- Josetxo Cañada, 68 años, es de los veteranos en esta promoción de viviendas. Reside en Benta Berri desde el 1 diciembre de 1998. Con un poso de indignación, muestra un folleto de la época, cuando a finales de los 90 se las prometían todos muy felices. “Un alquiler para vivir tranquilo: En Benta Berri podrá acceder a una vivienda de calidad por un alquiler asequible... Si accede a ella en su primera entrega tiene posibilidad de permanecer durante doce años, y se le reconocerá en su contrato que transcurrido dicho periodo tendrá el derecho de adquisición preferente de su vivienda de acuerdo a la legislación vigente”. Cañada llegó a hablar con una entidad bancaria para negociar el préstamo.

Más de dos décadas después, nada de ello ha ocurrido. Más bien todo lo contrario, convirtiéndose el de Benta Berri en el único expediente que permanece abierto durante tantos años.

El Ayuntamiento de Donostia se ha mostrado preocupado por lo que pueda ocurrir a partir de 2028, cuando las viviendas dejen de tener un precio tasado. Todos los encuentros de la asociación con diferentes responsables del Consistorio han sido cordiales. “El problema es que nadie ofrece ninguna solución. Admiten que en esta promoción no se hicieron las cosas bien, pero a partir de ahí no hay nada”, lamenta Cañada.

Solo quieren mantener “una vivienda digna”, con un precio al que hacer frente.“El problema es que Blackstone no sabe ni dónde está el País Vasco. Son monstruos a los que las instuciones vascas no pueden presionar”, señala Imanol Sáenz, presidente de Alokairu.

A muchos vecinos les vencen los contratos en los próximos meses. En el caso de Josetxo, el 28 de noviembre. Este hombre, ya jubilado, envió un escrito solicitando una permuta del piso, ya que su situación familiar ha variado y con uno más pequeño podría reducir sustancialmente la cuota. “Me dijeron que no lo contemplaban”. Volvió a insistir, e hizo una consulta al Departamento de Vivienda del Gobierno Vasco. Blackstone le recordó que su contrato vencía a finales de noviembre. “Es decir, me venían a decir que dejara de meter ruido, que podían rescindir el contrato”. Y muestra el escrito que lo corrobora: “(...) tomamos nota de su manifestación en relación a que la vivienda arrendada es inadecuada a sus actuales necesidades (…). Como bien sabe, el plazo del contrato de arrendamiento que actualmente nos vincula finalizó hace dos años, encontrándose actualmente en situación de prórroga anual voluntaria, y pudiendo cualquiera de las partes contratantes darla por finalizada”.