o es fácil sacar algo en limpio del guirigay en el que se ha convertido la política madrileña y creo conveniente volver al ejercicio pedagógico sobre quién es quién, qué es qué y cómo es cómo, para aclarar en lo posible al lector sobre lo que se cuece en aquel hervidero. Conviene advertir que para lograr representación en el Parlamento de esa Comunidad se debe superar el 5% de los votos, y por no lograrlo IU en 2015 el bloque de izquierdas quedó en la oposición a pesar de haber ganado en votos. Pues bien, en las elecciones del 4 de mayo puede ocurrirle lo mismo al bloque de derechas ya que según las encuestas Ciudadanos no llega al 5% y muchos votos de la extrema derecha no irían a Vox sino a la propia Isabel Díaz Ayuso, cuyo discurso es equiparable pero que difícilmente lograría los 69 escaños de la mayoría absoluta.

Díaz Ayuso era una completa desconocida hace dos años, pero su pacto con Vox y C's sumó un escaño más que las izquierdas. De ese aprobado pelado al notable alto que hoy le atribuyen los sondeos hay una febril actividad de campaña permanente, llevada de la mano por Miguel Ángel Rodríguez quien hizo de José María Aznar, un político mediocre, todo un presidente del Gobierno. Ayuso representa una derecha sin complejos, facha exhibicionista, chulapa madrileña que gusta de ir en dirección contraria al resto de presidentes autonómicos, busca con entusiasmo diferenciarse de los demás para que se hable de ella y su obsesión es confrontar directamente con el presidente del Gobierno en puro protagonismo, hasta el punto que barones del PP están preocupados porque le puede comer la merienda a Pablo Casado.

¿Y la izquierda? El adelanto de las elecciones le pilló con el pie cambiado, sobre todo al candidato Ángel Gabilondo que calentaba motores para ser Defensor del Pueblo a la espera de que PP y PSOE pactaran de una vez los órganos institucionales (CGPJ, Tribunal de Cuentas, etc.). Como iba a necesitar los votos del PP para el cargo, Gabilondo se había visto obligado a actuar moderadamente con la chulería de Díaz Ayuso haciendo una oposición educada, blanda para algunos, sin entrar al barrizal. Y, desprevenido, al PSOE no le ha quedado otra que apostar por lo que tenían: Ángel Gabilondo, candidato con buen cartel entre progresistas moderados pero que ni se le ha visto por los barrios periféricos.

Más Madrid parece opción sólida en su modestia, especialmente en las zonas más populares en el Sur industrial madrileño. Supera holgadamente el 5%. A Pablo Iglesias también le cogió de improviso el adelanto electoral y se vio obligado a dejar el Gobierno y encabezar la candidatura de Podemos porque sin su presencia amenazaba con desaparecer el partido en la única Comunidad donde aún tiene relevancia. A Iglesias le viene bien desmarcarse del Gobierno para poder cuestionar desde fuera sus limitaciones y no hacerse responsable de los incumplimientos programáticos del Ejecutivo. En realidad, hablar y debatir siempre le ha ido mejor que administrar y gestionar.

El CIS de esta semana daba un empate a ambos bloques dejando fuera del Parlamento a C's, auguraba una amplia participación y fijaba la decisión de un tercio de los votantes en el transcurso de la campaña, que se prevé muy dura, con mucha repercusión a escala estatal sobre todo en el bloque de la derecha, que se juega el liderazgo para los años venideros. O Ayuso, o Casado. Al tiempo.