- Desde que su hermano Joxi fue secuestrado, torturado y asesinado por los GAL, Pili Zabala se convirtió en activista por la paz y la justicia.

¿En qué fase está su petición a la Fiscalía de Gipuzkoa para que investigue la implicación de Felipe González en los GAL?

—Aún no tenemos respuesta, pero todavía es pronto. Presenté el escrito hace escasas semanas, en una fecha que es muy especial para mí, el 5 de enero, justo el día en que no pude felicitar a mi hermano Joxi por su 59 cumpleaños.

¿Qué le llevó a dar este paso?

—La necesidad de demostrar la verdad, esa "verdad judicial" que se nos niega en defensa de una mal interpretada "razón de Estado", que yo denominaría "sinrazón de Estado", en la que se puede asesinar y cometer todo tipo de tropelías delictivas, sabiendo que, en el hipotético caso de que los agresores pudieran ser juzgados y condenados, serán privilegiados con indultos o ascensos en su escalafón jerárquico. El Estado español no ha cumplido el derecho internacional humanitario que debe respetar obligatoriamente por encima de su normativa interna. Un Estado viola los tratados internacionales si practica, alienta o tolera el asesinato, la desaparición de personas, la tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Por tanto, investigar para conocer la verdad es requisito imprescindible y necesario. En aquellos años la investigación que se pudo llevar a cabo desde el ámbito de la justicia fue muy limitada por razones obvias. Ahora estamos en otro contexto político.

Son muchas las veces que se ha especulado con la vinculación de Felipe González con los GAL, pero nadie había dado el paso de pedir que sea investigado.

—Bueno, eso no es del todo cierto, pero, si estás convencida de algo, luchas para intentar demostrar que eso sucedió así. Y yo soy muy persistente. Tengo el firme convencimiento de la responsabilidad e implicación personal en la creación de los GAL de quien fuera presidente del Gobierno español durante más de 13 años y no voy a parar hasta que se vea señalado por alguna institución judicial, sea esta española, francesa o internacional.

¿Tiene confianza en la justicia?

—Más que confianza, me obligo a tener que confiar en el Estado de derecho y en la división de poderes. Es que existen indicios suficientes que vinculan a Felipe González con los GAL, tal y como expongo en el documento registrado. Pero existen muchos más. Mismamente se puede visionar en Youtube el documental GAL: des tueursd'état (GAL: asesinos de Estado), de Bruno Fay y Xavier Muntz, donde nada más y nada menos que los ministros de Interior franceses de la época Pierre Joxe y Charles Pasqua no dejan lugar a la especulación. El primero relata que en 1984 conocían que el Gobierno español estaba detrás del GAL y las discusiones mantenidas por ello con Felipe González. Pasqua, por su parte, señala que, "al principio Madrid negaba que tuviese algo que ver con el GAL, pero les decíamos que no nos contaran historias, que era evidente que las acciones del GAL eran directamente decididas por los servicios que dependían del Gobierno de Madrid". Conviene recordar también que Ricardo García Damborenea siempre afirmó que él pertenecía a los GAL y que semanalmente se reunía con Felipe González. Si todo este tipo de afirmaciones, junto con los documentos desclasificados de la CIA, no constituyen suficientes indicios de delito para investigar la implicación de esta persona con el terrorismo de Estado, ¡que baje Dios y lo vea!

Se habló de la posibilidad de crear una plataforma para investigar la actividad de los GAL. ¿Se han dado pasos en este sentido?

—Sí, aunque va más despacio de lo que quisiéramos debido a la pandemia. Continuamos en la fase organizativa y, mientras tanto, puedo adelantarle que en marzo ya tendremos lista una página web más profesional en cuatro idiomas donde iremos colgando todo tipo de información sobre los GAL y las iniciativas que vayamos adoptando. Animo a las personas que estén interesadas en ayudarnos a que nos escriban a gal.ikerketa@gmail.com.

En junio del pasado año el Congreso de los Diputados debatió la creación de una comisión que investigara al expresidente. Podemos rectificó su idea inicial de no apoyarla. ¿Cómo se sintió al conocer que su idea era no dar su voto afirmativo?

—Decepcionada, dolida, triste y humillada por la escasa inteligencia emocional que demostraron al titubear sobre la comisión de investigación. Aunque para gobernar algunos estén dispuestos a tragar sapos, hay determinadas líneas rojas que nunca deberían franquearse y la defensa íntegra de los derechos humanos es una de esas líneas a respetar por encima de todo.

Pablo Echenique afirmó que todo fue un malentendido y, de hecho, Podemos rectificó y apoyó la comisión de investigación. ¿Habló con él?

—Preferí dirigirme directamente al secretario general.

¿A Pablo Iglesias? ¿Le dio alguna explicación el secretario general de Podemos?

—Sí, claro que hablamos. Me explicó su posición y, obviamente, yo le manifesté mi disconformidad, desacuerdo y enfado. Aun así, reconozco que se dieron cuenta de que estaban totalmente equivocados, que fallaron y, por tanto, finalmente rectificaron y apoyaron la comisión de investigación. Aunque desafortunadamente no logró los apoyos necesarios.

¿Cree que a lo largo de estos años ha habido una voluntad verdadera de investigar a los GAL?

—Me atrevería a decir que ha habido una férrea voluntad de obstaculizar cualquier amago de investigación de los crímenes de Estado para impedir conocer la identidad de los autores intelectuales. En ese sentido la sentencia del caso Lasa-Zabala es muy clara y dice textualmente que "se trata de un delito cometido por personas que investidas de una autoridad para la defensa de la legalidad se han convertido en transgresores de la misma y del cuerpo de valores que conforman el Estado de Derecho, sabiendo que disponían de efectivas posibilidades de entorpecer y obstaculizar las investigaciones".

Otra cuestión son las víctimas. ¿Considera que las víctimas de los crímenes de Estado están suficientemente reconocidas?

—El Derecho Internacional Humanitario lo dice bien claro: Ante una misma vulneración de derechos humanos, mismo ha de ser el reconocimiento y la reparación. Obviamente, estamos a años luz de ese precepto. Es uno de los retos a los que nos enfrentamos tras décadas de convivir con la violencia y las flagrantes vulneraciones de derechos humanos. Son los parlamentos quienes en definitiva deben modificar, actualizar y adaptar a las circunstancias y al contexto sociopolítico las leyes en materia de víctimas. Yo lo intenté estando en el Parlamento Vasco y quienes trabajaron conmigo conocen mi empeño y perseverancia. Ahora seguiré trabajando en ese camino desde la sociedad civil.

En 2016 sorprendió al convertirse en la candidata a lehendakari de Elkarrekin Podemos. ¿Qué le llevó a dar el paso?

—Pensar que tenía la oportunidad de intentar modificar algunas leyes injustas e inhumanas que rozan la ilegalidad y que sigo y seguiré insistiendo en que deben ser cambiadas en favor de una convivencia, cultura de paz y regeneración democrática.

Imagino que usted tendría sus inquietudes políticas, pero nunca se había significado públicamente.

—Me ofrecieron ser cabeza de lista como independiente y esa fórmula me hizo sentir cómoda.

¿Al ser cabeza de lista sintió rechazo por parte de alguien que no imaginaba que diera el paso?

—Supongo que algunas personas me relacionaban con otras familias políticas y, tal vez, como me dijo un amigo, mi decisión sorprendió, gustó y también decepcionó, pero en esos momentos era la que mantenía unas tesis más cercanas a mis inquietudes sociales, principalmente en el área de derechos humanos.

En 2020 dejó de ser parlamentaria. De la misma manera que accedió a dar el paso de encabezar una candidatura, ¿le costó dar el paso de, en cierta manera, volver a la vida civil?

—No. Intento ser coherente con lo que digo y la decisión ya la tenía tomada desde agosto de 2018. Públicamente señalé que únicamente estaría una legislatura y así fue. Lo tenía todo organizado. Al finalizar el trabajo de parlamentaria, me incorporaba a mi puesto de funcionaria y así se lo hice saber con la debida antelación al departamento de Educación y al director del centro donde imparto clases.

¿Con qué se queda de esos años como parlamentaria en la Cámara de Gasteiz?

—Con unos pequeños avances en materia de derechos humanos. Por un lado, destacar el respaldo mostrado por todos los grupos parlamentarios, incluso del PP, a la iniciativa que presenté para que de ahora en adelante el Gobierno Vasco todos los 26 de junio organice un acto para demostrar su apoyo a las víctimas de la tortura. También quisiera poner en valor mi trabajo más laborioso, que consistió en redactar una proposición de Ley de Derechos Humanos para la Consolidación de la Paz. La registré un día antes de que el lehendakari disolviera el Parlamento y, para quien tenga interés, está accesible en la página web de la Cámara de Gasteiz. Me encantaría que algún grupo parlamentario retomara dicha proposición, la mejorara y fuese debatida en sede parlamentaria. A mí no me dio tiempo, ya que estuve esperando hasta el último momento para intentar cerrar un acuerdo con el PNV en la Ponencia de Memoria y Convivencia que finalmente no fructificó. Pero ahí está ese comienzo de trabajo donde, entre otras medidas, precisamente se proponía crear un organismo totalmente independiente del poder político que documentara e investigara científicamente todas las vulneraciones de derechos humanos acaecidas en el periodo de memoria reciente.

¿Se ve la política de la misma manera siendo protagonista directa que alejada de la primera línea?

—Cuando no estás en primera línea criticas muy a la ligera determinadas decisiones porque piensas que tú lo harías mucho mejor. La política debería ser el arte del respeto, de la discrepancia constructiva y de los encuentros entre diferentes. Y la verdad es que en demasiadas ocasiones no llegué a comprender esa dinámica agresiva, revanchista y autoritaria, a la par que teatrera. Todos tenemos mucho que aprender.