donostia - El Aita Mari sigue navegando hacia un puerto seguro a donde llevar a las 78 personas, entre ellas seis mujeres (una embarazada) y nueve niños, que salvó el jueves en aguas del Mediterráneo central.

El principal objetivo de quienes les han rescatado es garantizar su bienestar y poder sacarlos del barco antes de mañana, para cuando está prevista la llegada de un “temporal de los gordos”. “Hemos hecho la solicitud de desembarco en puerto seguro pero, si el barco no puede entrar en puerto, que al menos se realice un transfer entre embarcaciones y estén a salvo en tierra”.

Quien así lo explicó a este periódico es Iñigo Gutiérrez, de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que se encuentra a bordo del Aita Mari. Gutiérrez informó que las personas rescatas se encuentra bien. “Si se toma en cuenta el estado anímico de gentes que ha pasado por lo que han pasado, están bastante bien. No tenemos, por el momento, nadie enfermo”, apuntó.

Pero tras su odisea vital, las personas rescatadas por el Aita Mari “están cansadas, agotadas”. “Se han pasado el día durmiendo. Tras rescatarles les dimos un té y una barrita y hoy les hemos dado de desayunar, comer y cenar”. A bordo, las situaciones personales son diversas: “Hay gente muy preocupada y otra más aliviada, pero es que las historias que traen son terroríficas”.

Estas personas, que partieron en una precaria embarcación de las costas de Libia, tienen procedencia muy diversa. Gutiérrez no podía asegurar de dónde habían salido huyendo del miedo. “Han sido unas horas de auténtica locura. Tras rescatarlos nos dieron otro aviso. Pasamos toda la noche en búsqueda y nada. Hoy he podido hablar con algunos y me han dicho que vienen de Somalia, de Eritrea, de Nigeria... de distintos lugares. También hay un chico egipcio que destaca entre los demás por el color de la piel”.

De momento, garantizar la alimentación de las personas en el barco es “relativamente sencillo”, con un menú que se basa en arroz blanco y couscous. “No tenemos capacidad para hacer una cocina de platos elaborados y, además, por experiencias que nos han transmitido otras organizaciones ya sabíamos que es mejor no complicarse la vida, que no es cuestión de darles lo que a nosotros nos gusta, porque a ellos no les gusta”. Para mantener esa dieta, señaló, existe “reserva de comida”, pero el “barco es como es. Es pequeño e incómodo para ellos, para aguantar una navegación hasta Malta es suficiente, pero no está preparado para mucho más”.

Por ello, la prioridad es lograr que “las autoridades se muevan” para poder garantizar la seguridad de estas personas.

Gutiérrez se mostraba ayer muy preocupado por no haber podido acudir por la mañana a un rescate. “Nos han obligado a abandonar la zona y, con 78 personas a bordo, no podíamos jugárnosla. Por ello, hemos decidido poner proa a Malta”. Respecto a la embarcación que el jueves trataron de encontrar junto al Open Arms, añadió: “Creemos que se ha hundido con 94 personas a bordo”. De las 45 personas a las que iban asistir ayer cuando se lo impidieron las autoridades libias, únicamente tienen conocimiento de la notificación de la guardia costera señalando que “se hacían cargo de la operación. Confiamos en que estén vivos”.

En la tarde ayer el Aita Mari se encontraba en aguas internacionales, a punto de entrar en las de Malta, “con rumbo no sabemos muy bien a dónde”. “Realizamos la petición oficial de un puerto de desembarco y a ver qué nos contestan”, señaló el representante de SMH.

Respecto a las “indicaciones” que recibieron antes de zarpar, en el Aita Mari entienden que afectan a una zona que ya han superado, por lo que “el despacho ya ha caducado. Hemos cumplido con la legislación internacional. Nuestro radar detectó un eco que se sospechó que podía ser de una embarcación en peligro y se lanzó una lancha de rescate cuando una voluntaria les avistó. Hemos cumplido en todo momento la legislación internacional que indica que cuando ves una embarcación en peligro hay que actuar”.