uskadi celebra hoy sus elecciones más atípicas en 40 años de democracia, tras la inédita suspensión de la convocatoria prevista para el pasado 5 de abril por la pandemia del coronavirus, que se ha convertido en el centro gravitatorio de la política vasca y estatal. Tres meses más tarde de lo previsto inicialmente, la ciudadanía de la CAV acude por fin a las urnas en una cita que está marcada por las dudas respecto a la participación -el miedo al contagio y las vacaciones estivales podrían incrementar la abstención- y que supone la reválida para Iñigo Urkullu, que aspira a su tercer mandato como lehendakari, objetivo que según las encuestas tiene al alcance de su mano.

La preocupación por el virus se ha acentuado en la última semana de campaña tras el brote de Ordizia y el debate sobre si los contagiados deberían poder ejercer el sufragio o no -finalmente no podrán-. Sin embargo, atendiendo a los últimos sondeos, nada apunta a que vaya a producirse en Euskadi un descalabro de la participación e incluso podría mantenerse en niveles similares a la de 2016.

Respecto a lo que ha dado de sí la campaña electoral, han sido dos semanas de mensajes en clave más constructiva y en tono menos brusco que en anteriores convocatorias, sabedores los partidos vascos de que la ciudadanía no iba a entender una gran bronca política con las actuales circunstancias sociales y económicas que arroja la pandemia. Eso no obvia que se hayan puesto sobre la mesa debates trascendentales sobre la gestión de servicios públicos como la sanidad, la educación o el sistema de residencias, y, en el plano más político, la idea de un tripartito de izquierdas para desalojar a Urkullu de Ajuria Enea, hipótesis que este 12-J parece muy remota.

Todo apunta entonces a una reedición del pacto entre el PNV y el PSE, opción que tanto Iñigo Urkullu como Idoia Mendia han dejado entrever a lo largo de la campaña, aunque sin confirmar que vaya a materializarse. Dependerá en gran medida de los números que arrojen hoy las urnas en una convocatoria en la que también destacan varias caras nuevas entre los candidatos a lehendakari. Es el caso de Miren Gorrotxategi o el recuperado Carlos Iturgaiz. Un dato llamativo es que, de entre los cinco principales aspirantes, solo una de ellas (Mendia) es la líder de su partido a nivel orgánico. En este sentido, la tradicional bicefalía jeltzale ha sido imitada por EH Bildu y Podemos Euskadi, mientras que en el PP de la CAV no existe un liderazgo claro a día de hoy e Iturgaiz únicamente ejerce como candidato de urgencia tras la abrupta marcha de Alfonso Alonso.

El lehendakari concurre por tercera ocasión como candidato del PNV y en las dos anteriores no tuvo excesivos problemas para hacerse con la makila. Ahora, Iñigo Urkullu vuelve a someter su gestión al refrendo de la ciudadanía tras una legislatura que ha sido en general calmada pero ha tenido unos meses finales de gran intensidad, empezando por la tragedia del vertedero de Zaldibar y acabando en la gestión del COVID-19, del confinamiento y de la desescalada.

Según las encuestas, la gestión de Urkullu y su Gobierno durante la crisis sanitaria es avalada por la mayor parte de la ciudadanía vasca, que podría premiar hoy al PNV con un aumento de asientos en el Parlamento Vasco que lo situaría alrededor de la treintena de parlamentarios. De esta forma, a los jeltzales podría valerles con firmar un nuevo acuerdo de legislatura con los socialistas, que también se prevé que salgan reforzados de esta cita electoral. Ambas formaciones aspiran a sumar mayoría absoluta y poder formar un Ejecutivo autonómico fuerte que aborde sin pasar apuros las medidas de reconstrucción poscovid-19.

Arnaldo Otegi se hizo a un lado para esta convocatoria electoral y cedió el testigo a Maddalen Iriarte para dar imagen de cierta renovación y evitar el lío judicial de la inhabilitación que sigue pendiendo sobre Otegi. De esta forma, y lejos de cualquier opción de sorpasso al PNV, EH Bildu llega a las urnas con el objetivo de reforzarse, consolidarse como segunda fuerza y principal de la oposición, y ofrecer una imagen de solvencia que la aleje de la antigua ortodoxia de la izquierda abertzale.

Este último reto se le ha complicado por el regreso de la kale borroka relacionada con la huelga de hambre del preso Patxi Ruiz, y que ha llenado de pintadas las sedes de los partidos vascos, así como el portal del domicilio de Idoia Mendia, actos todos ellos que han sido rechazados pero no condenados por la coalición.

Los morados afrontan los comicios vascos después de un auténtico vuelco en su estructura interna tras la victoria en las primarias de Miren Gorrotxategi. Así, con el sector pablista capitaneando ahora el partido en Euskadi, Podemos ha pasado de aprobar los presupuestos de Urkullu a fiarlo todo al desalojo del lehendakari mediante un pacto a tres junto a EH Bildu y el PSE.

Gorrotxategi ha logrado colar con fuerza esta idea en la campaña electoral, aunque no tiene viso alguno de materializarse a corto plazo, ya que tanto Idoia Mendia como Maddalen Iriarte han rechazado por activa o por pasiva acometer un acuerdo de gobierno de estas características. Está por ver qué actitud adoptará Elkarrekin Podemos en el Parlamento una vez que constate la imposibilidad de su principal apuesta electoral.

Los socialistas se han subido al efecto Sánchez y se han arrogado la bandera de la izquierda para reivindicarse como única fuerza que es capaz de llevar al Ejecutivo vasco las políticas sociales y frenar los impulsos nacionalistas del PNV. En cualquier caso, volver a gobernar junto a los jeltzales parece la prioridad de Idoia Mendia que, eso sí, aspira a crecer en escaños para poder reclamar a Urkullu carteras de más peso en una futura negociación para formar Gobierno.

El PP de la CAV es otra formación que ha vivido en los últimos meses vaivenes internos que culminaron con la salida de Alfonso Alonso y con la candidatura de Carlos Iturgaiz como solución de emergencia y de consenso en un partido muy dividido entre los antiguos sorayistas y los dirigentes que ha impulsado Pablo Casado. La novedad es la coalición con C's, un experimento que está por ver cómo funciona en las urnas pero que, según los sondeos, podría lograr el efecto contrario y hacer perder escaños a los populares.

Tras ser expulsada de Elkarrekin Podemos y concurrir en solitario, la formación ecologista liderada por José Ramón Becerra quiere subirse a la ola verde que triunfa en Europa para obtener representación en Euskadi.