ada día aprendemos algo nuevo del SARS Cov-2. La ciencia avanza, especialmente cuando existen apoyos sociales, institucionales y económicos. Accedo a un artículo científico del equipo dirigido por Román Wölfel, del instituto microbiológico del ejército alemán e integrado, además, por investigadores de las clínicas Charité de Berlín y Schwabing de Múnich. Vamos con un concepto nuevo para los epidemiólogos de salón. El "periodo de patencia" es el tiempo durante el que un infectado, con síntomas o sin ellos, puede transmitir el virus a otras personas. Pues bien. Afirman que el "periodo de prepatencia" es menor al de incubación. Eso quiere decir que los pacientes son muy pronto infecciosos, incluso antes de mostrar síntomas, lo que contradice lo que se afirmó al inicio de la pandemia. Ya digo que se avanza rápido y en ciencia no hay verdades absolutas. Sólo en Teología. Sabemos que los virus no se reproducen, se replican. Y en ese momento, a veces mutan, incluso en el mismo paciente. El "periodo de patencia" finaliza cuando la concentración vírica en muestras nasofaríngeas se sitúa por debajo de 100.000 copias. Esto ocurre 8 días desde el inicio de los síntomas. Además, han encontrado que el virus se multiplica no sólo en los pulmones, sino también en las vías respiratorias altas.

Siempre he sido partidario de Esquilache, de dar la cara, me la han roto muchas veces y, en consecuencia, el uso generalizado de mascarillas me ha parecido una exageración. A partir de ahora, por solidaridad y hasta estar totalmente seguro de no ser portador involuntario del virus, cuando haya mascarillas para todos, admitiré su uso. Trump y un oficial de su armada nos han enseñado cómo fabricarlas. Entramos en un campo que me está vetado, pero estoy bien asesorado. El diseño, las formas, estampados, tejidos, colores y texturas.

Y acordarse de comprar producto local, aunque cada vez lo pongan más difícil.