- Gipuzkoa parte de una buena posición para hacer frente a la lucha contra el cambio climático. La concienciación y la implicación, tanto de la Administración como del sector industrial y la sociedad son altas, pero necesita seguir dando pasos para enfrentar el calentamiento global. Y en esta lucha, la economía circular y la transición energética van a ser dos apuestas clave en los próximos años.

La pasada semana presentaron el informe cero sobre el estado del cambio climático en Gipuzkoa, que presenta un panorama bastante catastrófico con un incremento de la temperatura de entre 3 y 4 grados, la desaparición del 40% de los arenales y un descenso de las precipitaciones de en torno al 10% a finales de siglo.

-Son unas conclusiones realistas teniendo en cuenta la incertidumbre que hay en torno a lo que puede pasar de aquí a final de siglo. Lo que sí es verdad, y así coinciden todos los expertos, es que son tendencias que están observadas y están contrastadas. La realidad es la que es. La Aemet informaba de que los primeros meses de 2020 han sido los más calurosos de los últimos 94 años. Estamos hablando de cosas que están observadas y contrastadas. El informe, si algo tiene, es que es objetivo. Es un compendio de numerosos trabajos de cuantiosos expertos y una trayectoria de muchos años. Es verdad que hacen falta series históricas para ver si los fenómenos se pueden adscribir al cambio climático o a otra cuestión. Si no se hace nada, evidentemente, será catastrofista. Nuestro trabajo es observar, analizar y dar datos sobre cómo nos está afectando el cambio climático y cómo nos va a afectar en los próximos años.

Defienden que es una postal de lo que puede ocurrir si no se actúa.

-Así es. El objetivo no era ser muy alarmista, sino que intentamos que este trabajo sea un punto y seguido, porque el departamento de Medio Ambiente lleva muchísimos años trabajando. La foto es realista de lo que puede pasar si no se ponen los medios.

Siendo un territorio costero, muy pequeño y muy densamente poblado, Gipuzkoa es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático.

-Efectivamente. Con todos los datos que hemos analizado, las conclusiones son que el litoral se va a ver muy afectado y buena parte de la sociedad guipuzcoana vive ahí. También hemos visto efectos en el interior, especialmente en cuanto a las subidas de temperatura y el recurso hídrico. Inundaciones en los cauces de los ríos, que es donde están los municipios, y ¿qué pasa con esa subida que se espera que a finales de siglo sea importante? Eso hace que haya estrés hídrico en las plantas, que haya menos agua y es algo que queremos remarcar, porque somos un territorio con embalses pequeños, de poca capacidad que abastecen a gran cantidad de población y en los que hay que poner el foco, porque si estamos sin agua, la industria se para, el turismo ni te cuento, pero sobre todo la salud y la vida. Hay mucho trabajo por hacer.

En esta carrera que es la lucha contra el cambio climático, ¿en qué punto se encuentra Gipuzkoa?

-Creo que desde el punto de vista de la Administración ya se ha puesto el foco. La Diputación y el Gobierno Vasco han sacado leyes, cambios estratégicos... Hay una trayectoria de unos cuantos años. En Gipuzkoa la Administración ha sido capaz de crear una fundación -Naturklima- cuyo objetivo último es observar, analizar y dar más criterio y más capacidad técnica a los políticos para tomar decisiones. Se ha puesto una herramienta al servicio del territorio para que la Administración después articule acciones con el resto de agentes. Y luego, a nivel local, el grado de exposición es el que es y ciudades como Donostia ya han aprobado su plan de adaptación. Hay administraciones dispuestas a articular cuestiones de este tipo y a movilizar recursos económicos, pero también una industria que trabaja con sectores afines a la cuestión climática que son tractores.

¿Y a nivel social? Porque una cosa es creer en la lucha contra el cambio climático y otra hacer algo para contribuir a mejorar la situación.

-No creo que tengamos negacionistas. Gipuzkoa es un territorio con una concienciación ambiental altísima, ahí están los datos, no solo en cuestiones de reciclaje, sino en el respeto al medio ambiente, la cantidad de espacios protegidos que tenemos... Hay una conciencia de que esto es real y de que hay que hacer algo al respeto. Luego, otra cosa es el poder real que sienta que tiene cada uno para cambiar las cosas. Cuánto creo que influye eso que hago yo en mi vida en un problema global.

A día de hoy, ¿cuáles son los principales agentes contaminantes que hay en el territorio?

-El consumo energético es el principal responsable de las emisiones del CO2 que sabemos que son uno de los orígenes del calentamiento global. Transporte, industria y energía son los responsables del 85,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero según un informe que se publicó en 2018. Y ahí todos somos responsables, porque a nivel transporte, todos tenemos vehículos; en el sector residencial, en los últimos años, en consumo energético sigue creciendo. Es verdad que comparativamente tiene menos peso, pero es que hay sectores que en los últimos años han descendido en su nivel de emisión y otros que no. Ahí tenemos a la industria, que ha hecho sus deberes y además está sometida a mucha regulación; el transporte, que sigue al alza y que además no es un problema local sino global; y el sector residencial, en el que hay que poner el foco porque aunque el impacto sea menor en cuanto al volumen de emisiones, somos nosotros los que tomamos decisiones como poner la calefacción a 25 grados en invierno el aire acondicionado a 18 en verano. Hay muchas cosas que son conductuales.

Desde hace un tiempo a esta parte se fijado la mirada en la necesidad de cambiar los hábitos de transporte, segunda mayor fuente de contaminación en Euskadi.

-Ahora mismo hay que contextualizarlo, porque con la pandemia las cosas han cambiado. El coche ha vuelto a priorizarse por el miedo al contagio y habrá que esperar a ver qué efectos ha tenido. Lo que es cierto es que el transporte público es clave y, en cuanto a la movilidad dentro de los municipios, ya hay un montón de infraestructuras como bidegorris para que puedas moverte a pie o a bicicleta. Donostia, donde se acumula la mayor parte de la población es cómoda salvo en los barrios altos. Y hay que introducir algunos hábitos como el compartir vehículo, tratar de reducir al máximo los trayectos en coche... Hay que intentar hacer cada vez menos uso del transporte privado, siempre que sea posible. Las alternativas las tenemos, es una cuestión de hábitos. Una de las cosas buenas que ha traído la pandemia es que se puede teletrabajar y se puede eliminar muchísimo desplazamiento a reuniones, por ejemplo. Creo que eso es algo que ha venido para quedarse.

Han puesto el foco también en el factor residencial. Como expertos, ¿qué gestos recomienda introducir en el día a día para contribuir a esta lucha?

-Cosas sencillas: tener las casas a 20 o 21 grados es suficiente; ahorrar agua, porque el consumo de agua acarrea una depuración que tiene un consumo energético muy importante; hacer compras de cercanía, porque el comercio local no es un capricho, evitas desplazamientos, compras a proveedores que se abastecen en un entorno muy cercano, con lo cual el movimiento de materias primas es mucho menor. También es importante reducir los residuos con compra a granel o tratando de disminuir los embalajes. Y hacer un correcto uso de los electrodomésticos: cocinar varias cosas a la vez en el horno para aprovechar el consumo, apagar la vitrocerámica un poco antes de terminar de cocinar, saber que la nevera cuando más consume es cuando la abres... Y en cuanto a la movilidad, ponerse retos: si coges el coche cinco días a la semana intentar que sean cuatro, comprometerte a no usarlo el fin de semana... La gente se piensa que bajar un grado la temperatura en tu casa no tiene ningún efecto, pero todo suma. Para que los objetivos se alcancen, necesitamos contribuir todos: la industria, la Administración y la población.

¿Son partidarios de implantar incentivos para premiar buenas prácticas como ocurre con la gestión de los residuos?

-Todo ayuda. La regulación sancionadora, que el que contamina paga sigue funcionando y es la forma que tienes de orientar unas prácticas que son malas. Pero creo que la bonificación también es clave. Si yo hago algo porque quiero hacerlo, lo voy a hacer, pero si encima tengo una bonificación, igual convenzo al de al lado. La regulación es clave. Y hay que tener en cuenta que estamos hablando de salud, porque el cambio climático es un problema de salud pública. El bolsillo y la salud pueden ser los dos parámetros para que cambiemos de hábitos. Gipuzkoa es un territorio que con todo lo que llueve y con una orografía tan adversa, la gente está en la calle: en el monte, en la naturaleza... Una sociedad tan ligada a la naturaleza tiene que ser consciente de que tiene que tomar una serie de decisiones en su día a día.

¿Observan lagunas en la educación ambiental?

-Hay un montón de documentos y se ha hecho un trabajo súper intenso en la Agenda local 21. Se ha trabajado a destajo en toda la CAV y creo que somos pioneros en eso, pero el cambio climático hay que trabajarlo de una manera distinta, con metodologías de por qué y para qué, con retos, implicando en el cambio de hábitos. Yo pienso que debería ser una asignatura más. En Naturklima, una de las patas que todavía no hemos lanzado es un centro de documentación y un aula virtual para que la gente pueda tener acceso a recursos para distintos niveles que nosotros consideramos muy importantes.

¿Cuáles van a ser las apuestas de Gipuzkoa en el ámbito del cambio climático en los próximos años?

-Uno de los objetivos estratégicos es el de la economía circular y ahí la meta que tiene la Diputación de cara a 2050 es hacer de Gipuzkoa una economía 100% circular. Que tus residuos, tus materias primas, sigan circulando en tu territorio. Que ya que las has tenido que importar, que esos recursos secundarios sigan circulando, ya sea residuo, agua o energía. Y eso es algo que marca muy bien la Unión Europea. El otro, es el de la transición energética, porque seguimos siendo un territorio muy dependiente que importa un 93% de la energía. Y desde Naturklima nuestro trabajo es observar, en función de eso, dar datos e informes que ayuden a la Administración a decidir y luego ayudar y facilitar a proyectos que son estratégicos para el territorio.

Si las prioridades son la economía circular y la transición energética, ¿qué medidas pueden tomarse a corto plazo para mejorar la situación?

-Hemos sacado tres premios dirigidos a empresas contra el cambio climático desde la economía circular para ver qué están trabajando y atraerlas aquí y nos ayuden a cumplir ese objetivo de circularidad del territorio al 100%. Hay desde una biorefinería, hasta productos biodegradables, otros son empresas que dentro de su consumo de materias trabajen la prevención... Y en el tema energético, en septiembre está previsto que la Diputación saque un plan estratégico energético muy potente. Una vez que se apruebe iremos trabajando las metas, los objetivos y el plan de acción, pero una cosa está clara: es necesario impulsar muchísimo más las renovables, que además, son una oportunidad inherente al propio cambio climático porque funcionan con eventos climáticos.

La pandemia ha relegado todas las demás cuestiones a un segundo plano. ¿Temen que esto provoque que la lucha contra el cambio climático pierda fuerza?

-De hecho ha pasado. Hay que volver a recordar a la gente que esto no hay que olvidarlo, porque aunque 2100 está lejos, todos tenemos hijos o nietos y es una cuestión que va más allá del egoísmo. Hay que recuperarlo en la agenda social pero también en la económica, porque es muy jodido ir ahora a la industria, con la que está cayendo, para que tomen medidas añadidas para reducir las emisiones. El reto es importante.

¿El fondo de financiación europeo para la recuperación de las consecuencias del COVID-19 puede ser una oportunidad para impulsarlo?

-Es la oportunidad. El dinero es miedoso, se va donde hay menos riesgo y está migrando a soluciones basadas en la naturaleza. Y el riesgo climático también es un riesgo financiero, porque quien paga todo esto son las concesiones de seguros.

Como territorio, ¿qué países debemos tener como referentes en este camino?

-A los nórdicos. Por ejemplo, estamos haciendo contactos con un centro de referencia noruego que trabaja el tema de la fiscalidad verde. Pero cabe destacar que aquí también hay muchas iniciativas, se está construyendo una red de agentes, las universidades son muy potentes, pero luego hay empresas de consultoría pequeñas que tienen mucho conocimiento porque están al pie del cañón. Siempre nos fijamos en lo de fuera, pero aquí hay mucho potencial. Hay que mirar al exterior, porque te da pistas, pero aquí se está trabajando muy bien. Miras a lo de fuera para inspirarte, pero también para conseguir alianzas.

"Gipuzkoa tiene una concienciación ambiental altísima, luego otra cosa es el poder real que sienta que tiene cada uno para cambiar cosas"

"En Gipuzkoa hay mucho potencial. Hay que mirar fuera para inspirarte, pero también para conseguir alianzas"