- La dirección de Podemos ha convocado para el domingo 13 de junio, el mismo día de las primarias del PSOE andaluz, la asamblea ciudadana en la que los afiliados elegirán al nuevo secretario general que relevará a Pablo Iglesias, un puesto para el que se postula como candidata de la dirección la actual ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. El Vistalegre 4 se convoca de forma extraordinaria y menos de un año después de la celebración de la Tercera Asamblea, que reeligió a Iglesias por otros cuatro años sin que su único oponente, el militante de base Fernando Barredo, lograse ninguna representación en el Consejo Ciudadano Estatal (CCE). La actual dirección hará piña en torno a Belarra, a la que saldrán previsiblemente competidores con cuestionable capacidad de ganar, ya que los sectores críticos ya están fuera de la formación y ella será la candidata de Iglesias.

El CCE, que según los estatutos sería el órgano competente para convocar la Asamblea, ha cedido todas sus funciones a la Ejecutiva, que ha convocado ese congreso y pilotará el partido hasta junio. La marcha de Iglesias abre una etapa en la que dos cabezas visibles tendrán que complementarse: la vicepresidenta Yolanda Díaz, llamada a ser la próxima candidata de Unidas Podemos en las generales, será la que marque las directrices del Gobierno, y Belarra está llamada a dirigir el partido por la dirección actual porque no ha sido ella, en primera persona, quien se ha postulado.

A su favor ha jugado que es una cara nueva y fresca que aún no ha sufrido el desgaste al que sí han sido sometidos tanto Iglesias como su número dos, la ministra de Igualdad, Irene Montero. La vicepresidenta tercera del Gobierno de coalición, Yolanda Díaz, no es militante de la formación morada, sino del PCE, y ya había dicho en numerosas ocasiones que no aspiraba a liderar el partido morado.

En este contexto, el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, aludió ayer a una cuestión que la formación se ha marcado como objetivo en muchas ocasiones y que aún no ha logrado: hacer el partido “menos madrileño”, en referencia a la necesaria implantación territorial.

Iglesias se marcha, y si en cualquier otro partido la marcha del líder podría generar un vacío que obligase a las distintas corrientes a resituarse, en Podemos se da por hecho que no hay otro escenario posible más que el de una transición tranquila.