rimer día del aislamiento de personal y usuarios de la residencia San Juan de Zestoa con "mucha normalidad" y muy buen humor. "Aquí estamos de maravilla; hasta los que estaban enfermos parece que se curan antes de lo bien que estamos", contaba ayer a este periódico una de las residentes del complejo.

Ángeles Jiménez, natural de Zalamea de la Serena (Badajoz) y con nada más y nada menos que 97 años, se mostraba encantada de la decisión del equipo del centro de recluirse durante quince días con los usuarios para evitar un posible contagio exterior. "Nos cuidan muy bien, pero antes también lo hacían. Nos dan mucha seguridad porque lo hacen por nuestro bien. Nos protegen del virus", explicaba la mujer.

La usuaria quiso agradecer el esfuerzo del personal por cuidarles en una situación "que da miedo" y hacerles sentir seguros: "Las chicas son muy buenas, se portan muy bien".

El aislamiento del personal apenas ha modificado la rutina de la residencia. Los usuarios se entretienen "como pueden", algunos con la televisión y el resto, como en el caso de Ángeles, con otros quehaceres. "Como yo no puedo estar quieta sin hacer nada, coso. Soy la que cose la ropa de todos los que estamos aquí", afirmaba la mujer, llena de vitalidad, al tiempo que añadía que "lo importante es estar bien y aquí estamos muy bien".

Para el personal de la residencia San Juan de Zestoa, la primera jornada de aislamiento de ayer fue "un día normal". "En el trabajo no ha habido variaciones. Hay servicios reducidos, por lo que ha sido un día de ajustarlos, pero por lo demás, como otro cualquiera", explicaba el presidente del complejo, Joseba Illarramendi.

Hasta el domingo permanecen once trabajadores en la residencia sin salir y evitar así traer consigo el virus. A partir del lunes que viene, otros once serán los encargados de relevarles. "Es verdad que el equipo es más pequeño que el habitual, pero al final, como estamos las 24 horas aquí, la atención a los usuarios es todavía mayor", explicaba.

En el caso de ser necesario, un retén del personal permanece en sus hogares preparado para acudir a la residencia a la menor necesidad.

"Por el momento es pronto para decir si esta medida la prolongaremos más allá de las dos semanas. Primero pasarlas y luego veremos cómo está el asunto", apuntaba Illarramendi.

Según el presidente de la residencia, los usuarios han recibido con muy buenos ojos la medida aunque "ya cansados" de la situación: "No les ha pillado de improviso porque previamente se lo habíamos comunicamos a ellos. Además, llevamos detrás un proceso largo de protocolo, con restricciones y mayor limpieza, por lo que conocen la realidad y ya están un poco cansados de ella".

Aún así, todos se muestran "encantados" de la decisión y, sobre todo, "más seguros". La relación con el exterior ha quedado prácticamente anulada. Al día únicamente llega una entrega con toda la comida y los servicios necesarios (medicamentos, pan, periódicos...) y la atención médica, siempre que sea posible, se lleva por teléfono móvil.

La residencia San Juan de Zestoa, compuesta por 36 usuarios más otros siete en pisos tutelados a su cargo, ha sido la primera en tomar una medida de este tipo en Gipuzkoa.

Con ello, esperan minimizar lo máximo posible la posibilidad de que el coronavirus cruce sus puertas. "Es lo que está en nuestra cabeza, pero nosotros seguiremos atendiéndoles lo mejor que podamos", concluyó el presidente.

El centro cuenta con 45 trabajadores en total, aunque las necesidades por turno se han reducido a once, evitando así una mayor afluencia de personas. El equipo ha improvisado por este motivo un dormitorio con colchonetas en el centro de día clausurado a causa del estado de alarma.

"Nos dan mucha seguridad porque lo hacen por nuestro bien; Nos protegen del virus"

Usuaria de 97 años

"Hasta los que estaban enfermos parece que se curan antes de lo bien que estamos atendidos"