El ascenso de Alberto Núñez Feijóo a la dirección del PP en el Estado presagiaba para muchos un giro hacia el centro político que no termina de concretarse, al menos, en lo que se refiere a su relación con la ultraderecha de Vox, con quien no termina de soltar amarras. El Parlamento Vasco ha aprobado este jueves con los votos del PNV, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos-IU una iniciativa consensuada que pone sobre la mesa la "preocupación" de esta institución por el auge de la ultraderecha y el neofascismo, porque suponen una "amenaza" para la democracia y los derechos sociales.

Pero también apuesta por defender las ideas en libertad, rechaza toda expresión de violencia y discriminación contra las personas y los colectivos, y apuesta por combatir las desigualdades y por una Europa que defienda los derechos. El PP y C's, al igual que Vox, votaron en contra.

Por segunda vez en una semana, el PP ha evitado romper con Vox y sumarse a los consensos parlamentarios. No ha sucedido solo con esta iniciativa, sino también con la votación en el Senado que señalaba la responsabilidad del bando franquista en el bombardeo de Gernika e instaba al Gobierno español a realizar un gesto de desagravio. El popular , y utilizó ese dato para restar legitimidad a la discusión, en la medida en que la izquierda abertzale no ha condenado a ETA.

El PP, el partido que con mayor fervor ha defendido siempre que no se deben mezclar todas las violencias en el mismo saco y diluirlas, fue este jueves quien intentó difuminar el debate sobre la ultraderecha en una apelación a rechazar todas las ideologías ultras, sin citar a Vox, pero citando de manera expresa a ETA y exigiendo su condena. Vox, por su parte, se centró en elucubrar con el peligro que puede suponer a su juicio la ideología comunista, habló de miles de muertes en el transcurso de la historia, y extendió la sombra de la sospecha sobre Podemos y EH Bildu. Amaia Martínez disfrutó de sus minutos de intervención lanzando proclamas que nunca antes se habían escuchado en la Cámara de Gasteiz.

LA POLÉMICA: LEER LA DECLARACIÓN O DEBATIRLA

Desde el PNV, Joseba Egibar reprochó a la coalición abertzale que llevara este debate al Parlamento porque supone dar un altavoz a Vox y provocar el efecto contrario al deseado. Explicó que hubiera preferido leer los puntos de la iniciativa y no entrar en una discusión con Vox. Según ha podido saber este periódico, los socialistas vascos querían entrar en el debate y no limitarse a leer la declaración en la sala de prensa.

El Tribunal Constitucional tumbó el acuerdo parlamentario que limitaba los tiempos de intervención y los turnos de Vox, pero a nivel político existe un consenso para aislar a la ultraderecha y, por ejemplo, PNV y EH Bildu se han inclinado todo este tiempo por no responder ni participar en los debates de esta formación. En el caso de los socialistas, se ha ido valorando caso a caso. El riesgo que existía con la iniciativa de EH Bildu era que, efectivamente, algunos partidos prefiriesen debatirla, aunque con la fotografía de este jueves la coalición abertzale ahonda en su estrategia electoral de presentarse como dique de contención ante la derecha.

El debate dejó ver la dependencia que aún mantiene el PP con respecto a Vox, no solo por el electorado que se disputan, sino también porque necesita sus apoyos y gobiernan conjuntamente en Castilla y León. Está por ver lo que sucede en Andalucía, donde las elecciones de junio van a dirimir si Feijóo consigue articular la gobernabilidad en otros parámetros. En el caso vasco, el único escaño de Vox tuvo este jueves enfrente a los 68 parlamentarios que suscribieron la declaración contra el odio y la amenaza que supone la ultraderecha. En cualquier caso, a pesar de su irrelevancia en número de escaños, Vox ha recurrido a los tribunales para tratar de frenar transferencias o el uso del euskera en los ayuntamientos.

A INSTANCIAS DE EH BILDU

Desde EH Bildu, Garikoitz Mujika alertó del "peligro" que representan estas corrientes y puso en valor el acuerdo entre cuatro fuerzas políticas. La propuesta final, con cuatro puntos, pone sobre la mesa la preocupación del Parlamento por el auge de la ultraderecha, por la amenaza que supone para la libertad, los derechos sociales y la democracia; y rechaza las polarizaciones políticas y militares populistas, totalitarias e imperialistas. El Parlamento ratifica su vocación de intercambiar ideas en libertad y de modo racional, con el respeto a los derechos humanos como único límite; rechaza toda expresión de violencia y discriminación contra personas y colectivos, y apuesta por profundizar en la democracia frente a los movimientos que pretenden un retroceso en derechos sexuales y reproductivos.

El jeltzale Joseba Egibar lamentó que se haya dado un altavoz a Vox para seguir incidiendo en el "conflicto y el ruido", rechazó trasladar a Euskadi el esquema político español, y apostó por unas instituciones "fuertes" que hagan desaparecer las desigualdades sociales, porque los movimientos populistas se crecen cuando "las cosas van mal" y las instituciones están en una situación de debilidad.

El socialista Txarli Prieto recriminó al PP que se preste a "blanquear a la ultraderecha" con su gobierno en Castilla y León y pidió unidad a la izquierda. Miren Gorrotxategi, desde Elkarrekin Podemos-IU, alertó de que la ultraderecha niega la violencia contra las mujeres y dijo que "son los herederos del franquismo, que dicen que los que bombardearon Gernika no eran tan malos y los bombardeados no eran tan buenos". Barrio, desde el PP, dijo que Bildu no hace frente a la ultraderecha, sino que ha hecho frente durante décadas "a la Constitución y los derechos humanos". Dijo que hablan de amenaza ultra, cuando "se amenazó a parlamentarios y no hicieron nada".