uperar una adicción o tomar la decisión de plantarle cara requiere de fuerza, mucha fuerza, y de apoyo. Esta ayuda externa llega, en muchas ocasiones, de la mano de quienes han pasado por el mismo y duro trance vital y también de aquellos profesionales que saben lo que cuesta y lo importante que resulta responder a la llamada de quienes les necesitan.

Si dar este paso es ya por sí complicado, mantener el ánimo alto y seguir firme en el propósito de dejar una adicción que ha causado profundas heridas en quienes la han padecido se dificulta más cuando el trato directo, el apoyo de tú a tú, resulta imposible.

En esta situación se encuentran las personas que han dejado de beber y quieren dejar atrás la pesadilla del alcoholismo. Esteban Pérez es psicólogo de Proyecto Hombre y parte de su equipo fundacional. Además, desde 2004 trabaja en el programa de alcohol. Respecto al peligro que para una posible recaída puede suponer la situación de confinamiento, señala que son varios los factores a tomar en cuenta. “Hay que ver la situación familiar de cada cual. Lo está pasando peor quien está solo, quienes están haciendo de cuidadores de personas mayores…Estos perfiles son los que más nos preocupan”, añade el terapeuta. Porque, constata, “lo tienen fácil para recaer. Bajan a la tienda, compran bebida y no les ve nadie. Los que viven en familia están más arropados, no solo ahora, siempre”.

Otro factor muy a tomar en cuenta es “el tiempo que llevan de tratamiento”. Explica Pérez que cuando comenzó el confinamiento había personas a las que apenas había atendido “un par de veces” y con las que todavía no se había creado el vínculo que existe con aquellas a las que trata hace tiempo. “Intentamos mimarles mucho, llamarles, contactar por vídeo. Lo que se puede”, apunta. “Hemos tenido que reinventarnos. Desde que fuimos conscientes de que el confinamiento iba para largo empezamos a habilitar nuestros medios para estar a la altura: videollamadas, grupos en Skype… todas las herramientas posibles para que la gente no esté desatendida”, apunta y, abunda, “de momento están respondiendo muy bien. Estamos manteniendo los grupos por Skype, lo hacemos a diario y estamos teniendo muy pocas bajas. Esto nos supone un esfuerzo, pero merece la pena”.

Además, explica Pérez, los usuarios también tienen sus grupos de Whatssap y se prestan apoyo. Los profesionales forman parte de los mismos y observan cómo “desde la mañana se hablan, se saludan, se mandan chistes, ánimos. Nos estamos sorprendiendo porque están respondiendo muy bien y hay súper buen rollo, sobre todo entre la gente que ya lleva un tiempo y siente que tiene un grupo de pertenencia”. En el caso de aquellas personas que llevan menos tiempo, que casi no han tenido ocasión de entrar en el grupo, se trabaja de forma más individual y se habla también “con la familia o con la pareja para saber cómo lo están llevando. Intentamos mantener esa vinculación que no nos había dado tiempo de crear presencialmente”.

“Intentamos que sientan que estamos ahí para todo, que les acompañamos, pero sobre todo desde la parte más humana”, destaca el terapeuta, que quiere dejar claro que el contacto con la familia, más allá de “verificar que se está dando la abstinencia”, pasa por transmitir un mensaje positivo. “Sobre todo lo que nosotros tratamos es que las personas no sientan que les llamamos para controlarlos, si no que estamos dándoles un apoyo. Que si han tenido una debilidad y han bebido, tenemos que transmitirles que hay que tirar para adelante, que no vamos a reprocharles, a juzgarles”.

En definitiva, su objetivo es que esas personas que han dejado de beber o pelean por hacerlo sepan que el equipo “está ahí para todo y que no nos hemos relajado en absoluto porque no podamos atenderles presencialmente”.

El Programa de Alcohol de Proyecto Hombre está prestando atención en la actualidad “a unas 50 personas usuarias”, parte de las cuales estaban en fase no residencial y otras residencial, unas 17 personas, algunas de las cuales ya estaban “en fase de reinserción y saliendo a la calle” y otras “en una primera fase ambulatoria”. Con quienes estaban en esa etapa ambulatoria se llevan a cabo contactos en grupo a diario, además de una entrevista semanal con la persona y la familia. Con el resto de la gente las reuniones virtuales se hacen cada dos o tres días. Pero el equipo está pendiente y atendiendo a las llamadas por turnos de 9.00 a 21.00 horas. También los fines de semana, “si hay alguna crisis”, hay una persona de guardia con el teléfono encendido.

Si en plena época de confinamiento alguna persona decide dar el paso, y aunque la respuesta no pueda ser presencial, los profesionales que gestionan dicho programa estarán allí: “Nos comprometemos a atenderle, y a su familia y entorno de apoyo, como uno más”. De este modo se está actuando con aquellas personas que al inicio del confinamiento “no llevaban ni diez días de atención ambulatoria”.

Aquellos que lo necesiten, incide Pérez, pueden contactar con el programa bien vía telefónica, llamando al número 639 629018, como a través del correo itxaro@izan.org.

Pérez, por último, incide en la idea de que con la adicción al alcohol se funciona, a veces, con clichés o ideas preconcebidas. Explica que el perfil que atienden principalmente es el de “una persona de entre 50 y 60 años”, aunque se trabaja con un espectro muy amplio de personas: “El más joven, un chico de 28 años y la más mayor, una mujer de 70”. En el programa del alcohol, normalmente, el número de mujeres es mucho mayor que en otros que dan respuesta a adicciones. “Hay un porcentaje mayor de mujeres con este problema. La mujer siempre ha bebido en casa y a escondidas, sobre todo en edad adulta. La chicas jóvenes beben de forma más desinhibida y en la calle, pero a partir de una edad tienden a retraerse y a beber en casa”.

El confinamiento va en muchas ocasiones de la mano de la soledad y cuando se está plantando cara a una adicción, el no contar con el apoyo “de tú a tú” de quienes han pasado por lo mismo se echa mucho en falta.

Quien así se explica es Ana, de Alcohólicos Anónimos, que recuerda que pocos días antes de que se decretara el estado de alarma una persona había decidido dar el paso de acudir a una de sus reuniones. “Solo pudo ir a esta y aunque estamos ahí, con el grupo de Whatssap y todos pendientes de todos, pues no es no es lo mismo. El teléfono es más frío”.

“Cuando nos reunimos nos decimos unos a los otros solo por hoy, solo por hoy, y vamos siguiendo hacia delante”, añade Ana que quiere recordar que el teléfono fijo de la sede que Alcohólicos Anónimos tiene en el paseo de Colón de Donostia, el 943 27 66 18, ha sido desviado para que se pueda atender en todo momento.

Pese a todo, explica, se echan en falta “las reuniones semanales” y ese calor y apoyo humano que brindan quienes han pasado por la misma experiencia vital: “Quien tiene un problema con el alcohol se identifica con la persona que ha estado en su situación y ahí comienza una relación personal de ayuda. No es fácil, pero quien lo quiere y con apoyo sale al 100%”.

Es ese apoyo directo el que se añora y cuya carencia preocupa a Ana, sobre todo por lo que le puede estar haciendo falta a esa persona que se acercó a la última reunión y con quien siguen en contacto.

“Esta es una situación dura para la comunidad porque hay mucho riesgo para una persona que sufre una adicción” añade. Aunque esa mano amiga es, a su entender, fundamental, en el caso de que vean a una persona con alto riesgo de recaída o en una situación preocupante desde Alcohólicos Anónimos se le deriva a un profesional (un psiquiatra en muchas ocasiones) ya que la asociación no cuenta con terapeutas. Todo para que “solo por hoy” y un día más, la mano se aleje de la botella.

“Quienes peor lo están pasando son las personas que están solas o cuidando de otra”

Psicólogo de Proyecto Hombre

“Se echa en falta el apoyo de tú a tú porque, aunque estemos ahí, el teléfono es más frío”

Alcohólicos Anónimos