esde que era niño ya despuntaba por tratar de mejorar las cosas. La innovación ha sido la pasión por la que se ha movido Marcelino Pérez de la Orden, un jubilado pamplonés que ha ideado una especie de capucha para instalar en los asientos de medios de transporte y que sirve para limpiar el aire que respiran los pasajeros. Se le encendió la bombilla al fijarse en la capota de los carritos de bebé, que les protegen del sol o de la lluvia y viendo, precisamente, la que esta cayendo con el tema de la pandemia, se le ocurrió que podía ser un buen instrumento para evitar contagios en lugares cerrados. Ahora busca que alguna empresa compre su idea para desarrollar el prototipo de la capucha.

Hace años que ya no ejerce, pero trabajó en Iberduero y en la Papelera de Sangüesa, además de en varias empresas extranjeras tras estudiar Maestría Industrial Eléctrica. Siempre le gustó innovar y mejorar las cosas y, tras las inundaciones que asolaron la Comunidad Valenciana, en las que muchas personas se quedaron atrapadas en ascensores, ideó un sistema con una batería auxiliar con la que los elevadores tardaban más en desplazarse pero evitaba que se parasen. "La idea la cogió el grupo Uralita y después la patentó. Me pagaron bastante dinero y luego la compraron más compañías", recuerda Marcelino.

Ahora acaba de idear la capucha para medios de transporte, "aunque también se puede usar en oficinas o aulas de colegios, en cualquier sitio que sea cerrado", matiza el pamplonés. En concreto, consta de una especie de cúpula que se desplegaría desde la parte de atrás del asiento hasta casi el pecho. En la parte de atrás, una válvula aspira y succiona todas las partículas que haya dentro de la capucha. "Por detrás del asiento bajaría un tubo por el que esas partículas viajarían hasta un colector central. Después de cada viaje bastaría con desinfectar todo el aparato y se podría usar por otro pasajero", apunta Marcelino. Tampoco tiene una gran complejidad en el montaje y no haría falta cambiar los asientos, ya que sería la propia capucha "la que se adaptaría y se encajaría en los asientos".

De momento solo tiene la idea, pero ya ha contactado con él la empresa de vuelos Iberia para valorar su incorporación a los aviones. "Habría que hacer el prototipo, pero me parece una muy buena idea ya que se pliega, gracias a las varillas, y apenas molesta", comenta. Su precio, calculando el coste de la capucha, el tubo y el aspirador, ascendería "como mucho a 15-17 euros por unidad". Además, en el caso de los aviones, la capucha no necesita el aspirador ya que "el propio vacío que se genera al llegar a una altitud alta absorbe todas las partículas del aire".

Pero el problema que tiene Marcelino ahora es que no tiene los medios para desarrollar un prototipo y poder promocionarlo, por eso busca a empresas a las que les guste la idea para que pongan los medios para ejecutarla. "Es algo que se puede utilizar en muchos ámbitos, también en la hostelería, aunque tendría una estructura distinta, claro. Daría mucha vida al sector de cara al invierno que no se puede estar en terrazas", defiende Marcelino.

"Se puede usar en transporte, en oficinas o en aulas, en cualquier sitio que sea cerrado"

Jubilado pamplonés