Donostia - La excompañera sentimental del abogado Miguel Alonso Belza, que ejerce la acusación particular en el caso que se sigue en su contra por distintos episodios de violencia machista, aseguró que el acusado la “agredía habitualmente” y que fue víctima de actos violentos “fortísimos”, lo que ha sido negado rotundamente por el acusado. En la primera sesión del juicio por estos hechos, celebrada en el Juzgado de lo Penal 2 de Donostia, la expareja de Alonso Belza dijo que se vio “totalmente controlada” por el letrado que, según relató, en los diferentes episodios violentos, la pegó, tiró al suelo, la arrojó contra la pared, le estiró del pelo, la escupió y mordió en la cara.

En esta causa, el Ministerio Público reclama penas que suman diez años de cárcel para el abogado, mientras que la acusación particular, que ejerce la víctima, eleva esta petición hasta los 19 años de reclusión al imputarle un delito de coacciones graves, otro de acoso, un tercero de maltrato habitual, dos de maltrato no habitual y cuatro de lesiones.

La perjudicada, quien intervino detrás de un biombo, relató que el acusado mantenía una “dinámica siempre parecida” cuando la agredía físicamente y señaló que la coaccionaba para que no le abandonara, la perseguía, acosaba y controlaba hasta el punto de que ella cambió sus hábitos de vida ya que aparcaba el coche fuera del garaje, permanecía en casa con la luz apagada y todavía hoy mantiene desconectado el interfono de su vivienda.

Aseguró que precisó atención psicológica tras mantener esta relación con el acusado que, según precisó, se prolongó desde febrero de 2015 hasta enero de 2017, aunque los episodios de maltrato comenzaron en agosto de 2015, fecha en la que ella pretendió poner fin a la relación tras enterarse de que él mantenía otra relación sentimental. Dijo que los reiterados intentos de ruptura provocaron en el encausado reacciones de acoso, ya que empezó a llamarle y enviarle mensajes “insistentemente”, a dejarle “cosas” en su garaje y a tocarle el timbre a “cualquier hora del día y de la noche”. “Yo no quería estar en esa rueda”, reiteró.

Precisó que fue a partir de abril de 2016 cuando se produjeron distintos momentos concretos de presuntos malos tratos ocurridos en el garaje de la mujer, en la vivienda de ella, durante unas vacaciones en Francia, y en un bar y en un hotel de Donostia.

Explicó que una de las más “intensas” fue en dicho hotel, donde el acusado presuntamente la tiró al suelo, la agarró por el cuello, la arrojó contra la pared, la golpeó y le puso un cojín sobre la cabeza para que no gritara”, lo que provocó que ella abandonara horas después las instalaciones con “sangre en la camiseta”, “hematomas en piernas y brazos” y una lesión en la mano.

La víctima describió, asimismo, un episodio sucedido en su domicilio, durante el cual los presuntos actos violentos del procesado fueron grabados por una videocámara instalada en la vivienda y afirmó que la cámara sólo captó una tercera parte de la agresión.

“Trampa” El acusado, por su parte, negó “rotundamente” todas las acusaciones, dijo que tuvo una “relación sentimental esporádica” con esta mujer y que era ella la que requería su “insistencia” y que se dedicara “en exclusiva” a su persona.

Este letrado, conocido, entre otros casos, por haber representado a la familia de Nagore Laffage, víctima de un asesinato machista en sanfermines de 2008, explicó que “jamás mantuvo una actitud agresiva” hacia esta mujer como sí ocurrió al contrario, ya que ella “tenía reacciones violentas”.

Subrayó que la grabación del vídeo en la vivienda de la mujer fue una “auténtica trampa” ya que ella le “provocó” haciendo alusiones “gravísimas” hacia su entorno familiar y laboral. Reconoció que en esta única situación la “zarandeó”, aunque insistió en que “no le causó ninguna lesión”. - Efe