ace un año Albert Rivera hacía campaña con frases tan tontas como "agur al cuponazo", "se acabó la fiesta" y "vamos a acabar con los privilegios". Ciudadanos confundía así irresponsablemente el principio de igualdad, noble valor que es de todos, con su agenda de uniformidad y centralismo, y calificaba de privilegio lo que es legítima diversidad.

Por esos mismo días también andaba Pablo Casado diciendo que iba a recentralizar competencias tan básicas como la educación que, según él, "tiene que ser competencia española, del Estado". Desconocía y despreciaba Casado así no solo el Estatuto, sino hasta la Constitución que dice conocer y respectar.

Esos discursos obtenían en España el fácil éxito victimista del "fervor popular que -en palabras de un viejo profesor- despierta la idea ubicua y talismámica de la igualdad". Habría sido nefasto para nuestra convivencia que se siguiera por esa senda populista y demagógica. Si se hubieran repetido estas tramposas majaderías en campaña yo les habría criticado. Pero por el contrario estos partidos se han presentado en la Casa de Juntas para certificar que también ellos saben que nuestro sistema de cosoberanía política y económica no solo es legal, sino en la práctica comparable a las mejores experiencias de gobernanza europeas, y un modelo tan repetuoso con el principio de igualdad (que no de uniformidad) como el que más. La supuesta antigualla insolidaria se reconoce ahora como una experiencia política de actualidad y enorme capacidad para hacer frente solidariamente a los complejos retos de nuestro tiempo.

Los vascos tenemos muy diversos sentimientos de pertenencia nacional y ninguno tiene la exclusiva. Compartir algunos símbolos y sus contenidos básicos es importante. Cierto que entendemos esos símbolos de diferente forma y les damos distintos significado y alcance, pero eso no es malo: de hecho es bueno si queremos una sociedad diversa en que sabemos convivir respetándonos. Si Gernika y lo que significa es en lo fundamental de todos los vascos, vale más que si es solo de una parte. Y si tiene diversas lecturas, vale más que si solo puede ser entendida de una forma canónica, la mía.

Es posible que por parte de Ciudadanos la cosa sea tan forzada como una petición de perdón televisada del rey Juan Carlos. Pero aún si así fuera, es una declaración política que tiene consecuencias. Ya nunca podrán volver a decir determinadas barbaridades sin que todos sepan que manipulan de manera oportunista. En ocasiones he defendido que las instituciones vascas deben hacer pedagogía, paciente, constructiva y rigurosa, de nuestro sistema de gobernanza también en España. Nos jugamos mucho en que las cosas se entiendan bien, con lealtad mutua, sin hacernos trampas unos a otros.

Si la foto de Casado, Iturgaiz y Arrimadas con el roble al fondo facilitara algo en ese camino, aunque sea un centímetro, yo la celebro.