icen que Fray Luis de León, que en realidad era conquense, al regresar a su cátedra salmantina tras su estancia en prisión, comenzó su lección diciendo aquello de “Como decíamos ayer”. Error. En realidad, al incorporarse ocupó una cátedra diferente a la que le obligaron a abandonar. La universidad ya tenía sus cosas en el siglo XVI. No es de ahora. Pero nosotros sí, continuamos con la Píldora/Cápsula de ayer, en la que, citando la publicación The Conversation, rigor académico, oficio periodístico, dejábamos pendiente el concepto de tasa de letalidad (TL), en este máster de bolsillo, no presencial, para epidemiólogos de salón.

La tasa de letalidad del SARS Cov-2 es la proporción de fallecidos por la COVID-19 entre las personas que han enfermado, en un periodo y área determinados. La sitúan alrededor del 7%, aunque oscila según la edad: desde un 0,7% para los menores de 30 años hasta un 20% para los mayores de 80 en Italia y España. Es difícil ser exactos, salvo en el caso del crucero Diamond Princess, en el que, tras un primer positivo, se hicieron análisis a los 3711 pasajeros y tripulación, y en algunos casos dos veces. Durante las siguientes cuatro semanas se detectaron 711 positivos, un 18% de los cuales fueron asintomáticos. Se estimó una tasa de letalidad del 1,1%, mucho más baja que el 3,8% estimado por la OMS a nivel global. El Instituto Carlos III estima la letalidad, a primeros de mayo, en 0,3-1% de los casos totales. En esta estimación los 21.000 fallecidos serían el 0,42% de los 5.000.000 de infectados totales y esto aumentaría nuestras posibilidades de estar adquiriendo una inmunidad de rebaño que nos proteja para el futuro.

Según un estudio de la Escuela de Salud Pública de Boston publicado en la revista Science, aún en el caso de la eliminación aparente de la pandemia en los próximos meses, se estiman rebrotes hasta 2024.

No nos olvidemos de Joaquín y Alberto, ni de comprar producto local.

Doctor en Veterinaria