semana desde que se abrió tras el confinamiento", afirma rotundo Nacho Ugarte, propietario de los cafés Siete, Ocho y Nueve de Donostia, para quien, con las temperaturas otoñales, el cambio horario y el miedo de la población a la enfermedad con las nuevas restricciones, "podríamos cerrar perfectamente a las 20.00 horas". De hecho, de domingo a jueves ha decidido prescindir del turno de cocina de la tarde-noche en beneficio de adelantar el de las mañanas. La esperanza, aunque no las tiene todas consigo, está en los fines de semana.

El hostelero Iván García Caballero también ha tenido que reorganizar sus diferentes negocios en Lasarte-Oria como consecuencia de las nuevas medidas del Gobierno Vasco. Hace dos semanas ya decidió cerrar su restaurante Atotxa ante "la falta de movimiento" y estos días ha ampliado el horario de sus bares Bus, Isla Plaza y Taberna Zubieta reajustando su personal. "Ahora mismo me conformo con poder mantener a la plantilla", señala. Algo que ve complicado: "Si ya de por sí estas fechas no suelen ser buenas, con el toque de queda, de 21.00 a 23.00 horas esto está vacío. La gente, sobre todo entre semana, prefiere quedarse en casa".

"Tenemos mucho miedo de que la gente no se anime a salir y tengan pereza por ir a cenar fuera un viernes o un sábado sabiendo que a las 23.00 horas tienen que estar en casa", se lamenta, por su parte, Ander Esarte, dueño del restaurante donostiarra Txuleta, que ha ampliado el horario de cocina al mediodía y ha adelantado el servicio de la noche desde las 19.30 horas. "La gente es consciente de las normas desde el primer día. Yo ya he tenido que mandar gente al ERTE. Estamos en una situación insostenible. Así no salen los números", apunta.

En Xanti Jatetxea han optado por reducir la plantilla al mínimo, "aguantando solo con los de casa". "La poca gente que viene a cenar lo hace sin reserva, sin tener muy claro si pueden hacerlo -han adelantado también las cenas a partir de las 19.30 horas-, pero a las 22.15 horas esto está ya vacío", explica Begoña Dendategi, al tiempo que indica que la ausencia de clientes a última hora tiene que ver mucho con los nuevos hábitos de la gente para hacer deporte en Anoeta, donde están situados. "La gente viene al polideportivo antes porque tienen que estar pronto en casa cuando hasta ahora podían venir a última hora y tomarse un café al irse", comenta.

El otro gran problema al que se ha enfrentado la hostelería del territorio en esta primera semana de normas es la limitación de movimiento. "No voy a decir que en Lasarte-Oria precisamente tengamos muchísima gente de fuera, pero esto nos limita solo a la gente del pueblo. Es reducirnos todavía más los clientes en una situación terrible", indica García Caballero.

"Los primeros días la gente no sabía si, si eras de un municipio colindante, podías ir a un bar de Donostia o no. Ante el temor no se han atrevido a venir. El martes, que es cuando comenzaron las medidas, por ejemplo, solo teníamos dos personas para cenar y eran del hotel de al lado", cuenta la trabajadora del restaurante Xanti.

Si el cliente no viene a tu negocio, ve tú a su casa es lo que parece que han pensado algunos de estos hosteleros, que han incorporado el servicio a domicilio con el fin de paliar las pérdidas. Es el caso del restaurante Txuleta, que en el confinamiento optó por llevar comida a los hogares y lo mantiene. "No lo hemos quitado y aunque, una vez que pudimos abrir con normalidad, los servicios bajaron bastante, se ha mantenido la demanda. Incluso estos días con las nuevas normas", observa Esarte.

Ugarte también convirtió sus negocios a este servicio durante la cuarentena y piensa reactivarlo de cara a las próximas semanas: "Es algo que estamos estudiando porque no hay reservas".

Comida a domicilio, plantillas reducidas, horarios adaptados a la nueva realidad... Medidas todas ellas dirigidas a que los negocios sean rentables, pero, tal y como afirman los hosteleros, seguramente sean insuficientes. "El futuro es muy preocupante. No tenemos ninguna seguridad y encima no vemos que vaya a haber ningún tipo de apoyo que nos ayude a mantenernos", teme el dueño del Txuleta, mientras que García Caballero augura unas semanas muy negras. "Hay mucha dedicación para poco beneficio", concluye.