1.En primer lugar, los daños que va a dejar la pandemia en toda la estructura productiva, no solo empresas industriales sino también de servicios. La pérdida de empleo va a ser especialmente sensible, sobre todo en las mujeres y los jóvenes. El vertedero de Zaldibar va a hacer espabilar a toda la clase política porque hay un problema que tiene que ver con políticas medioambientales. Otro gran problema es la transición demográfica, Euskadi es una sociedad vieja donde casi un 25% de la gente tiene más de 65 años, y eso tiene repercusiones muy serias en el tema de las pensiones.

2.Siempre hay una tendencia cuando se tiene mayoría absoluta a hacer menos caso a la oposición. No sería conveniente, lo que pasa es que probablemente va a ser bastante inevitable porque tampoco sabemos qué planes tienen todo lo que va a quedar fuera del PNV-PSE.

3.El problema a veces es que la propia oposición se va autoexcluyendo precisamente porque quiere navegar por aguas sustancialmente distintas de las que propone el Gobierno. Hacer una buena oposición es fundamental, significa ser capaz de plantear alternativas y de que la gente perciba que hay otro tono, otra manera de tocar los problemas.

4.Hay que saber qué quiere hacer Vox en el Parlamento Vasco. ¿Quiere dedicarse a culpar absolutamente de todo al Gobierno, rechazar todas las políticas sociales y de inmigración y negar la importancia del euskera? Si eso fuese así habrá que contemplarles como un caso excepcional que hay que soportar porque la democracia electoral lo ha dicho pero no contar con ellos para nada.

5.Hay otras urgencias en estos momentos en el País Vasco, todas las consecuencias socioeconómicas que va a dejar la pandemia, que son muy graves. Distraerse de eso ahora poniendo encima de la mesa el nuevo estatuto significa desgastar esfuerzos de cara a lo que debería ser el objetivo principal. El nuevo estatuto y el autogobierno solo se pueden abordar en un momento de gran estabilidad interna y de crecimiento económico.