- Si la pregunta "¿y ahora qué hacemos con los niños?" se plantea habitualmente en muchos hogares cuando llegan las vacaciones escolares, este año no ha sido necesario esperar a esas fechas. La pandemia de coronavirus y la suspensión de clases y actividades presenciales adelantó varios meses la cuestión del cuidado de los menores y recrudeció los problemas de conciliación existentes en miles de familias. Muy a menudo la resolución de esas responsabilidades familiares recae sobre las mujeres con un cambio en su situación laboral.

Un estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa constata que en verano las mujeres pasan del empleo a la inactividad en mayor medida que los hombres, ocasionando consecuencias negativas para ellas a corto y largo plazo. Un 35% de las mujeres aducen responsabilidades familiares o razones personales para pasar a la inactividad en verano, mientras que, en el caso de los hombres, este porcentaje alcanza solo el 9,5%. Los autores del estudio apuntan también que las mujeres que se pierden para el mercado laboral están mejor preparadas y cuentan con más experiencia laboral que los hombres.

Destaca el estudio que el motivo principal que impulsa a las mujeres a dejar su trabajo cuando llegan las vacaciones escolares es asumir las cargas familiares, pero los expertos también advierten de que esta solución no es eficiente desde un punto de vista económico o social. Los datos demuestran que hay muchas más madres que transitan de la ocupación a la inactividad dentro del colectivo femenino, en general, que padres que tomen esta decisión dentro del colectivo masculino. Y esto se da de forma más generalizada en el tercer trimestre de cada año.

A la pregunta "¿cómo resuelven las familias el problema de la conciliación laboral y familiar cuando termina el colegio, en verano?", el informe responde que "las madres son las grandes damnificadas en el ámbito laboral" , debido, entre otros factores, a que "para las mujeres, la atención de las distintas cargas familiares es una razón muy importante para pasar a la inactividad en verano, mientras que para los hombres es un motivo de mucho menor peso". El informe, elaborado por profesores de la Universidad de Valladolid, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Alcalá de Henares, indica que "entre los años 2010 y 2019, las mujeres que pasaron a la inactividad representaron un promedio de 325.730 mujeres en el tercer trimestre del año, mientras que solo 220.260 hombres tomaron esta opción. Lo que parece una solución al problema de la conciliación familiar se convierte en una solución ineficaz, ya que se genera un mayor problema a largo plazo: se producen interrupciones laborales en el colectivo femenino y se reduce el salario real y potencial de las mujeres en el mercado laboral español. Asimismo, cabe señalar el motivo de la ineficacia de esta solución: actualmente, las mujeres que dejan el mercado laboral en verano tienen un mayor bagaje profesional que los hombres que pasan de la ocupación a la inactividad".

Una vez comprobado que durante los meses de verano -del segundo al tercer trimestre- las mujeres abandonan su trabajo en mayor medida que los hombres, los autores se preguntan por qué razón estas mujeres pasan a la inactividad, ni trabajan ni buscan empleo. "En buena medida -señala el informe-, porque se hacen cargo del hogar, de sus hijos y del conjunto de cargas familiares, lo que llega a ser incompatible con el desempeño de sus tareas laborales. Casi cuatro de cada diez mujeres (35,29%) que transitan de la ocupación a la inactividad entre junio y septiembre admiten que lo hacen por este motivo: las cargas familiares. En cambio, solo uno de cada diez hombres (9,5%) justifica el abandono del mercado laboral por motivos familiares".

Este año, en el que los niños llevan en casa desde marzo debido a la pandemia de coronavirus y la suspensión de las clases presenciales, el abandono del empleo por parte de las mujeres que no encuentran otra manera de conciliar ha tenido unas características especiales. Según un informe elaborado por Emakunde para analizar el impacto del COVID-19 en la población femenina de Euskadi, la opción de teletrabajar a la que muchas y muchos trabajadores se han acogido voluntaria u obligatoriamente ha facilitado el cuidado de familiares. El texto de Emakunde afirma que "el teletrabajo ha amortiguado la pérdida de empleo en algunos sectores y ha posibilitado conciliar el cuidado puntualmente durante el confinamiento, si bien, a largo plazo, comporta riesgos para las mujeres". Riesgos como que estas asuman mayores cupos de trabajo doméstico, en especial, en relación con el cuidado de hijas e hijos. Las expertas de Emakunde añaden que la situación de inequidad de partida en el reparto de las tareas dentro del hogar supone que las mujeres se vean sometidas a mayor presión por compatibilizar el teletrabajo con el cuidado de la familia y las tareas domésticas.

El informe La igualdad en época de pandemia concluye que "mientras no haya corresponsabilidad social para el reparto de las tareas de cuidado, estará en riesgo el bienestar y la efectividad de aquellas mujeres que tendrán que hacer malabares para responder a las exigencias del trabajo dentro y fuera de casa. Para aliviar la situación, es probable que recurran a estrategias tales como la reducción de jornada o el abandono temporal del empleo, lo que reducirá sus oportunidades de inserción laboral, desarrollo y progresión profesional, y limitará su autonomía económica".