- Esta historia tiene un día D y una hora H: un instante preciso en el que todo cambia de un plumazo. Iván Carbajo, el jefe del servicio de rehabilitación del Hospital Universitario de Donostia, lo recuerda bien. "En nuestra planta fue el 11 de marzo, a las 14.00 horas; un paciente que estaba ingresado para recuperarse de un ictus dio positivo en COVID-19...".

"Hasta entonces, habíamos escuchado que había un paciente en no sé qué planta u hospital, pero a partir de ese momento alguien tuvo que entrar a su habitación a decírselo; era la primera vez que un profesional de nuestro servicio se tenía que poner una EPI (Equipo de Protección Individual), y tuvimos que dar los nombres de la gente que había estado en contacto con el paciente; ahí nos dimos cuenta de la importancia del asunto. De ahí a unos días nos dijeron que había que vaciar la planta para dar cabida a los pacientes COVID", relata este médico.

Los acontecimientos se precipitaron en unos pocos días. "El lunes (16 de marzo), tres cuartas partes de los pacientes ingresados en planta ya estaban en su casa o en otros centros, para liberar camas, porque veíamos que esto iba a subir de manera exponencial", dice Carbajo.

Trabajar con el COVID-19 y gestionar los miedos propios ha sido desde entonces la anormal normalidad de cerca de 90 trabajadores de esta unidad, un equipo multidisciplinar de profesionales de medicina, enfermería, fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, y auxiliares de enfermería y celadores que dan servicio en esta exclusiva planta del Hospital Donostia y también de forma ambulatoria en centros de atención primaria.

Hoy, dicen, "ya ha pasado lo peor" y la misma planta de rehabilitación que tuvo que cerrarse para abrir camas para el coronavirus, ya se ha reabierto. "Somos una planta limpia de COVID. Se puede decir que desde el lunes anterior, el día 19, hemos recuperado la normalidad, pero han sido cinco semanas de muchas horas de trabajo y muchas emociones", asegura Igone Esnaola, la supervisora de enfermería de la unidad.

Aún así, esta unidad de rehabilitación sigue tratando a pacientes con COVID-19 fuera de su planta: son 38 en total. 18 de ellos permanecen ingresados en la UCI y otros 20 están ingresados en otra zona del hospital. De estos últimos, una decena, asegura Iván Carbajo, ya no pueden contagiar y "el tratamiento es el mismo que se le daría a una persona sin COVID".

"El paciente típico que está en planta es un ictus de dos a tres semanas de evolución, que ha pasado la fase aguda, pero no ha mejorado lo suficiente como para ir a casa. Y en tratamiento ambulatorio, serían pacientes más evolucionados de ictus, personas que han tenido un infarto hace unas semanas o que se preparan para una operación potente, para que puedan tolerar mejor una cirugía; o personas con implantes de rodilla o cadera...", asegura el jefe de la unidad.

Todo eso es lo que hubo que reordenar en pocos días, porque "el COVID ha afectado a todo; todos nos hemos tenido que adaptar a la situación y hacer algo diferente a lo que hacíamos habitualmente. Para empezar, el personal de planta", añade.

Lo puede corroborar Igone Esnaola, supervisora de enfermería: "Nosotros éramos una planta de rehabilitación y en marzo nos convertimos en una planta con pacientes COVID positivos. Era una situación que nunca habíamos vivido".

"Hemos tenido que planificar dos equipos, uno de pacientes COVID, y otro equipo para atender a la gente habitual que ha seguido viniendo", resalta Ainhoa García: "Ictus, intervenciones quirúrgicas... hemos estado con ellos, pero mirando con el rabillo del ojo a los COVID".

Entre los compañeros, añade Esnaola, "algunos tenían miedo de contagiarse. Ha sido difícil, pero nos hemos arreglado bien; al final te acostumbras a todo", destaca. Y en el "lado bonito", precisa la supervisora de enfermería, lo mejor es "ver cómo algunos pacientes que tuvimos al principio como COVID positivos, se han curado del COVID, y los tenemos en la planta haciendo la rehabilitación. Cuando se nos iba un paciente con el alta, como en la tele, nos quedábamos muy emocionados de ver cómo se iba", reconoce.

Los fisioterapeutas de esta unidad también han hecho su propia adaptación de este guion. Así lo explica Ainhoa García, la supervisora del equipo de fisios, que fueron viendo como, "poco a poco todo el hospital se iba transformando".

Su trabajo también cambió de la noche a la mañana. "Hemos tenido que cambiar de escenario, dejar nuestras instalaciones de gimnasio y nos hemos tenido que convertir en un equipo itinerante e ir por las unidades y tratar a los pacientes en su habitación. Además, como los pacientes no podían salir ni al pasillo, hemos hecho unos trípticos con unos ejercicios", asegura García.

"También tuvimos que reinventarnos con los pacientes extrahospitalarios -interviene el médico Iván Carbajo-, para seguir atendiéndoles, bien telefónicamente o enviando ejercicios por email o videoconferencia. Y se ha ido a los domicilios de pacientes con una necesidad especial, como ictus que en circunstancias normales habrían necesitado un ingreso más largo o una continuidad inmediata en el ambulatorio, que no era posible por el estado de alarma".

Las UCI son otro de los espacios de trabajo de los fisios. "El COVID-19 lo que ha hecho es, como ha obligado a tener estancias largas en UCI (26 días de media), aumentar nuestro volumen de trabajo en UCI", asegura Ainhoa García. Es un trabajo delicado, pero no es nuevo. Se hacía desde hace años con paciente bajo vigilancia y ahora se añade la dificultad del coronavirus: "Entramos cuando el paciente ha superado la fase crítica ya está estable y con cierta capacidad de colaborar", asegura la supervisora de fisioterapia.

Estos pacientes, afirma, primero "necesitan ser asistidos" en cada movimiento porque están tan débiles que "algunos apenas pueden mover los dedos o los pies" y "vamos ayudándoles hasta que cogen fuerza y pueden mantenerse sentados en el borde de la cama". Un trabajo, añade García, para el que se necesita la colaboración estrecha de todo el equipo, porque son pacientes con muchos tubos y muchas complicaciones."

La Unidad de Rehabilitación del Hospital Donostia aún atiende, ya fuera de su planta, a 38 enfermos con COVID, 18 de ellos en la propia UCI

"El día que hubo que ponerse la primera EPI, nos dimos cuenta de la importancia del asunto"

Jefe de Rehabilitación del H. Donostia

"Han sido 5 semanas de muchas horas de trabajo y emociones; nunca hemos vivido algo así"

Supervisora de enfermería

"Como los pacientes no podían ni salir al pasillo, les tuvimos que hacer trípticos con ejercicios"

Supervisora de fisioterapia