Ganar peso es ya casi una tradición navideña en miles de hogares. Los excesos con la comida -y el alcohol- se han convertido en otra forma de celebrar las fiestas, pero además de coger unos kilos ese desorden alimenticio acarrea otros contratiempos menos visibles pero más dañinos en forma de colesterol, ácido úrico, tensión arterial? Algo parecido ocurre con la Tierra, que durante estos días se enfrenta a un impacto ambiental abrumador; al menos en los países más desarrollados y con menor conciencia ecológica, donde los gastos energéticos se disparan, se recicla menos y se contamina más. Conductas poco sostenibles que, tras el fracaso de la COP25, vuelven a poner frente al espejo a ese medio mundo patrocinado por el consumo.

Dicen los expertos que sin perder el espíritu de la Navidad, esos comportamientos -tanto individuales como colectivos- pueden ser corregidos y evitados ya que su huella sobre la salud del planeta -y la propia- es preocupante. La generación de residuos se incrementa aproximadamente en estas fechas un 30% y se desperdicia alrededor del 25% de la comida? Y a esto habría que añadir los gastos en agua, luz y calefacción, los gases contaminantes lanzados a la atmósfera en desplazamientos dentro de la localidad o durante las llamadas vacaciones de invierno? Las largas sobremesas de estos banquetes navideños pueden ser el terreno ideal para reflexionar sobre esos hábitos y sus consecuencias ambientales estimuladas por un modo de vida que, además, dejará un agujero en los bolsillos de muchas familias.

Cada persona gastará, de media, 268 euros en regalos de Navidad. Según los datos del estudio europeo de Tendencias de consumo en Navidad de eBay cada persona tiene previsto comprar una media de nueve regalos para seis personas. Ese número es mayor en las casas en las que hay niños, donde se compran un par más. Así, los más pequeños de la casa son las personas a las que se destina un mayor presupuesto, con un total de 159 euros, seguidos por las parejas (95 euros) y los padres de familia (68 euros). Por cierto, la fabricación de esas deportivas que tanto le han gustado ha requerido más de 4.000 litros de agua.

La localidad de Barakaldo ha repartido 1.200 orejeras simbólicas para concienciar a los vecinos sobre las molestias causadas por la pirotecnia. "Además de poder causar daños físicos en quienes los manipulan, la utilización de estos artefactos provoca ruidos que afectan negativamente" a animales de compañía y seres humanos, fundamentalmente mayores, bebés y personas que sufren algún tipo de trastorno. Miedo, estrés, palpitaciones, taquicardia.... Según la OMS, los límites se sitúan entre 65 y 120 decibelios; y a partir de ahí el daño sería ya evidente. Una traca o varios petardos que explotan de forma sucesiva superan con creces ese máximo y un petardo infantil suele provocar entre 66 y 80 decibelios.

Son días de compartir momentos con familia, amigos, compañeros? Y una de las formas preferidas para socializar es con una copa en la mano. Estas semanas se genera el mayor número de envases de vidrio. Se calcula que en torno a un 20% del total anual. La cantidad de vidrio reciclado en Gipuzkoa crece cada año. El último dato (2018) apunta a 27.097 toneladas frente a las 26.260 de 2017. Por cierto, para poder tener en su mesa una botella de vino se han necesitado 720 litros de agua.

En una sola comida navideña se pueden consumir hasta 3.500 calorías, una cifra superior a la cantidad recomendada para una persona adulta durante un día. De media, en los banquetes de estos festejos se ingieren hasta un 30% más de calorías. La consecuencia directa es un aumento de entre tres y cinco kilos. Además, en la mitad de los hogares se preparan entre tres y cuatro platos diferentes. El estudio elaborado por una cadena de supermercados identifica el cordero, el marisco y el turrón como los productos más consumidos por los vascos durante las fiestas navideñas. Y apunte: para que usted tenga ese bistec de 300 gramos en su plato han sido necesarios 4.500 litros de agua.

La contaminación lumínica es otro de los aspectos que más se descuida estas semanas. Durante la Navidad, la intensidad lumínica de algunas calles se incrementa entre un 20 y un 50%. Desde hace ya unos años, las bombillas de toda la vida han sido reemplazadas por las LED que consumen muy poco. Sin embargo, este alumbrado navideño más eficiente también tiene su lado ingrato. Y es que, el exceso de luz cuando oscurece provoca que se acumule la polución, las partículas lanzadas durante el día por los vehículos. La oscuridad es una buena aliada para evitar esa concentración de partículas. En Donostia, su iluminación navideña cuenta este año con 1.167.717 puntos de luz que permanecen encendidos 234 horas durante toda la Navidad . La potencia aproximada de este entramado de iluminación navideña es de 65.812 watios. El gasto de iluminar la ciudad en Navidad no tiene otro fin que favorecer el consumo de los ciudadanos, en este caso, en favor del pequeño comercio. Este año, el coste total se ha elevado hasta los 800.000 euros .

En los territorios vascos se recicla principalmente papel y cartón. El último dato correspondiente a 2018 confirma un incremento del consumo entre la ciudadanía: 90.238 toneladas, lo que supone 5.291 más que en 2017. Lo extraordinario de estas fechas queda reflejado en un aumento del 20% en comparación con cualquier otro periodo del año; mayoritariamente debido a los pedidos online. De hecho, un informe elaborado por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco (Ihobe) concluye que el empaquetado asociado a este tipo de venta genera el doble de impacto ambiental en cuanto a residuos que el tradicional. Quizás por eso, el 73% de las personas que compran a través de Internet se muestra favorable a reducir los embalajes. Ese mismo estudio confirma también que a un 52% le gustaría conocer cuál es la huella de carbono (impacto ambiental) de sus envíos. Pero el dato realmente preocupante de ese informe es que el 13% de las personas encuestadas reconoce que tira al contenedor, sin separar, todo lo que llega en sus pedidos.

Son fechas para estar acompañados, en familia, con amigos,? lo que muchas veces obliga a hacerse unos cuántos kilómetros en coche. Cuatro personas en su vehículo que hagan 400 o 500 kilómetros (Donostia-Madrid, por ejemplo) estarían generando algo más de 600 kilos de CO2 de emisiones. Si cubrieran esa misma distancia en tren, las emisiones se reducirían hasta los 100 kilos de CO2? Más tiempo de viaje sí, también para hablar; y sin atascos. Aunque desde hace un tiempo, cada vez son más las personas que optan por desconectar cogiendo un avión para irse a las Islas Canarias, uno de los destinos preferidos por los vascos para despedir el año. Si esa misma familia de 4 miembros se va hasta Lanzarote (unos 2.000 kilómetros) su huella de carbono se dispararía hasta los 2.500 kilos de CO2 emitidos a la atmósfera. Ayer, sin ir más lejos, el aeropuerto de Loiu tenía programadas 122 operaciones lo que suponen 19.383 asientos; hoy 110 operaciones y 17.640 plazas, y el jueves 2 de enero se prevén 104 operaciones lo que supone 16.352 asientos.

La compra de juguetes electrónicos -y de muchos adornos- también está detrás de los múltiples impactos negativos sobre el medio ambiente en estas fechas. Dependiendo de las zonas, se llega a consumir hasta el 40% de las pilas de todo el año. El problema que subyace en este comportamiento tiene que ver con la incalculable cantidad de unidades que no son debidamente recicladas. Los químicos de una sola pila alcalina pueden contaminar 167.000 litros de agua y los de una de botón unos 600.000, más o menos la cantidad de agua que beben 4 personas a lo largo de toda su vida.

En estas fechas acaba en la basura alrededor de un 25% de los alimentos puestos sobre la mesa. En la mayoría de los hogares, las comidas son tan copiosas (los gremios de Pastelería Artesana elaboran más de seis toneladas de turrones para esta Navidad) que la ciudadanía debería planificar mejor y prestar más atención a todo cuanto rodea a estos festejos para evitar ese desperdicio alimentario ya que, más allá del dinero tirado, significa un abuso innecesario de recursos y la consiguiente contaminación que genera su producción, distribución y posterior eliminación. En términos generales, se estima que en Euskadi la cantidad de alimentos desperdiciados al año superaría las 350.000 toneladas, lo que supone algo más de 150 kilos por persona.

Para muchas personas, ser el anfitrión significa tener la casa caldeada para que ninguno de los invitados se queje. De hecho, la calefacción suele representar buena parte de la factura del consumo durante estas fechas. Para reducirlo, es conveniente que la temperatura de la casa esté entre 19 y 21 grados centígrados ya que cada grado de más supondrá, de media, un incremento del 5% en el consumo.

Cerca de un tercio de las personas han hecho y harán sus compras navideñas a través de canales online. En el caso de los millennials, el porcentaje de los compradores que elegirán el comercio online para sus compras navideñas se eleva hasta el 39%, cifra que contrasta con la generación de los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1965) ya que solo un 15% comprará a través de la web. Un 52% de los encuestados de la Generación Z, menores de 25 años, afirma que prefiere pagar con dinero efectivo en tiendas y comercios, por encima del 42% de la media que usan este modo de pago. La compra online, la liberalización de horarios comerciales y, en general, la falta de competitividad de los pequeños comercios frente a las grandes superficies están en la base de la paulatina desaparición de las tiendas de proximidad, tan necesarias para perseverar un modelo más sostenible. Un dato a escala estatal proporcionado por la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE): en los últimos cuatro años se han perdido 33.732 pequeños comercios: una media de 23 comercios al día.

Pero estas fechas también son el reflejo de la cara amable de la ciudadanía. Hasta 42 menores ucranianos pasarán esta Navidad con familias vascas y navarras que colaboran con la asociación Chernobil que ayuda a menores que aún sufren las consecuencias del desastre nuclear. El programa es complementario al de verano y ambos tienen como objetivo darles la oportunidad de pasar un periodo fuera del entorno contaminado. De los 42 menores, 21 están en Gipuzkoa, de los que 14 son niñas y 7 niños; 17 están en Bizkaia, de los que 11 son niñas y 6 niños; y otros cuatro a Nafarroa, tres niñas y un niño. La expedición regresará a Ucrania el 17 de enero.