- Lleva tiempo la comunidad franciscana reflexionando sobre el futuro de Arantzazu. El vigor con el que los franciscanos dirigieron este lugar hace medio siglo en buena medida se ha debilitado. La población de frailes ha disminuido considerablemente y la edad media, por contra, ha crecido. Son estas circunstancias las que han abonado la preocupación que existe sobre el futuro de un enclave tan especial y de tanto valor religioso, cultural, social y natural, sin duda uno de los iconos del territorio, estrechamente ligado a la espiritualidad religiosa y la devoción mariana de la patrona de Gipuzkoa, y símbolo del renacimiento del euskara y expresión material del arte vasco de vanguardia.

Recientemente, el patronato de la Fundación Arantzazu Gaur dio luz verde al proyecto para desarrollar un laboratorio de innovación social que buscará el estímulo social para reflexionar sobre asuntos nucleares del inmediato futuro para el desarrollo de Gipuzkoa. El proyecto se pondrá en marcha en otoño y se tendrá como sede del edificio del centro Gandiaga.

En esta empresa, la Fundación Arantzazu Gaur cuenta con el apoyo de la Diputación y el Ayuntamiento de Oñati y la implicación de las tres universidades (UPV/EHU, Mondragon Unibertsitatea y Deusto).

Para conocer qué supone este proyecto para Arantzazu, NOTICIAS DE GIPUZKOA se ha citado con el vicario Joxe Mari Arregi.

A finales de julio, el patronato de la Fundación Arantzazu aprobó el proyecto para desarrollar en el edificio Gandiaga un laboratorio de innovación social. ¿Qué supone este proyecto y cómo encaja en un enclave tan especial como Arantzazu?

-Arantzazu acumula una tradición, en los últimos 50 o 60 años, de conectar bien con el territorio, con Gipuzkoa especialmente, pero en general con el País Vasco. A través, no solo de la espiritualidad, que es nuestra potencia, sino también de personas que han pasado por aquí como Gandiaga, Villasante, Salbatore Mitxelena, Iñaki Beristain o Pello Zabala, que han contribuido a la cultura vasca. A través de ellos ha habido una conexión con el territorio. Además de su dimensión espiritual, Arantzazu ha prestado un servicio a la cultura, al euskara, a la pacificación€ Y en estos momentos veíamos que hacia falta algo nuevo, desde nuestra necesidad de dar un impulso al edificio Gandiaga y establecer de nuevo esa conexión con la sociedad.

Han logrado la implicación de las tres universidades.

-Implicar a las tres universidades ha sido un gran éxito. En su día, encargamos a LKS una investigación sobre qué es lo que Arantzazu puede ofrecer a la sociedad. De ese estudio, en el que interrogaron a todos los agentes implicados (Amigos de Arantzazu, Hospedería€ ) salieron una serie de conclusiones con las que todo el mundo estaba de acuerdo que podían servir para hacer un proyecto. Y todos los organismos consultados, como Lehendakari Agirre Center, Telesforo Monzon LAB o Eusko Ikaskuntza, se han mostrado dispuestos a colaborar.

¿A partir de ahora, cuáles serán las fases hasta su puesta en marcha?

-LKS ha convocado un concurso para la selección del director que liderará el proyecto. El objetivo es que a principio del próximo curso, hacia otoño, el laboratorio pueda estar ya funcionando.

¿Como le gustaría que fuera el laboratorio de innovación social?

-Proyectos de innovación social hay en muchos sitios: en Singapur, en Escandinavia... Pero el de Arantzazu tiene que tener sello propio. Arantzazu imprime un cierto carácter, desde su impronta humanista y cristiana, y quisiéramos que eso estuviera muy presente, desde la sencillez, que sea euskaldun y que sea de aquí. El director que vaya a liderar el proyecto tiene que personalizar lo que es Aran-tzazu: Arantzazu ofrece desde nuestra base cristiana humanismo integral, es conexión con el pueblo, es sencillez, es la centralidad de la persona, es la ética. Esas son las bases sobre las que edificar el proyecto. Un laboratorio como este se puede hacer en cualquier parte, pero es un laboratorio para el territorio de Gipuzkoa y para el País Vasco hecho en Arantzazu, desde Arantzazu y para nuestra gente.

Imagino que lo que se busca con el proyecto es establecer una conexión física con el mundo urbano. Hasta aquí hay que venir.

-Hay que decirlo, sin disimulo, Aran-tzazu, nuestra comunidad, no es la de hace 50 años. Aquí vivían 120 frailes y había potencia para todo. Ahora estamos muy mermados. Aran-tzazu tiene sentido como servicio a un pueblo, desde nuestra impronta franciscana, evangelizadora y humanista, pero también cultural, de vínculo con la naturaleza, etcetera. Hace unos años creamos un eslogan: Arantzazu para la gente que busca. No hablamos solo del buscador cristiano en el evangelio. También hay gente que busca como sea, donde sea. En esta sociedad que ha avanzado tantísimo, sin embargo, yo lo siento así, la gente anda muy perdida. En la intemperie, mirando hacia fuera, todos triunfamos, pero la gente, yo incluido, somos buscadores. Y otro eslogan que teníamos era el de llevar Arantzazu a la sociedad y llevar la sociedad a Arantzazu. Creemos que tenemos algo que ofrecer y mucho que escuchar. En esa mutua interdependencia todos aprendemos y todos nos beneficiamos.

¿Desde cuándo llevan reflexionando sobre el futuro de Arantzazu?

-Tres años por lo menos. Recuerdo que un día presentamos un informe al patronato en el que concluímos que "o nos echáis una mano o esto se va". Arantzazu ha sido un faro en muchas cosas pero está en riesgo de apagarse. Esto es tan grande€ Creo que con el proyecto del laboratorio social hemos conseguido dar repuesta a una parte de lo que es Arantzazu: a lo cultural, a lo social, a la conexión con la sociedad. Pero aún nos falta un ámbito importante, el de ahondar y subrayar la espiritualidad del lugar. A Arantzazu le queda el reto, a medio plazo, de continuar ofreciendo aquello por lo que estamos aquí. Y estamos aquí por la Virgen de Arantzazu. La verdad es que es un reto que lo tenemos sin resolver.

Hace 50 años la comunidad franciscana fue valiente y osada dejando la construcción del templo en manos de artistas de vanguardia. ¿Cuánto de esa audacia haría falta ahora?

-Hace falta lucidez e inteligencia para dar con lo que necesitamos hacer y cómo hacerlo. Y si lo hallamos, entonces echarle toda la valentía que podamos pero midiendo nuestras posibilidades. No podemos vender humo. Ojalá pudiéramos repetir la centralidad que ocupó Arantzazu en la sociedad vasca. No estamos para echar cohetes, estamos disminuidos, pero hay que conseguir que Arantzazu pueda ofrecer espiritualidad.

Pero es evidente que la sociedad guipuzcoana, gran parte de ella, ya no demanda espiritualidad.

-Me llama mucho la atención la velocidad en la que hemos pasado de colgarnos los santos a despreciarlos. No obstante, creo que ese es el reto. Un hombre no puede vivir sin espiritualidad. En algún momento la echará en falta.

¿Hasta cuando tienen relevo?

-Somos 20 frailes de una edad muy elevada. No tenemos sucesores, porque en Arantzazu lo que hace falta es gente euskaldun y, en ese sentido, tenemos muy difícil la transmisión. En lo que denominamos la provincia franciscana, todavía hay unos cuantos jóvenes que podrán tirar con esto unos 10 o 15 años. A medio y largo plazo, nos asalta esa pregunta: ¿Quién heredará Arantzazu?

"El proyecto de laboratorio social tiene que tener sello propio, con una impronta humanista, desde la sencillez y euskaldun"

"En la provincia franciscana de Arantzazu todavía hay unos cuantos jóvenes que podrán tirar con esto 10 o 15 años más"