- Era la última oportunidad para agitar una campaña electoral plana, con escaso nivel propositivo, con aforos reducidos y distancia social en una campaña condicionada por el estrés social tras un confinamiento de tres meses por la pandemia del COVID-19 que al bajar la marea ha dejado en evidencia una devastadora crisis económica y un desánimo generalizado. Pero todo quedó donde estaba. El primer y único debate televisado con presencia de todos los candidatos a lehendakari ofrecido por ETB-2 tampoco sacudirá el signo de los pocos días de sprint final que restan ni tampoco los planes de su voto a los miles de televidentes que siguieron el programa. Quedan cuatro días para el 12-J y un error de bulto se paga caro. Hay mucho en juego y algunos escaños en el aire. Lo importante es amarrar a los propios para que no se queden en casa el domingo y ya de paso desgastar al adversario.

Fue un todos contra Iñigo Urkullu, el enemigo a batir, no solo porque ha sido la máxima autoridad política en la legislatura y al que se le interpela por su gestión pasada sino, sobre todo, porque las encuestas le dan claramente como ganador el próximo domingo en las urnas. El lehendakari y candidato a la reelección por el PNV echó mano de su capacidad de gestión a lo largo de los últimos ocho años en Ajuria Enea y la solvencia de su partido al frente de las instituciones, recordando que con él pilotando el Gobierno vasco se había dejado atrás la crisis económica de 2008 y el desplome del empleo. Hasta que llegó la pandemia del coronavirus y puso de nuevo el contador a cero.

El resto de los candidatos ofreció la versión mostrada en los doce días de esta campaña: Maddalen Iriarte (EH Bildu) apretó al lehendakari con la gestión de la pandemia y sacó algunos clásicos como el nuevo estatus y el derecho a decidir; la debutante Miren Gorrotxategi (Elkarrekin Podemos) volvió por enésima vez a tocar la partitura del tripartito de izquierdas; Idoia Mendia (PSE) se aferró a la gestión de Pedro Sánchez; Carlos Iturgaiz (PP+Ciudadanos) se presentó como la única alternativa constitucionalista en Euskadi; y José Ramón Becerra (Equo-Berdeak), sin mucho ruido, intentó combinar su moderación con la radicalidad de su propuesta de cambio de paradigma.

El debate moderado por Xabier García Ramsdem llegó a los hogares en hora punta y se prolongó hasta pasada la medianoche. Fueron casi dos horas fragmentados en cinco bloques temáticos y con la pandemia de la COVID-19 y las salidas a la crisis sanitaria, económica y social sobrevolando en todo momento.

Antes de la pandemia nadie hubiera imaginado un 7 de julio, San Fermín, con un debate electoral. El encierro televisivo tuvo pocas cornadas. Fue un debate de guante blanco y con muchos datos económicos y ya se sabe que la economía es un poco aburrida y difícil de seguir cuando se adentra en el marasmo de los números. La pandemia ha cambiado nuestras vidas de forma radical y va a condicionar el futuro en los próximos meses y años. Y en ese horizonte la cuestión de si habrá o no recortes es capital. Incoscientemente la mayoría de los candidatos dieron por hecho que Urkullu será el próximo lehendakari ya que a él le dirigieron esa pregunta tanto Iriarte como Gorrotxategi e Iturgaiz. Urkullu, como lo ha hecho durante la campaña, volvió a asegurar que "no habrá recortes" y se comprometió a "garantizar los servicios públicos", recordando que en los últimos siete presupuestos vascos más de siete de cada diez euros se han dedicado a sanidad, educación y servicios sociales.

En materia de sanidad, Iriarte, Iturgaiz y Gorrotxategi cargaron contra el Gobierno de coalición PNV-PSE argumentando que el sistema sanitario vasco no ha estado preparado para hacer frente a la pandemia del coronavirus. Mendia abogó por reforzar la atención primaria pero en líneas generales defendió la gestión de la pandemia tanto en Euskadi como en el Estado español. Becerra apostó por una mayor cooperación entre los gobiernos vasco y español y también entre los partidos políticos. Urkullu defendió la gestión de Osakidetza a la que atribuyó el merito de la salida de la crisis sanitaria. A este respecto, recordó a Gorrotxategi que en Euskadi la media de gasto sanitario es de 1.700 euros por habitante frente a los 1.300 en el Estado.