no me refiero a la COVID-19, que, por su origen, también debe considerarse como tal. Se trata de otras zoonosis (enfermedades transmisibles de animales a personas). Hace unos días nos referíamos a la Fiebre del Valle del Nilo o Fiebre del Nilo Occidental, que pareciendo propia de parajes de pirámides y faraones, se diagnosticó en los municipios sevillanos de La Puebla del Río y Coria del Río. Una flavivirosis -no todas son coronavirus- que produce encefalitis en humanos y équidos, con la particularidad de que no existen vacunas para los primeros.

Este mes, el Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda confirmaba que las muestras de suero procedentes de un varón fallecido en el hospital de Salamanca contenían trazas del virus del género Nairovirus -otros que tampoco son coronavirus-, agente productor de la Fiebre Hemorrágica de Crimea Congo (FHCC).

Cuando asistíamos como alumnos de Patología Infecciosa a las lecciones que impartía en la facultad zaragozana mi recordado maestro, D. Ángel Sánchez Franco, sabíamos que, de cierto grupo de enfermedades, era suficiente con saber cuatro rudimentos por razones de culturilla general. Nunca entraban en el examen. En realidad, solo deberían interesar a los compañeros sudamericanos o magrebíes quienes, por norma general, apenas se dejaban ver por clase, dada su querencia natural al ocio nocturno. Ocurría algo parecido respecto a los vectores. Los mosquitos nefastos eran los de la familia Anopheles, por aquello de la malaria. Los de la familia Aedes (japonicus o albopictus) pululaban por exóticos parajes que ni en sueños visitaríamos. Más nos preocupaban algunos tipos de moscas, chinches, pulgas, piojos y ladillas, si a parásitos externos nos referimos. La aplicación de normas de higiene, los insecticidas y la depilación brasileña han permitido controlarlos y, a las últimas, eliminarlas. Quedaban las garrapatas como vectores de la espiroqueta (bacteria) Borrelia burgdorferi, agente productor de la Enfermedad de Lyme. Muy rara por nuestras latitudes.

El cambio climático y la globalidad han trastocado la situación y las garrapatas, especialmente las del género Hyalomma, se convierten en insectos preocupantes porque también pueden ser vectores de virus muy peligrosos como el que ha ocasionado la muerte del vecino de Béjar que presentaba una sintomatología inespecífica y una lesión negruzca en una de sus piernas, de la que se había arrancado una garrapata. Los sanitarios salmantinos ya han realizado el correspondiente rastreo y tienen localizados todos los contactos. Es el segundo caso en lo que va de año que se diagnostica en Salamanca.

La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una enfermedad febril leve que puede progresar a un cuadro hemorrágico grave y a menudo mortal. Actualmente se considera una enfermedad emergente en Europa y una de las trasmitidas por garrapatas con mayor extensión a nivel mundial. También es posible la transmisión de persona a persona por el contacto con fluidos o excreciones de pacientes sintomáticos o por fómites.

En septiembre de 2016 se diagnosticó el primer caso humano, asociado al contacto con una garrapata, en la provincia de Ávila y un segundo caso en un profesional sanitario que le atendió en la Comunidad de Madrid. Posteriormente, se ha confirmado la presencia de virus en garrapatas capturadas sobre animales silvestres en municipios de Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid. Es recomendable usar ropa -camisa de manga larga y pantalón largo- y calzado cerrado durante las salidas al campo. Se pueden utilizar repelentes. Las garrapatas que pudieran haberse fijado a nuestra piel o a la de los animales de compañía deben retirarse lo antes posible y de forma adecuada, preferentemente por profesionales sanitarios.Doctor en Veterinaria