- Joan Tardà (Cornellà de Llobregat, 1953) defiende que Esquerra Republicana ha hecho autocrítica de lo sucedido desde 2017. Un análisis, dice, que "por desgracia no lo ha hecho el nacionalismo catalán, ni tampoco, ni tiene necesidad de hacerlo todavía, el constitucionalismo español, y menos el nacionalismo español, que considera que tenemos lo que nos merecemos".

Abandonó la primera línea pero no está desconectado de la política. ¿Cómo es su vida actual?

-Consideraba que después de 15 años en el Congreso era necesario dar el relevo a otros compañeros más jóvenes, de los cuales me siento muy orgulloso, singularmente de Gabriel Rufián. Así lo expresé al partido, el partido consideró que debería seguir, pero yo insistí en que había que dar paso a otra generación. Ahora soy militante de Esquerra Republicana, formo parte del Consell Nacional, acabo de publicar un libro, que se llama En defensa pròpia, vivo como ciudadano comprometido con la política pero ya no desde un cargo electo.

¿Cuál es la razón de esa defensa propia con la que titula su libro?

-Estoy muy agradecido a Arnaldo Otegi, porque escribió el prólogo, que me parece brillante. El título no se remite a una defensa personal, es un discurso dirigido al mundo republicano catalán. Quizás algunos no se acuerdan que en el tablero catalán en los últimos 20 o 25 años nada de lo que se ha movido puede entenderse sin la presencia del republicanismo, que ha actuado como un catalizador, desde su minoría política. Durante decenios la Catalunya autonómica ha pivotado sobre dos ejes, el del PSC y el del nacionalismo convergente, lo cual nos lleva al escenario actual. Aquellos que ven peligrar su hegemonía, y básicamente desde el nacionalismo convergente, de manera a mi parecer un tanto irracional, han planteado un asedio al independentismo republicano intentando hacer arraigar en el imaginario que Esquerra Republicana es sinónimo de traición y rendición. El libro trata de recordar qué hemos hecho en los últimos tiempos, de qué hemos reflexionado y sobre todo cuál es la estrategia que el republicanismo va a poner encima de la mesa en los próximos meses.

¿Cuál es la diferencia entre ese nacionalismo postconvergent y el republicanismo que invoca?

-Todos los documentos de Esquerra republicana afirman que somos un partido republicano e independentista. Nosotros no somos nacionalistas.

Pero tienen una vocación nacional de hacer de esa nación un estado.

-Nosotros decimos que queremos la misma normalidad que tiene Portugal. Entendemos que somos una nación, y que toda nación tiene el derecho a su plenitud nacional, es decir a su soberanía. Aspiramos a vivir en una sociedad articulada a través de una república, que es la forma que más nos conviene tanto para ser nacionalmente soberanos como socialmente más progresistas en el reparto de la riqueza. Esquerra Republicana es un partido socialdemócrata, de una socialdemocracia radical, profundamente antifascista. Pero siempre decimos en términos coloquiales que el día que hayamos proclamado la república dejaremos de ser independentistas, y seremos tan normales como son los socialdemócratas portugueses o de otro estado. También es cierto que diferenciamos el nacionalismo de las naciones sin estado, defensivo, y el nacionalismo de los estados, que normalmente ha sido quien ha generado los conflictos más desgraciados de la Historia. Aun así, nosotros no somos nacionalistas, somos republicanos.

Volviendo a su libro. Mencionaba el prólogo de Otegi, dentro de la entente que tienen ERC y EH Bildu.

-En la segunda restauración borbónica o el régimen del 78, el gobierno más progresista que hoy por hoy puede darse es del PSOE y Podemos, desgraciadamente no de Podemos PSOE. La España borbónica hoy no da para más. Si se hubieran puesto palos en la rueda en la investidura de Pedro Sánchez, había el riesgo de que la derecha española, que es todavía más conservadora y más nacionalista que el PSOE, ganase las elecciones. Aun cuando la política penitenciaria del Gobierno español sigue siendo la que es respecto a los presos vascos, y a pesar de la represión que se ha cernido sobre el independentismo catalán, creo que coincidimos en la idea de que no es cierto que cuanto peor mejor. La prueba está que ni Esquerra Republicana ni EH Bildu se enrocaron en la investidura ni negaron el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. ¿Por qué? Partimos de la idea, a diferencia de sectores del independentismo catalán, buena parte converso, de que el 1 de octubre fue una gran victoria. Creo que pasará a los libros de Historia por cómo la autoorganización popular puede un día derrotar a un Estado.

Una victoria en todo caso muy efímera, no sirvió para lo que el independentismo se proponía.

-Fue una gran victoria pero ni mucho menos la victoria final. De lo que se trata y se trataba es analizar cómo y de qué manera hay que encarar una nueva fase.

¿No es un riesgo para Esquerra su alianza con EH Bildu, con una lectura autocrítica sobre la violencia por desarrollar?

-Posiblemente, yo entiendo que metabolizar la Historia, tanto la que atañe al conjunto de un país, como a una fuerza política o pensamiento político, requiere tiempo.

Hablar de derechos humanos no debería requerir tanto tiempo o tantas perífrasis.

-Bien, no me atañe a mí porque me cuesta comprender la complejidad del proceso. Admiro de Arnaldo Otegi su capacidad para comprometerse en la resolución de un conflicto. Creo que metabolizar el pasado significa ser capaces de emprender esta tarea, de enorme complejidad, puesto que si hoy día no se han acabado de metabolizar dolores más lejanos en el tiempo, pues entiendo que requerirá tiempo. Será el triunfo de la buena gente que sea capaz de metabolizarlo en clave fraternal. Esto es el proyecto de una generación.

En dos semanas habrá elecciones.

-Entiendo que la fórmula Junts per Catalunya Esquerra Republicana está acabada. Pero porque hay que ampliarla. En estos momentos hay tres objetivos fundamentales, el primero es intentar recuperar el país, la pandemia lo ha dejado hecho trizas; por cierto, un país muy debilitado tras la crisis de 2008. Segundo: hay que desjudicializar el procés. A nuestro entender se requiere una amnistía. Hay quien cree que con un indulto sería suficiente. Pero hay que desjudicializar el proceso, si no, no vamos a a ser capaces de reducir la preeminencia de las emociones y racionalizar soluciones. Y en tercer lugar, hay que construir una solución, que inevitablemente tiene que pasar por un referéndum, puesto que el 1 de octubre lo hace inevitable. Pero lo evidente es que tiene que ser un referéndum pactado y negociado. Hay que establecer un marco de diálogo para que se pueda encontrar entre todos una solución.

Si gana Esquerra, apuesta por un gobierno de amplio espectro.

-Precisamente porque los tres retos son extraordinarios, necesitamos un gobierno que en vez de tener dos patas tenga cuatro. Creo que Esquerra Republicana si gana las elecciones estará en condiciones de intentar aquello que nunca podrían conseguir ni Junts per Catalunya ni la CUP ni en Comú Podem: un gobierno en el que estén los cuatro, con dos partidos a la izquierda de Esquerra Republicana, con lo que el centro de gravedad del gobierno quedaría desplazado hacia la izquierda. De la misma manera que para Pablo Iglesias el PSOE era casta y supo guardarse aquello, si gana Esquerra Republicana, la CUP y en Comú Podem tendrán en su mano que el futuro govern sea más de izquierdas.

Difícilmente los comuns aceptarían.

-En Comú Podem y la CUP no podrán obviar el debate. De la misma manera que Podemos no pudo obviar el entrar o no en un gobierno percibido como la casta según ellos.

Pensar que el gobierno español acepte indultos o la amnistía y un referéndum pactado es una utopía.

-No, yo creo que no.

El indulto o la amnistía costará algo a cambio al independentismo.

-En uno de los debates últimos que tuve con Pedro Sánchez, dijo que los catalanes tienen derecho a decidir, utilizó el término, si quieren este estatuto u otro, entendiendo supongo el otro como uno mejor. Y yo le pregunté por el principio de realidad, que no tiene nada que ver con la ideología, es pura aritmética. ¿Usted pretende una solución dejando al margen al 50% de catalanes que hoy día ya no somos autonomistas? Por cierto, nosotros hemos hecho el esfuerzo para que una parte del independentismo también entienda que no se puede construir la independencia sin el consentimiento del 50% de catalanes que no son independentistas. La solución tendrá que ser aquella con la que la inmensa mayoría de catalanes se vean reflejados, es decir, que su opción esté contemplada.

¿Y cómo se satisfacen visiones muchas veces en las antípodas?

-Mediante el desarrollo de la cultura del no bloqueo.

Hay bloqueos hasta en una pandemia. Esa meta no es nada sencilla.

-Evidentemente. El escenario de una solución será un conquista democrática. Durante años estaremos construyendo esta conquista. La cultura del no bloqueo puede construir dos soluciones paralelas que al final la ciudadanía catalana pueda votar sin bloquear, por ejemplo una ley de claridad que permitiera la introducción de la opción de la independencia en el referéndum. O se desarrolla una cultura de no bloqueo o caemos en los mismos errores anteriores, por ejemplo, la Ley de Transitoriedad Jurídica que hizo el independentismo catalán, que nacía muerta, puesto que los partidos catalanes no independentistas no participaron de su elaboración. O negar la admisión a trámite en 2014 de la ley que presentó el Parlament en el Congreso de los Diputados para que se pudiera autorizar un referéndum.

Catalunya puede alcanzar un consenso muy amplio sobre el derecho a decidir, pero supeditado a un Estado cuya Constitución lo bloquea.

-Razón por la cual nosotros somos los primeros interesados que el Estado español cuanto más progresista mejor, pero sí, es evidente que la democracia española a mi entender es de poca calidad , en la medida que no es capaz de asumir los retos que plantea la historia. Lo nuestro es titánico, pero la dificultad y las condiciones objetivas tan desfavorables no quitan ni dan razones, complican el proyecto político, pero eso no tiene que ver con el anhelo y el ideal que uno persigue.

Es famoso el dicho divide y vencerás. El independentismo se retrata ahora muy dividido, cuando era fundamental ampliar su base.

-Yo hago una lectura un tanto distinta. Tengo 67 años, los independentistas nunca habíamos previsto que en el año 2021 seríamos tantos como somos ni que hubiéremos hecho lo que hemos hecho. Si no, no tendríamos ni gente en la cárcel ni gente fuera de Catalunya. Cuando en 2004 investimos a Zapatero era para construir con la izquierda española el Reino de España federal a fin de una vez alcanzado aquel objetivo, seguir hasta la República en dos generaciones, quizás una y media para alcanzarlo. A veces la Historia se desboca como un caballo, y hemos avanzado mucho. Todo lo que hemos hecho, ni tan solo habíamos previsto que lo haríamos. Ahora estamos en una situación difícil, el Estado español por primera vez ha visto las orejas al lobo un poquito y ha quedado al descubierto su falta de separación de poderes y su incapacidad para responder democráticamente como el Partido Conservador británico ante el reto de Escocia. Pero hemos conseguido algo muy importante, evitar el efecto muelle. Es verdad que solamente hemos llegado al pie de la montaña, pero no han conseguido que retrocediéramos; nos hemos anclado. Cuando uno está lejos de la montaña, parece más baja, y cuando uno está cerca parece mucho más alta. Lo que hemos hecho en Esquerra Republicana es preguntarnos de qué manera hay que construir el camino que nos lleve arriba. Un camino ancho para que quepa mucha gente, pero sobre todo diversa. Nosotros intentamos competir con el Partido Socialista de Catalunya, puesto que entendemos que hay muchos catalanes o puede haberlos que aun cuando no sean independentistas, estén hartos de esta España intolerante borbónica.

¿Se arrepiente de su vehemencia en su "Adiós corrupción, bienvenida República" en agosto de 2017 en el Congreso? ¿Pensaron que el pico de esa montaña estaba al alcance?

-No me arrepiento de nada, porque todo lo que hicimos nos lo creíamos profundamente. Lo que nunca me perdonaría, razón por la cual estoy orgulloso que lo hayamos hecho, es que no hubiéramos sido capaces de mirar atrás y mejorar lo que hicimos bien y corregir lo que no hicimos tan bien. En los momentos en que la Historia se acelera, normalmente se da una carga emocional muy alta en la sociedad. De hecho, hay sociólogos que hablan de la emoción como carburante de la Historia. Cuando prevalecen las emociones, suelen impedir que se consolide una cierta frialdad analítica, y esto lo digo porque el asedio del Estado también obligó a que las decisiones las tomasen un grupo reducido de personas.

Suponiendo que un día Catalunya se convirtiera en un estado independiente, dejaría atrás al resto de los denominados Països Catalans.

-Aunque viéramos culminado nuestro proyecto, es evidente que nosotros siempre estaremos interrelacionados con la política española y con España, por nuestro republicanismo y porque las condiciones del País Valencià y de las Illes Balears son muy distintas a las de Catalunya. Ya hace años en los documentos del partido dejamos claro que no perseguíamos la república de los Països Catalans, sino el anhelo de ver proclamadas las repúblicas de los distintos territorios, que tendrían que decidir si quieren confederarse o no.

¿Qué ministro de Política Territorial puede ser Miquel Iceta?

-Vamos a ver si el Partido Socialista sabe salir de esta crisis en la que se encuentra el régimen del 78 y es capaz de metabolizar esta demanda democrática. Este es el gran reto que tiene la izquierda española. A ver si Miquel Iceta, que es catalán y siempre se ha dicho que federalista, es capaz de asumir el principio de realidad. Solamente asumiendo ese principio, él sabrá perfectamente que hay que encontrar una solución dialogada, negociada y acordada.

¿Y cuál es su impresión sobre Illa como candidato a la Generalitat?

-Que el candidato socialista ahora se beneficia de aquello que benefició a Arrimadas en 2017 es evidente; puede concentrar el voto constitucionalista o unionista o recuperar el voto que se fue a Ciudadanos o incluso al Partido Popular. Si Ciudadanos se derrumba el PSC crece. El Partido Socialista tiene que ser parte de la solución, pero para que pueda existir un diálogo franco con el socialismo catalán, debería existir una mayoría republicana, con un gobierno socialdemócrata favorable a la solución de un referéndum, a fin de hacer sentar al Partido Socialista que ahora no es favorable, pero Miquel Iceta tan solo hace cuatro años sí que lo era. Porque lo dijo infinidad de veces en el Parlament, siempre y cuando estuviese acordado con el Gobierno español. Cosa que le van a recordar de inmediato.

Condición muy pesada la de Iceta, visto el panorama.

-Conquistar la autonomía llevó años. De la misma manera el referéndum, que no sabemos cuándo o cómo será. Cuando hablas en frío, todo el mundo sabe que cuando la opción de independencia alcanza el porcentaje que ha alcanzado ya no puede descartarse. De igual manera, hay independentistas a quienes todavía les cuesta asumir esto, porque afirman que ya somos república, cosa que me parece francamente absurdo, y que el referéndum ya lo hicimos, que no hay que volver a preguntar y hay que implementar la independencia. Me parece que la solución es la que la lógica nos plantea.

La monarquía está en crisis pero no hay un republicanismo español articulado. Un debate quizás aún verde, pero clave.

-Fundamental. Lo digo desde la experiencia. Creo que he sido el único diputado que llevó al Estado español ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que planteó un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, porque la Mesa del Congreso me llegó a rechazar más de cien iniciativas. En la batalla ideológica hay que dejar muy claro que el régimen monárquico español está basado en la impunidad, que a su vez está en la base de la poca calidad democrática de dicho régimen. ¿Cómo uno puede sorprenderse de la corrupción existente en el Estado español, si este régimen nació bajo el signo de la impunidad? En ningún momento Juan Carlos I tuvo la necesidad, ni nadie le exigió que pidiera perdón por su complicidad con el régimen franquista, ¿Por qué razón le iban a pedir cuentas sobre su corrupción económica? hoy día desde el independentismo catalán y vasco deberíamos estar muy interesados en crear frentes republicanos conjuntamente con la izquierda española, hablo de un hipotético Pacto de San Sebastián. Esto de que el rey de España no nos interesa porque no somos españoles me parece una frivolidad. La monarquía no solamente es el icono de esta unidad sacrosanta del Estado, sino que es el ejemplo de hasta qué punto la democracia española es low cost y frágil en su calidad. Creo que esta batalla hay que seguir dándola, aunque sea dura y con muchas incomprensiones. El meollo de la cuestión no es la corrupción de la monarquía, sino su ilegitimidad, puesto que en el 78 nos robaron el derecho a decidir si queríamos monarquía, la de Franco, o la restitución de la legalidad republicana. Independientemente de que sea posible la realización de un referéndum entre monarquía o república, es fundamental que se plantee. El nacionalismo y el independentismo vasco, gallego o de los Països Catalans, no debería desentenderse del republicanismo español, que por desgracia es verdad que es minoritario. Pero tan cierto es eso como el desprestigio de la monarquía.

"Desde el nacionalismo convergente han intentado arraigar que ERC es sinónimo de traición y rendición"

"La fórmula Junts per Catalunya con Esquerra Republicana está acabada, porque hay que ampliarla"

"El camino a la independencia debe ser ancho, para que quepa mucha gente, pero sobre todo diversa"

"Vamos a ver si Miquel Iceta es capaz de asumir el principio de realidad, para una solución negociada"