- No hicieron falta declaraciones altisonantes de la oposición. Bastó la presencia de público para que el desfile militar del 12-O se convirtiera de nuevo ayer en un acto de agravio contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Aunque evitó llegar hasta el último momento, el presidente español fue recibido en las calles de Madrid entre abucheos, una sonora pitada, peticiones de dimisión, descalificativos como ¡okupa! o ¡paleto!, y otros mucho más gruesos. Un desahogo verbal que se repitió a la conclusión del festejo una vez rompieron filas políticos y militares. Un ruido que arrancó ya en la época de José Luis Rodríguez Zapatero y que ha acompañado al actual líder del PSOE desde su desembarco en La Moncloa, engordando el guion de una derecha que polemiza cualquier decisión del Ejecutivo de coalición. El contrapunto lo representó la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que jugaba en casa y fue acogida con epítetos como guapa y brava desde las gradas. De nada sirvió el llamamiento previo de Sánchez dibujando el Estado español como un territorio “acogedor, abierto y diverso”. “Reivindiquemos lo que nos une, lo que nos engrandece como sociedad. Celebremos nuestro compromiso, la solidaridad, la cooperación, el multilateralismo. Celebremos lo que somos”, manifestó en un tuit.

A la tradicional ausencia del lehendakari, Iñigo Urkullu, y del president de la Generalitat, Pere Aragonès, se sumaron con disculpa el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, de viaje a Bruselas, y el de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que se excusó para preparar el debate de la autonomía. El resto de la corte, con los reyes a la cabeza, asistió al paso rápido de la legión, al de su cabra Puzzle y al vuelo de la patrulla Águila que quiso escenificar la rojigualda en el cielo y les salió la republicana ya que el rojo de una de las aeronaves se fundió con el morado. No perdió ripio en ironizar con ello el diputado de Unidas Podemos Pablo Echenique: “Ojo que la mañana puede acabar con Abascal llamando comunista bolivariana antiespañola a la patrulla”.

La portavoz del Govern, Patrícia Plaja, definió la cita sin ambages. “No hay nada que celebrar porque es la efeméride de un genocidio”, por lo que el Ejecutivo catalán reunió con normalidad a su Consell Executiu. Mismo relato que el expresado desde su exilio por el expresident Carles Puigdemont: “La declinación que España ha hecho de la Hispanidad a lo largo de los años la ha consolidado como sinónimo del genocidio, la dominación violenta y la negación de lenguas y culturas que perpetró, en su nombre, un imperio basado en la guerra, el robo y el crimen generalizado”. En sentido similar se pronunció Esquerra: “Con un Estado que conmemora un genocidio como festividad nacional no tenemos nada que celebrar. ¡Hasta la independencia!”. Una impresión diamentralmente opuesta a la que reseñó el delegado del Gobierno en la CAV, Denis Itxaso, para quien España “no puede asociarse en pleno siglo XXI a una identidad cerrada, exclusiva y supremacista”, sino a “un concepto cultural abierto, que integra y no expulsa” y que “abraza el pluralismo y los sentimientos diversos de pertenencia”, según pronunció en el acuartelamiento de Sansomendi de Gasteiz.

Por faltar ayer, no hubo ni los habituales corrillos donde se escapan primicias, con un aforo reducidísimo por las restricciones sanitarias. En este contexto, Sánchez y Casado se pudieron evitar sin que los medios fueran testigos. Tampoco Felipe VI y la ministra de Justicia, Pilar Llop, tuvieron que enfrentarse a la pregunta del regreso del emérito; ni Carlos Lesmes, presidente del Consejo Superior del Poder Judicial, a la polémica cuestión sobre la renovación de cargos en la institución. Con Pablo Iglesias dedicándose ya a otros menesteres, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en clara ascensión mediática, y las ministras de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, acudieron por primera vez a la recepción. Las anécdotas, que por vez primera desde 2014 faltó la princesa Leonor; y que la atención se centró más en la rivalidad de looks entre Ayuso y la reina Letizia, con un vestido drapeado azul claro, diseño de Felipe Varela.

Hubo hueco hasta para la retórica castrense con olor a naftalina de otros tiempos. El inspector general del Ejército, Fernando Aznar Ladrón de Guevara, puso la guinda cuando reclamó “avivar el concepto de patria” porque, a su juicio, “a los jóvenes puede resultarles extraño, trasnochado y falto de contenido”, por lo que pidió, textualmente, recuperar el carácter nacional de España y reivindicar el patriotismo en todos los sectores de la sociedad. Así, defendió que “hubo, hay y seguirá habiendo nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, cuya indisoluble unidad se fundamenta en la Constitución”. Seguramente que no era éste el concepto que Pedro Sánchez quiso transmitir, más pegado al de Itxaso y su instancia a “avanzar en conciencia cívica y progreso sin necesidad de agitar banderas, y mucho menos si es para clasificarnos entre buenos y malos españoles”.

Ausencias

Además del lehendakari, Iñigo Urkullu, y del president, Pere Aragonès, por tratarse de la cita que es, faltaron a la misma con su disculpa correspondiente el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Pedro Sánchez estuvo arropado por la mayor parte de su gabinete, a excepción de la titular de Industria, Reyes Maroto, de viaje oficial en Italia, y las bajas del ministro de Consumo, Alberto Garzón, y el de Universidades, Manuel Castells. Sí que acudieron el resto de miembros del Gobierno de Unidas Podemos, con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a la cabeza, así como su secretaria general y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, y la de Igualdad, Irene Montero. La otra ausencia destacada en la recepción fue la de los expresidentes del Gobierno español, a quienes se había cursado invitación en esta ocasión en la que las normas por la pandemia obligó a reducir considerablemente el número de asistentes.

“Reivindiquemos lo que nos une y engrandece; somos un país acogedor, abierto y diverso”

Presidente del Gobierno español

“Catalunya no tiene nada que celebrar, se trata de la efeméride de un genocidio”

Portavoz del Govern

“España abraza en pleno siglo XXI los sentimientos diversos de pertenencia, no agitemos banderas”

Delegado del Gobierno en la CAV