or qué nos cuesta tanto llevar mascarilla? Pese a los rebrotes de COVID-19 en todo el Estado -también en Gipuzkoa con el caso de Ordizia- y a la insistencia diaria desde el Departamento de Salud del Gobierno Vasco, sigue siendo habitual la imagen de la gente sin protección por las calles, como si el virus ya hubiera desaparecido. La norma dice que es obligatorio ponerse mascarilla siempre que no se pueda respetar la distancia interpersonal de metro y medio, pero poca gente la cumple, al menos en Gipuzkoa, ya que en otros lugares su uso sí está más generalizado. Pese a que el foco está puesto en los más jóvenes -la consejera de Salud, Nekane Murga, incidía esta semana en el tramo de edad "entre los 18 y los 35 años"-, tampoco los adultos dan ejemplo.

"Me he acostumbrado a no ver a gente con mascarilla en Donostia", dice Iñigo Ochoa de Alda, profesor de Psicología en la UPV/EHU, que trata de responder a la pregunta de por qué no llevamos mascarilla de forma habitual, y reconoce que es algo que "esperaba" en el caso de los adolescentes: "Es un comportamiento clásico y que de alguna manera tiene que ser así". En cuanto a los adultos, admite que le ha "extrañado".

"Lo que pienso con los adultos es que quizás hemos materializado la enfermedad, la hemos convertido en números. Hoy hay no sé cuántos fallecidos y contagiados. Y así día tras día. Te acabas acostumbrando a escucharlo, ya es algo cotidiano y si no te ha tocado de cerca, pues no ves el impacto real de la enfermedad. Digamos que lo hemos visto en la tele, pero si no nos ha tocado de cerca, la mente nos dice: Esto a mí no me va a tocar", reflexiona Ochoa de Alda: "Los sanitarios sí están acojonados, porque lo han vivido in situ, pero nosotros lo hemos visto por la tele. El adulto medio no ha conectado con la gravedad del asunto si no lo ha vivido en sus carnes".

Distinta es la lectura en el caso de los jóvenes y los adolescentes. "Se nos ha vendido que la población de riesgo es la gente mayor, que es algo real, pero aumenta la sensación de inmunidad entre los jóvenes, que no perciben la gravedad del asunto", comenta el profesor de Psicología. "Después de un tiempo confinados, los chavales salen, quieren recuperar el tiempo perdido y llegan los aitas con la chapada de que tienen que ponerse la mascarilla y tener cuidado, y piensan: Qué me estás contando. Es esperable que no se pongan la mascarilla o que se la pongan cuando vean a dos policías y se la quiten en cuanto se vayan. Es ese comportamiento habitual en la adolescencia de rebeldía y de decir: A mí no me va a pasar".

La posibilidad de que la mascarilla sea obligatoria en todo Euskadi -tal y como ya lo es en Ordizia- es una opción que está sobre la mesa teniendo en cuenta que hasta ahora el mensaje no ha calado, tal y como se puede apreciar por la calle. "Parece que tiene que llegar por norma, como el padre y la madre autoritarios. Lo dice la ley y punto. Nos quejamos de la ley, pero lo hacemos". En cuanto al posible mensaje para concienciar a los más jóvenes, comenta: "Al final hay que hacerles ver que la mascarilla sirve para proteger a la gente que quieres. Que si tú te contagias y le transmites el virus a tu abuelo o a tu primo con asma, esa persona puede estar en riesgo. Insistimos con la norma, pero deberíamos potenciar la empatía. Algo así como Protégete para proteger a los que más quieres. Igual se podría buscar la empatía en lugar de la norma y la amenaza, porque los adolescentes ven la norma y les apetece saltársela. Porque la norma la sabemos. Pero también sabemos que es malo fumar y empiezas a fumar cuando eres joven".

En este contexto de rebrotes, el escenario el próximo otoño es incierto. Sobre la posibilidad de un nuevo confinamiento, o de posibles medidas restrictivas, dice el profesor de Psicología que no le preocupa tanto "estar preparados o no, sino las consecuencias que puede tener": "Estamos viendo que nos polarizamos mucho como sociedad. Pasamos de poner el arcoíris en la ventana y hacer mascarillas en casa a bajar luego a la calle y no ponernos protección. ¿Cuánto tiempo nos dura la conciencia? No estamos preparados para tanto tiempo de tanta conciencia. Buscamos a las personas que no han cumplido, las criticamos, y no nos fijamos en nosotros".

Ochoa de Alda está a la espera de cuál será la reacción de los jóvenes cuando regrese el colegio o la universidad y tengan que volver a recibir clases desde casa: "En las asignaturas que participo yo, por ejemplo, casi todo va a ser online. Con 20 años van a estar en casa recibiendo clases, va a ser una especie de confinamiento para ellos. Estoy confinado pero sin estarlo. Si han recuperado la vida social en verano y en otoño están otra vez con videoconferencias, vamos a ver cómo se lo toman. Las consecuencias pueden ser potentes".

"Hay que hacerles ver a los jóvenes que la mascarilla sirve para proteger a la gente que quieren"

"El adulto medio no ha conectado con la gravedad de la enfermedad, salvo que la haya vivido de cerca"

Profesor de Psicología en la UPV/EHU

"Utilizar la mascarilla de forma correcta no te exime de tomar el resto de precauciones"

Epidemiólogo del Gobierno Vasco