e estado con aita y le encuentro peor. No sé cómo decirte. Como si se hubiera hecho más mayor de repente. Como si hubiera empeorado". Desde el confinamiento, muchos hijos e hijas ha notado que "algo pasa" con sus progenitores nada más verles. Pero, a veces, no se sabe definir esa sensación de que algo no marcha bien.

El programa Adi, de apoyo psicológico, ha sabido dar respuesta a esa inquietud. Puesto en marcha a principios de junio por el departamento de Empleo y Políticas del Gobierno Vasco a través del fondo Inor atzean utzi gabe, el programa Adi ha llegado a más de 250 personas. En su gran mayoría, mujeres mayores -ocho de cada diez-, quienes manifiestan temor a salir a la calle, temor al contagio y mucha angustia por la incertidumbre sobre el futuro.

Pero, durante estos meses, también se ha ampliado el abanico a familias con personas con discapacidad o dependientes; así como a personas con condiciones sociales muy precarias. Caso de mujeres inmigrantes que, además, sufren la angustia por la situación de la crisis sanitaria en sus países de origen.

"Al principio, las personas mayores o sus hijos nos llamaban muy asustadas, se sentían muy solas por el aislamiento. Había mucho sentimiento de soledad y, sobre todo, de miedo a toda esta situación, de no entender qué estaba pasando", explica Ana Agirre, responsable del programa Adi.

Ahora, sin embargo, la situación ha evolucionado y el equipo de psicólogas atiende a personas que, en estos momentos, temen salir de casa. Un temor que se ha acentuado con los rebrotes que se han ido viviendo en la Comunidad Autónoma Vasca durante el verano y que ha llevado a algunas personas mayores a retomar la atención psicológica por un empeoramiento en su estado de ánimo.

"Los síntomas principales tienen que ver con la ansiedad y con el miedo. Si tú les dices sal a la calle, pero no les das ninguna herramienta, sin más no van a poder hacerlo sin más. Primero, necesitan saber cuáles son sus miedos y dificultades y nosotras, a su vez, les damos a conocer estrategias y técnicas sencillas para que puedan volver a la calle", explica Ana Agirre.

Un apoyo psicológico que, en algunos casos y en la época más complicada de la pandemia, también se ha hecho extensivo a los hijos e hijas, para ofrecerles pautas con las que poder ayudar a sus padres o madres.

Las personas que han llegado al programa Adi lo han hecho a través de varios canales: la red Guztion Artean (ahora suspendida, pero que se reactivará si fuera necesario); la iniciativa contra la soledad Hilo de plata (Nagusilan); y la Fundación Cuidados Dignos. También se ha atendido a otras personas en situación de vulnerabilidad derivadas por instituciones o entidades, particularmente del ámbito de la exclusión.

El servicio público de betiON atiende, mediante un dispositivo conectado a la línea telefónica, a personas mayores de 75 años que viven solas, personas con dependencia reconocida, personas con discapacidad o aquellas con algún riesgo de aislamiento social y que residen en sus domicilio.

Una alta vulnerabilidad que ha obligado a ir adaptando el servicio a las circunstancias generadas por la pandemia en cada momento. "El acompañamiento y protección de nuestras personas usuarias es nuestra máxima prioridad como servicio y creo que podemos afirmar que con betiON estar confinado no ha implicado tener que estar aislado", señala Mijangos.

El programa Adi seguirá atendiendo en función de la demanda. "Nuestro objetivo es que ninguna persona mayor que lo esté pasando mal por culpa de la crisis sanitaria no tenga un recurso al que acudir. Aquí seguiremos", concluye Ana Agirre.

El servicio de teleasistencia betiON presume que incrementará su demanda durante estos meses. Ahora mismo cuenta con más de 57.000 usuarios en el conjunto de la CAV.

Más información a través de Zuzenean o en el 012.