Trayectoria. José Ignacio Munilla Aquirre (Donostia, 1961) desarrolló su ministerio sacerdotal en Zumarraga hasta que en 2006 fue nombrado obispo de Palencia. Su paso por la diócesis palentina no duró mucho porque el 21 de noviembre de 2009 fue elegido para ponerse al frente del Obispado de Donostia en sustitución de Juan María Uriarte. La toma de posesión del cargo se realizó el 9 de enero de 2010.

Decía en una entrevista en este periódico al ser nombrado obispo cuando se le preguntaba por su relación con la diócesis de Gipuzkoa en paso por Zumarraga.

En marzo de 2013 esta agrupación de laicos hacía balance de los tres años de obispado de Munilla y le reclamaban una mayor “transparencia” sin “autoritarismos”.

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Una de las actividades más llamativas del obispo ha sido la creación de la Asociación de Fieles Hermanas de María Stella Matutina con monjas extranjeras como paso previo a ser Instituto de Vida Consagrada. Su sede central está en Bergara y aspira a comunidades de 15 hermanas, aunque ya cuenta con 225 miembros.

donostia - Un total de cinco arciprestes, 42 párrocos y un grupo de sacerdotes coadjutores y jubilados de Gipuzkoa, hasta sumar 96 rúbricas, firman una carta que ayer hicieron llegar al obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, al que acusan de convertir la diócesis en su “feudo” particular, trayendo la “división y la desconfianza mutua” entre sus miembros.

El tiempo no ha logrado apaciguar el “malestar” que generó su nombramiento el 21 de noviembre de 2009 -tomó posesión del cargo el 9 de enero de 2010-. Elección que vino precedida, ya entonces, de otro documento publicado en diciembre con 131 firmas en el que se reprobaba la “intencionalidad” de un nombre “impuesto” en contra de las líneas diocesanas que habían marcado la trayectoria de la iglesia guipuzcoana.

Casi cinco años después y en víspera de la festividad del patrón de Gipuzkoa y Bizkaia, 96 sacerdotes se plantan ante el que fuera obispo de Palencia citando al papa Francisco para recordar a Munilla (Donostia, 1961) que “no ha venido para que le sirvan, sino para servir”. Por eso, inciden en que un “responsable de la iglesia ha de escuchar y tomar en cuenta la opinión de los creyentes”, algo que, según denuncian, no ha marcado la actuación del prelado.

Su comportamiento “está haciendo mucho daño a la diócesis”, aseguran los firmantes de la epístola, quienes creen que Munilla la “considera su feudo” y “actúa como si fuera el único que tiene la capacidad para hacer lo que quiere y como quiere”, sin tener “en cuenta las líneas pastorales” marcadas por sus antecesores: los obispos eméritos José María Setién (1979-2000) y Juan María Uriarte (2000-2010).

En la carta, los sacerdotes lamentan que, en un principio, Munilla abrazara el documento Una iglesia al servicio del Evangelio, aprobado en la época de Setién después de varios años de intensos debates y que Uriarte también hizo suyo cuando asumió el obispado. Sin embargo, los “programas y actividades” del actual obispo “nada tienen que ver con el espíritu” de este escrito en el que se aboga por una iglesia al servicio del Evangelio, que tienda la mano a los más necesitados.

Son diversos los ejemplos de esta actuación “no aceptable” que se citan en el documento que firman, entre otros, los exvicarios generales Patxi Aizpitarte y Felix Azurmendi; y el arcipreste de Hernani, José Luis Aperribai. El traslado del seminario a Pamplona, sus polémicas declaraciones en torno al proceso de pacificación y la eliminación de personal no afín a su ideología - sacerdotes “maltratados” a la hora de decidir su destino- para sustituirlos por otros de carácter más conservador procedentes de Toledo son algunos de las muestras de esta confrontación con los miembros de su diócesis.

Polémica trayectoria De hecho, en enero de 2012 un grupo de militantes católicos molestos con la manera de proceder en la diócesis de Gipuzkoa crearon el movimiento Eutsi Berrituz (mantener renovando) con el que reivindicaban la vuelta a un modelo de Iglesia dialogante y reflexiva alejada de posicionamientos “fundamentalistas e intransigentes”.

Para entonces, la línea marcada por Munilla se había cobrado ya su primera víctima, aunque no la única. Al poco tiempo de comenzar su gobierno, el sacerdote y teólogo franciscano Joxe Arregi decidía colgar los hábitos ante “la nueva línea de acción conservadora” que regía en la diócesis guipuzcoana de la mano de Munilla. De hecho, el azpeitiarra acusaba al obispo de participar en todo el drama que vivió José Antonio Pagola en torno a la retirada del nihil obstat a su obra Jesús, aproximación histórica. Y hace unos días este periódico reseñaba la última de las víctimas: el párroco del barrio donostiarra de Aiete era retirado de sus funciones para ser sustituido por otro más afín.

“La ligereza e improvisación de algunos nombramientos tienen difícil explicación, si no es desde la falta de claridad y auténtica escucha a los interesados y sus comunidades”, critican los sacerdotes firmantes, que al igual que buena parte de los laicos que participan activamente en las parroquias, sienten que la distancia entre la jerarquía de la diócesis y la iglesia de base se agranda a pasos forzados.

Reseñan otro ejemplo en el documento: la decisión de introducir a un grupo de sacerdotes “pertenecientes a una hermandad de fuera sin haber tratado precisamente el asunto en el Consejo Presbiteral ni en el de Arcipestres”.

hermanas de María stella No existen criterios, denuncian, para aceptar nuevos curas. Tampoco se supo muy bien qué ocurrió con las monjas deportistas de Bergara instaladas en el convento de las clarisas. Un grupo “reconocidamente neoconservador que, bajo pretexto de reanimar la vida contemplativa” fue acogido por la diócesis guipuzcoana a finales de 2012. Y aunque posteriormente Benedicto XVI prohibió la orden por indisciplina, finalmente el pasado día de Santiago quedó constituida la Asociación Pública de Fieles para erigirse como Instituto de Vida Consagrada, Hermanas de María Stella Matutina. Es decir, una nueva congregación que tendrá su sede en Bergara, al amparo del obispo Munilla y, que según se señala en la web del obispado, cuenta “con 225 miembros de 20 nacionalidades”.

El desdén por el euskera y la cultura vasca -“no hay más que ver que algunos de los sacerdotes que ha incorporado a la diócesis, además de desconocer el euskera, no muestran ningún interés por conocerlo”- es, por último, otro de los motivos por los que los presbíteros reclaman a su obispo que abra los ojos ante la realidad de su congregación, que está “desfigurándose y deshaciéndose”.