l próximo 12-J, vascos (y gallegos) elegiremos a los representantes políticos que conformarán el Parlamento Vasco (y gallego). Esos representantes elegirán un lehendakari (y un presidente). Y éstos conformarán sus respectivos Gobiernos (Eusko Jaurlaritza y Xunta de Galicia). Esa será la letra grande.

Pero hay letra pequeña.

Empezando por el PNV y Urkullu: sin competidor directo a efectos de quién vaya a ganar las elecciones, ese día se medirán también consigo mismo y con sus expectativas crecidas. Igualar en las actuales circunstancias los resultados del 2016 y quedar en disposición de formar gobierno de mayoría absoluta con el PSE constituiría un magnífico resultado. Mejorar aquellos resultados y hacerlo manteniendo o mejorando su proporción de votos con el PSE, ¡línea! Y si, para colmo, los resultados le acercaran la posibilidad realista de algún otro socio posible, ¡bingo!

EH Bildu comprobará la razón o sinrazón de una doble afirmación que tanto le gusta hacer a Otegi: que, elección tras elección, van subiendo en votos; y que están cada vez más cerca de constituir una alternativa al PNV. Parece evidente que las uvas de constituir una alternativa real tras los resultados del 12-J seguirán estando verdes; y habrá que ver si esto de ir creciendo en votos en la medida que se proclama es algo más que un deseo cuya credibilidad sobre todo entre sus votantes va creciendo, se atasca o mengua. Si resultara esto último, haría bien Otegi -y el incorporado en listas Arkaitz Rodríguez, además, claro, de Maddalen Iriarte- en poner sus "barbas" (es un decir) en remojo. No sería extraño que asomaran barberos "amigos".

Por lo que respecta a Idoia Mendia y su PSE, todo apunta a que van a mejorar sus resultados anteriores, bajos por lo demás. Con el rabillo del ojo habrá que ir mirando, y comparando, esos resultados con los de Podemos y, no menos, con los de EH Bildu. Hoy por hoy Mendía, y el PSE, -a diferencia de Gemma Zabaleta, Daniel Arranz y cía.- no dan por perdida la batalla de ceder la presidencia de un supuesto gobierno de izquierdas a ningún otro. Habrá que observar, en todo caso, en qué dirección y a qué ritmo camina esa batalla interna de la autodenominada izquierda en/del País Vasco.

La noche del 12-J veremos también las ganas y arrestos que le quedarán a Miren Gorrotxategi de levantar el teléfono para su deseada y proclamada operación de desalojo del PNV. Si son a la baja, como pronostican la mayoría de las encuestas, pudiera acumulársele el trabajo a Miren Gorrotxategi (y a Iglesias). No tanto llamando a Mendía y Maddalen Uriarte, sino teniendo que responder a las llamadas "amigas" de exigencia de responsabilidades de los Lander Martínez, Nagua Alba, Pilar Martínez, por no hablar de Equo.

Por lo que al PP-C's se refiere, ¿qué decir? Para empezar, que más le vale a Iturgaiz (y al propio Casado y a Arrimadas) que los resultados que obtenga ese día no sean todavía peores que los malos que obtuvo Alonso el año 2016. Mejor ni pensar en todo lo que puede empezar a ocurrir en el PP del País Vasco y en el de España, si eso ocurriera. Sobre todo, si, además, esa misma noche Feijóo renueva su mayoría absoluta.

Todas las noches electorales suelen resultar entretenidas. Y traen numerosas consecuencias, además de "las oficiales". La del 12-J, también. Más allá de que los resultados sean, por lo que a la letra grande se refiere, salvo cisnes negros de última hora, los que con consistencia vienen anunciando las encuestas, no faltará letra pequeña que analizar. Y ya se sabe: es justamente en la letra pequeña donde gusta al diablo estar acechando.